Viernes 27 de Mayo
LA PRUEBA DEL SUFRIMIENTO Y DE LA RENOVACIÓN
Liturgia de la Palabra
Primera Lectura: Hch 18,9-18
Dios, una vez más, demuestra que es refugio y apoyo de cuantos dan testimonio con vida y con obras de su amor en este mundo. Asegura a Pablo, y nos asegura a nosotros, que por nada hay que temer. Dios está con nosotros.
Evangelio: Jn 16,20-23
La Iglesia debe pasar constantemente por el parto doloroso de la renovación, por el repetido retorno a Cristo y al centro de su Evangelio, para mostrar auténticamente a Cristo ante el mundo de hoy. Pero, como todo alumbramiento, el Señor nos asegura vida nueva y una alegría que nadie nos podrá quitar.
Oración Colecta
Señor Dios, Padre misericordioso:
Es difícil para nosotros aceptar el dolor,
porque sabemos que, por el contrario,
nos has hecho para la felicidad y la alegría.
Cuando el sufrimiento nos desafía
con un provocativo “¿por qué yo; por qué a mí?”,
ayúdanos a descubrir la profundidad
de nuestra libertad interior y nuestro amor
y toda la fe y lealtad
de que somos capaces,
con el poder del Señor, y juntamente con él,
Jesucristo nuestro Señor.
Hch 18,9-18: Muchos de esta ciudad son pueblo mío
En una visión nocturna el Señor dijo a Pablo: No temas, sigue hablando y no te calles, 10que yo estoy contigo y nadie podrá hacerte daño, porque en esta ciudad tengo yo un pueblo numeroso. 11Pablo se quedó allí un año y medio enseñándoles el mensaje de Dios. 12Siendo Galión, gobernador de Acaya, los judíos de común acuerdo se enfrentaron con Pablo y lo condujeron al tribunal, 13acusándolo de inducir a la gente a ofrecer a Dios un culto contrario a la ley. 14Pablo estaba por hablar, cuando Galión se dirigió a los judíos: Si se tratara de algún delito o de una acción criminal, yo los atendería como es debido. 15Pero como se trata de discusiones sobre palabras y nombres y sobre la ley judía, arréglense ustedes. No quiero ser juez de esos asuntos. 16Y los despidió del tribunal. 17Entonces los griegos tomaron a Sóstenes, jefe de la sinagoga, y le dieron una paliza delante del tribunal, mientras Galión se desentendía de todo. 18Pablo se quedó allí bastante tiempo. Después se despidió de los hermanos y se embarcó para Siria en compañía de Priscila y Áquila. En Cencreas se afeitó la cabeza en cumplimiento de un voto.
Salmo 47: Dios es el rey del mundo
Jn 16,20-23a: Nadie les quitará la alegría
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Les aseguro que ustedes llorarán y se lamentarán mientras el mundo se divierte; estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo. 21Cuando una mujer va a dar a luz, está triste, porque le llega su hora. Pero, cuando ha dado a luz a la criatura, no se acuerda de la angustia, por la alegría que siente de haber traído un hombre al mundo. 22Así ustedes ahora están tristes; pero los volveré a visitar y se llenarán de alegría, y nadie les quitará su alegría. 23Aquel día no me preguntarán nada.
Oración de los Fieles
Oramos por toda la Iglesia, por todos los cristianos incomprendidos y perseguidos que dan su vida por el Evangelio, diciendo: R/Danos, Señor esa alegría que nadie nos puede quitar.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro, Padre amoroso:
En esta eucaristía participamos
en la muerte y Resurrección salvadoras
de nuestro Señor Jesucristo.
Danos a tu Hijo como nuestro Pan de Vida,
para que, por la fuerza de su Espíritu,
afrontemos el dolor y el sufrimiento
con nuevo talante, sin rebeldía ni rechazo.
Que sean para nosotros también
como el dolor liberador del alumbramiento
de una nueva vida y de una alegría renovada,
que durará por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión
Señor Dios, Padre siempre fiel:
Tú no nos pides lo imposible
Y nosotros sabemos que nos amas.
Ayúdanos a aceptar las realidades de la vida
y las exigencias de lealtad y amor
con la fuerza de tu Hijo.
Danos valor para no rechazar
los dolores de la renovación
según Cristo y su Evangelio,
para que nuestros corazones
estén llenos de una alegría
que nunca nadie nos pueda arrebatar,
ya que tu Hijo es nuestro Señor y Salvador
por los siglos de los siglos.
Bendición
Hermanos: Jesús nos asegura que cualquier cosa que pidamos al Padre en su nombre nos la concederá. Si tuviéramos suficiente fe, nunca dudaríamos o estaríamos preocupados. Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.