Jueves 10 de Marzo
“NO HAY NADIE QUE ME AYUDE SINO TÚ”
Liturgia de la Palabra
Primera Lectura: Est 14,1.3-5.12-14
La conmovedora oración de Ester, reina de Persia, una valiente mujer que libera a los israelitas del exterminio durante su cautiverio en Babilonia, es un acto de fe profunda y de entrega confiada al Dios de la Alianza.
Est 14,1.3-5.12-14: No tengo otro auxilio fuera de ti, Señor
La reina Ester, temiendo el peligro inminente, acudió al Señor, 14y rezó así al Señor, Dios de Israel: Señor mío, único rey nuestro. Protégeme, que estoy sola y no tengo otro defensor fuera de ti, 15porque yo misma me he expuesto al peligro. 16Desde mi infancia oí, en el seno de mi familia, cómo tú, Señor, escogiste a Israel entre las naciones, a nuestros padres entre todos sus antepasados para ser tu herencia perpetua, y les cumpliste lo que habías prometido. 17Nosotros hemos pecado contra ti dando culto a otros dioses; 18por eso nos entregaste a nuestros enemigos. ¡Eres justo, Señor! 23Atiende, Señor, muéstrate a nosotros en la tribulación, y dame valor, Señor, rey de los dioses y señor de poderosos. 24Pon en mi boca un discurso acertado cuando tenga que hablar al león; haz que cambie y aborrezca a nuestro enemigo, para que perezca con todos sus cómplices. 25A nosotros líbranos con tu mano, y a mí, que no tengo otro auxilio fuera de ti, protégeme tú, Señor, que lo sabes todo.
Salmo 138: Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor
Evangelio: Mt 7,7-12
Este evangelio es una de las más hermosas cartas de amor escritas por Cristo para nosotros. Él nos asegura que jamás nos rechazará si le pedimos con confianza desde nuestra pequeñez. Porque su amor no retacea, no es mezquino como el nuestro, no se guarda nada. La oración nos abre las puertas a toda la riqueza de su bondad. Él da con alegría. Y da siempre más de lo que se le pide.
Mt 7,7-12:Quien pide recibe
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá, 8porque quien pide recibe, quien busca encuentra, a quien llama se le abrirá. 9¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan, le da una piedra? 10¿O si le pide pescado, le da una culebra? 11Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más dará el Padre del cielo cosas buenas a los que se las pidan! 12Traten a los demás como quieren que los demás los traten. En esto consiste la ley y los profetas.
Oración Colecta
Señor, Dios nuestro:
Tú eres un Padre generoso,
que nos das lo que es bueno para nosotros
simplemente porque nos amas.
Danos un corazón agradecido, Señor,
para que aprendamos de ti
a dar y compartir sin condición alguna,
sino sencillamente con amor y alegría,
como Jesús hizo entre nosotros,
tu Hijo, que vive contigo y con nosotros
por los siglos de los siglos.
Oración de los Fieles
Señor Dios, que respondes con amor y con bondad a cuanto te pedimos, escucha la oración confiada de esta familia tuya aquí reunida: R/Danos, Señor, tu santo Espíritu de oración.
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios, Padre bondadoso:
Dígnate darnos ahora el pan de vida:
danos a tu Hijo Jesucristo, en esta eucaristía.
Que él permanezca con nosotros
y nos transforme en generosos dadores,
que no pongamos precio a nuestros dones.
Que lleguemos a hacer lo que él mismo hizo,
no dar solo regalos,
sino darnos a nosotros mismos
para que los hermanos lleguen a conocerte
como Padre bondadoso de todos,
ahora y por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión
Oh Dios, Padre de todos,
más cariñoso y bueno
que cualquier madre con sus hijos:
Nosotros no tenemos a nadie sino a ti
y a tu Hijo entre nosotros
para percibir nuestras necesidades,
incluso antes de que podamos expresarlas.
Escucha bondadoso nuestra oración, Señor;
te pedimos generosidad y amor,
apertura a ti y a todos los hermanos,
para que sepamos escuchar
los angustiosos clamores de los otros
mientras tú acoges nuestras plegarias,
por medio de Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Nuestro Señor nos asegura hoy: “Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá”. Que ojalá todos nosotros seamos hombres y mujeres que confían en la oración. Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.