SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR
Jesús: Luz que se revela a las naciones
Saludo
Que la estrella de Jesús nuestro Señor
resplandezca sobre ustedes
y sobre todas las naciones de la Tierra.
Que vivan ustedes en su luz
y que el Señor esté siempre con ustedes.
Introducción del Celebrante
La celebración de Epifanía, que significa “manifestación”, es para nosotros como una segunda Navidad. Es en realidad la Navidad de las Iglesias Orientales. Esta fiesta proclama que Jesús Niño pertenece y se entrega al mundo entero como su Salvador. Con los Magos, el mundo entero trae a Jesús su variedad de dones: sus culturas, sus muchas peculiaridades, sus diferentes identidades. Y nosotros aquí y ahora, al igual que las gentes de otras naciones, le traemos el don de nosotros mismos: nuestra fe, nuestro propósito de fidelidad, nuestro amor, al encontrarnos con él en la oración y en los hermanos, especialmente en los más pobres.
Acto Penitencial
Una de las ofrendas que presentamos a Jesús hoy
es el dolor y el arrepentimiento
por los pecados que hemos cometido.
Pidámosle al Señor que nos perdone.
(Pausa)
Señor Jesús, tú irradias tu luz
a todas las naciones de la Tierra:
¡A ti toda gloria y alabanza!
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo Jesús, tú ofreces justicia y paz
a todos los que están dispuestos a aceptarte:
¡A ti toda gloria y alabanza!
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, tú tendrás misericordia con los débiles
y salvarás las vidas de los pobres:
¡A ti toda gloria y alabanza!
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Señor, que tu juicio sobre nosotros sea un juicio de misericordia y amor, pues humildemente reconocemos nuestras limitaciones y nuestra pobreza.
Llévanos a la vida eterna.
Oración Colecta
Oremos a Dios nuestro Padre
para que Cristo llegue a ser la luz de todos.
(Pausa)
Oh Dios de todas las naciones, pueblos y culturas,
éste es el día que tú has hecho radiante y luminoso
con tu luz y tu amor, con destino para todos.
Guíanos en los nuevos caminos de tu Hijo.
Que tu luz bondadosa brille en todas partes,
para que todos los pueblos te alaben en su propio lenguaje,
conforme a su cultura, y enriquezcan a tu Iglesia
con sus propios y peculiares dones.
Te lo pedimos en nombre de Jesús,
Señor y Salvador todos,
por los siglos de los siglos.
Primera Lectura (Is 60,1-6): El Pueblo de Dios, una Luz para todos
En una visión, el profeta Isaías ve un inmenso número de pueblos acudiendo en tropel desde cualquier parte del mundo hacia la luz de Dios.
¡Levántate, brilla, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! 2Mira: las tinieblas cubren la tierra, la oscuridad los pueblos; pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti; 3y acudirán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora. 4Echa una mirada a tu alrededor y observa: todos ésos se han reunido, vienen a ti; tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos. 5Entonces lo verás, radiante de alegría; tu corazón se asombrará, se ensanchará, cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los pueblos. 6Te inundará una multitud de camellos, de dromedarios de Madián y de Efá. Vienen todos de Saba, trayendo incienso y oro y proclamando las alabanzas del Señor.
Segunda Lectura (Ef 3,2-3a.5-6): Todas las naciones, llamadas a Cristo
Jesucristo vino para unir a todos: Todos los pueblos, sin discriminación alguna, están llamados a unirse al pueblo de Dios.
Hermanos, supongo que están informados de la gracia de Dios que me ha sido dispensada para provecho de ustedes. 3Fue por medio de una revelación cómo se me dio a conocer el misterio, tal como acabo de explicárselo brevemente. 4Lean mi carta y comprenderán cómo entiendo el misterio de Cristo. 5Este misterio no se dio a conocer a los hombres en las generaciones pasadas; sin embargo, ahora se ha revelado a sus santos apóstoles y profetas inspirados. 6Y consiste en esto: que por medio de la Buena Noticia los paganos comparten la herencia y las promesas de Cristo Jesús, y son miembros del mismo cuerpo.
Evangelio (Mt 2,1-12): “Seguimos su Estrella”
Los judíos que están familiarizados con las promesas de Dios no siguen a Jesús; los poderosos de Palestina le temen. Pero los que vienen de lejos buscando al Salvador lo encuentran y lo reconocen. Dios acepta a todos con sus propios talentos y potencialidades.
