Sábado 26 de Marzo
DIOS VE LO QUE HAY EN NOSOTROS
Liturgia de la Palabra
Primera Lectura: Os 6,1-6
Esta Primera Lectura nos recuerda que no son los ritos y las prácticas religiosas lo que, por sí mismo, nos salva sino la experiencia del amor de Dios que viene a nosotros, venda nuestras heridas y nos estrecha entre sus brazos con ternura infinita.
Os 6,1-6: Quiero misericordia y no sacrificios
Vamos a volver al Señor: él nos despedazó y nos sanará, nos hirió y nos vendará la herida. 2En dos días nos hará revivir, al tercer día nos restablecerá y viviremos en su presencia. 3Esforcémonos por conocer al Señor: su venida es segura como la aurora; vendrá a nosotros como la lluvia, como aguacero que empapa la tierra. 4¿Qué haré contigo, Efraín: qué haré contigo, Judá? Su amor es nube mañanera, rocío que se evapora al alba. 5Por eso los maté con las palabras de mi boca, los atravesé con mis profetas y mi sentencia brilla como la luz. 6Porque quiero amor, no sacrificios; conocimiento de Dios, no holocaustos.
Salmo 51: Quiero misericordia, y no sacrificios
Evangelio: Lc 18,9-14
La Parábola del Fariseo y el Publicano confirma cuál es el espíritu que quiere Dios para nuestra oración y para transformar realmente nuestra vida…
Lc 18,9-14: El publicano bajó a su casa justificado
En aquel tiempo, por algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, Jesús contó esta parábola: 10Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, el otro recaudador de impuestos. 11El fariseo, de pie, oraba así en voz baja: Oh Dios, te doy gracias porque no soy como el resto de los hombres, ladrones, injustos, adúlteros, o como ese recaudador de impuestos. 12Ayuno dos veces por semana y doy la décima parte de cuanto poseo. 13El recaudador de impuestos, de pie y a distancia, ni siquiera alzaba los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: Oh Dios, ten piedad de este pecador. 14Les digo que éste volvió a casa absuelto y el otro no. Porque quien se alaba será humillado y quien se humilla será alabado.
Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
Tú mismo nos recuerdas
a través de tus santos
que todas nuestras prácticas religiosas,
incluso este sacrificio eucarístico,
no tienen ningún valor
si los usamos para doblegarte a nuestro proyecto egoísta.
Oh Dios, que nos acerquemos a ti
con humildad y arrepentimiento,
listos y dispuestos a encontrarte con amor
y volver a tu camino,
dejando nuestros tortuosos senderos.
Acéptanos, como a hijos e hijas tuyos que somos,
junto con Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
Oración de los Fieles
Señor Dios, sabemos que nos conoces en lo más íntimo de nuestra intimidad. Por eso te decimos: R/Cura en nosotros lo que está enfermo y despojanos de todo lo que nos separa de ti.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
No nos hemos reunido juntos aquí
para justificarnos ante ti
o para jactarnos infantilmente de nuestros méritos.
Te pedimos con toda sencillez, Señor,
que nos aceptes como somos,
con nuestra buena voluntad,
nuestros torpes esfuerzos
y nuestras mediocres y poco entusiastas conversiones.
Acéptanos junto con el valioso sacrificio de tu Hijo,
que siempre está con nosotros
y vive y reina contigo
por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión
Oh Padre de nuestro Señor Jesucristo:
Hemos celebrado en esta eucaristía con tu Hijo
el memorial de su sacrificio.
Danos ahora fuerza y determinación
para convertir nuestra vida de cada día
en una prueba viva
de que somos uno con él
y de que lo queremos seguir en el camino,
a través de la muerte hacia la vida plena.
Que él permanezca siempre con nosotros
ahora y por los siglos de los siglos.
Bendición
Hermanos: Dios nos curará y vendará nuestras heridas. No nos jactemos de nosotros mismos sino regocijémonos por el amor paciente y por la bondad sin límites del Señor hacia nosotros. Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y permanezca para siempre.