Viernes 3 de Junio
SANTOS CARLOS LWANGA Y COMPAÑEROS, Mártires de Uganda
Introducción
En 1886, muy pocos años después de la llegada del Cristianismo a Uganda, el rey Mwanga, temiendo que el cristianismo acabara con su lucrativo comercio de esclavos, comenzó una rabiosa persecución. Las primeras víctimas fueron los pajes de su corte, entre ellos incluso algunos de sus propios familiares, que habían rechazado someterse a sus perversas propuestas. Trece criados, encabezados por Carlos Lwanga, fueron quemados vivos; tanto católicos como protestantes. Ellos guardaron fielmente su promesa de “no dejar de rezar mientras tengamos vida”. Muchos otros mártires siguieron su ejemplo. En 1964 el Papa Pablo VI canonizó a veintidós de ellos. Son los primeros santos de la joven y negra África. Y son también semillas del ecumenismo africano.
Oración Colecta
Señor Dios nuestro,
tus jóvenes y santos mártires de Uganda
estuvieron dispuestos a entregar sus vidas
antes que ceder al mal.
Te pedimos hoy que,
fuente de sabiduría y fortaleza,
nos des valor para ser siempre
consistentes y coherentes con nuestra fe
para responder fielmente a tu amor
aun cuando nos exija sacrificios.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Hch 25,13-21: Pablo sostiene que está vivo
En aquellos días, el rey Agripa, acompañado de Berenice, se presentó en Cesarea para saludar a Festo. 14Y, como se detuvo allí bastantes días, Festo le expuso el caso de Pablo: –Hay aquí un prisionero que dejó Félix;15durante mi estadía en Jerusalén, los sumos sacerdotes y ancianos judíos lo acusaron pidiendo su condena. 16Les respondí que no es costumbre romana entregar a un hombre antes de que pueda enfrentarse con sus acusadores y tenga ocasión de defenderse de los cargos. 17Cuando ellos se presentaron aquí, yo sin demora, al día siguiente, me senté en el tribunal y mandé traer a aquel hombre. 18Se presentaron los acusadores, pero no adujeron ningún delito de los que yo sospechaba; 19solamente traían contra él discusiones sobre su religión y sobre un tal Jesús, muerto, del que Pablo dice que vive. 20Y, como estaba desconcertado acerca de la causa, le pregunté si quería ir a Jerusalén para ser juzgado allí. 21Pablo apeló y pidió que su caso sea reservado a la jurisdicción del Augusto. Entonces yo mandé custodiarlo hasta que pueda enviarlo al emperador.
Salmo 103: El Señor puso en el cielo su trono
Jn 21,15-19: Apacienta mis corderos
Después de aparecerse Jesús a sus apóstoles, y comiendo con ellos, preguntó a Simón Pedro: Simón hijo de Juan, ¿me quieres más que éstos? Él le responde: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dice: Apacienta mis corderos. 16Le pregunta por segunda vez: Simón hijo de Juan, ¿me quieres? Él le responde: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dice: Apacienta mis ovejas. 17Por tercera vez le pregunta: Simón hijo de Juan, ¿me quieres? Pedro se entristeció de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le dijo: Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero. Jesús le dice: Apacienta mis ovejas. 18Te lo aseguro, cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías; cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te atará y te llevará a donde no quieras. 19Lo decía indicando con qué muerte había de glorificar a Dios. Después de hablar así, añadió: Sígueme.
Oración de los Fieles
Oremos a nuestro Padre Dios por todos nuestros pastores, que velan por nosotros y nos sostienen en la fidelidad al Evangelio, diciendo: R/¡Señor, envía obreros fieles a tu mies!
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios de nuestra juventud,
con pan y vino expresamos hoy
que queremos seguir a tu Hijo Jesucristo
incluso cuando nos resulte cuesta arriba.
Danos fortaleza
y una fe joven, viva y recia
para ser auténticos cristianos
en todas las circunstancias de nuestra vida,
porque te queremos y te amamos,
por el mismo Cristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Dios todopoderoso,
hemos oído la Palabra de tu Hijo
y hemos recibido el alimento
de tu Cuerpo y de tu Sangre.
Que nuestras vidas expresen nuestra fidelidad
aun frente a la opresión y la persecución.
Otórganos la bendición de tu Reino
junto con una felicidad
que nunca nadie nos pueda arrebatar.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Jesús nos dirige a nosotros, débiles y frágiles, las siguientes preguntas: ¿Me aman ustedes? ¿Me permiten que los guíe? Que nuestra respuesta sea –en palabras y en obras– un “sí” rotundo y entusiasta. Que Dios todopoderoso nos confirme en su amor y nos bendiga abundantemente, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.