Jesús nació en Belén de Judea, en tiempos del rey Herodes. Sucedió que unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén 2preguntando: “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Vimos aparecer su estrella y venimos a adorarlo”. 3Al oírlo, el rey Herodes comenzó a temblar, y lo mismo que él toda Jerusalén. 4Entonces, reuniendo a todos los sumos sacerdotes y letrados del pueblo, les preguntó en qué lugar debía nacer el Mesías. 5Le contestaron: “En Belén de Judea, como está escrito por el profeta: 6««Tú, Belén, en territorio de Judá, no eres ni mucho menos la última de las poblaciones de Judá, pues de ti saldrá un jefe, el pastor de mi pueblo, Israel»”. 7Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, les preguntó el tiempo exacto en que había aparecido la estrella; 8después los envió a Belén con el encargo: “Averigüen con precisión lo referente al niño y cuando lo encuentren avísenme, para que yo también vaya a adorarlo”. 9Y habiendo escuchado el encargo del rey, se fueron. De pronto, la estrella que se les apareció en Oriente avanzó delante de ellos hasta detenerse sobre el lugar donde estaba el niño. 10Al ver la estrella se llenaron de una inmensa alegría. 11Entraron en la casa, vieron al niño con su madre, María, y postrándose le adoraron; abrieron sus tesoros y le ofrecieron como regalos oro, incienso y mirra. 12Después, advertidos por un sueño de que no volvieran a casa de Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
Oración de los Fieles
En este día en que pueblos lejanos vinieron a adorar a Jesús el Señor, que nuestra oración sea tan amplia como el mundo entero. Digamos al Padre: R/ Que la luz de Cristo ilumine a todos los pueblos.
Señor Dios nuestro, nos regocijamos de que tú te hayas hecho cercano a nosotros en Jesucristo tu Hijo. Que él sea para nosotros luz y vida, ahora y por los siglos de los siglos.
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios y Padre nuestro:
No tenemos oro para ofrecerte,
sino meramente la mirra pobre de nuestros corazones
y el incienso de nuestra acción de gracias y alabanza.
Llénanos con la presencia de Jesús,
y que él sea la luz que guíe
nuestros pasos vacilantes.
Y que nosotros, por nuestra parte,
seamos humildes luces, también,
que muestran a todos los que las vean
el camino hacia la luz del mundo,
Jesucristo nuestro Señor.
Introducción a la Plegaria Eucarística
Hoy Cristo se nos revela como la luz que ilumina y da sentido a nuestras vidas, y como la estrella de salvación para todos los pueblos. Demos gracias al Padre unidos a Jesús, y roguemos para que un día todos puedan sentarse a la mesa eucarística del Señor.
Invitación al Padre Nuestro
Jesús vino para reunirnos a todos
como hijos de un solo Padre.
Con las mismas palabras de nuestro Señor
rogamos ahora a nuestro Padre en el cielo:
R/ Padre nuestro…
Oración por la Paz
Señor, Jesucristo,
que la estrella de tu paz
aparezca hoy sobre el cuerpo de tu Iglesia,
sobre todos los que creemos en ti
y sobre todos los que, aun sin conocerte todavía,
te buscan con sincero corazón.
Que con tu luz aprendamos
a amarnos y a servirnos unos a otros
y a compartir la alegría de tu paz,
deseosos todos de acogerla en nuestro corazón,
ahora y por los siglos de los siglos.
Invitación a la Comunión
Éste es Jesús, el Hijo de Dios,
y la estrella que guía nuestras vidas.
Dichosos nosotros,
llamados a participar
en este banquete de salvación
y a irradiar su luz a nuestros hermanos.
R/ Señor, no soy digno…
Oración después de la Comunión
Señor Dios, Padre nuestro:
Tú nos has mostrado a tu Hijo hoy
en la Palabra que él nos dirigió
y en el Pan de Vida, la Eucaristía,
por el que se entregó a nosotros.
Que su luz brille sobre nosotros
y que nuestra esperanza y alegría reflejen esta luz.
Que nuestras comunidades y todos nosotros
mostremos su bondad y su paz
para que todos las puedan ver y acoger.
Te lo pedimos por medio de quien es para nosotros
la luz de nuestras vidas,
Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Hemos celebrado juntos el hecho de que Jesucristo vino no solamente para los cristianos sino para ser conocido por cada persona, país, cada cultura en la tierra. Porque él es el Salvador de todos. Que ojalá lleguemos a conocerlo más profundamente y así darlo a conocer a otros especialmente por la forma como vivimos su Evangelio. Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y los acompañe siempre. Podemos ir en la paz de Cristo y caminar en su luz.