17 de Febrero - JUEVES
IGUALES ANTE DIOS
Liturgia de la Palabra
Primera Lectura: Sant 2,1-9
Esta Primera Lectura de Santiago es contundente sobre el compromiso con los pobres y con la justicia social a los que nos llama el Evangelio. La opción preferencial por los pobres es parte de nuestra historia de fe. Jesús trajo la liberación de toda esclavitud y nos hace instrumentos de su liberación.
Evangelio: Mc 8,27-33
El Hijo de Dios es reconocido como tal por sus discípulos. Reconocer al Hijo de Dios implica abrazar su causa y confiar en su amor probado hasta el fin y en su Promesa, porque seguramente seguirlo no habrá de ser fácil. Pero es Cristo, el Hijo de Dios, el que venció todo mal, el Resucitado que nos da la vida y la resurrección.
Oración Colecta
Señor Dios, Padre misericordioso,
tu Hijo vino a liberar a todos
para hacer a los pobres ricos en fe y esperanza,
y para que los ricos sean conscientes de su pobreza.
Únenos a todos en una misma confianza en ti
y en una misma preocupación por los demás;
danos a todos tu actitud y la de Jesús,
que no distinguía entre rangos y clases y sexos
sino buscar juntos la comunión y la libertad
que nos trajo Jesucristo, nuestro Señor.
Sant 2,1-9: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres?
Hermanos míos, ustedes que creen en nuestro glorioso Señor Jesucristo no hagan diferencias entre las personas. 2Supongamos que cuando ustedes están reunidos entra uno con anillos de oro y traje elegante, y entra también un pobre andrajoso; 3y ustedes fijan la mirada en el de traje elegante y le dicen: Siéntate aquí en un buen puesto; y al pobre le dicen: Quédate de pie o siéntate allí, en el suelo, 4¿no están haciendo diferencias entre las personas y siendo jueces malintencionados? 5Escuchen, hermanos míos queridos: ¿acaso no escogió Dios a los pobres de este mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino que prometió a los que lo aman? 6Ustedes, en cambio, desprecian al pobre. ¿Acaso no son los ricos los que los oprimen y arrastran a los tribunales?... 8Por lo tanto si ustedes cumplen la ley del reino, según lo escrito: amarás a tu prójimo como a ti mismo, procederán bien. 9Pero si hacen diferencia entre una persona y otra, cometen pecado y son culpables ante la ley de Dios.
Salmo 34: Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
Mc 8,27-33: Tú eres el Mesías; el Hijo del Hombre tiene que padecer mucho
Jesús emprendió el viaje con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de Felipe. Por el camino preguntó a los discípulos: ¿Quién dice la gente que soy yo? 28Le respondieron: Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que uno de los profetas. 29Él les preguntó a ellos: Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? Respondió Pedro: Tú eres el Mesías. 30Entonces les ordenó que a nadie hablaran de esto. 31Y empezó a explicarles que el Hijo del Hombre tenía que padecer mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los letrados, sufrir la muerte y después de tres días resucitar. 32Les hablaba con franqueza. Pero Pedro se lo llevó aparte y se puso a reprenderlo. 33Mas él se volvió y, viendo a los discípulos, reprendió a Pedro: ¡Aléjate de mi vista, Satanás! Tus pensamientos son los de los hombres, no los de Dios.
Oración de los Fieles
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro, Padre amoroso,
al reunirnos en torno a esta mesa
y darnos a tu Hijo como alimento,
nos recuerdas que nos has hecho
responsables los unos de los otros.
Ayúdanos a extender nuestras manos en el amor
sin ninguna condescendencia humillante,
a cualquier persona que sufra o esté necesitada,
conscientes de que todos somos hermanos y hermanas
de nuestro único Señor y Salvador, Jesucristo.
Oración después de la Comunión
Señor Dios, Padre de todos,
para ti cada persona cuenta;
aceptas y acoges a todos
los que estén dispuesto a responder a tu amor.
Haz que toda persona que tiene hambre o sufre
lleve para nosotros el rostro de tu Hijo
y ayúdanos a compartir con ella
el pan de nuestra pobreza
para que podamos llevar con honor
el nombre de Jesucristo, nuestro Señor.
Bendición
Todos somos hijos de Dios... Pero crezcamos todos hasta convertirnos en adultos de Dios, sea cual sea nuestra procedencia, con todas nuestras diferencias y semejanzas. "Que todos sean uno", dijo Jesús. Que seamos uno en él, con la bendición de Dios Todopoderoso, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.