Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

22 Domingo en Tiempo Ordinario

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Domingo, 31 de Agosto, 2025

 

VIGESIMOSEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 

Hay lugar para todos

 

Saludo (Ver 1 Cor 4,7 y 1,31)

¿Qué poseen ustedes que no lo hayan recibido?

Si todo lo que tienen lo han recibido como don,

entonces, ¿por qué vanagloriarse de ello?

Si alguien debe vanagloriarse,

que se vanaglorie en el Señor.

Que el Señor, el Dador de vida, esté con ustedes.

 

Introducción

¿Cómo miramos a los demás? ¿Los miramos desde arriba, despreciándolos o sintiéndolos menos que nosotros? ¿Acaso, por ser cristianos, creemos que ante Dios tenemos privilegios? El mensaje de hoy es claro: En el Reino de Dios hay lugar para todos y para cada uno. Si hubiera de haber alguna preferencia, habría de ser para los pobres, los discapacitados, los humildes, los tenidos por nada en este mundo, ya que Dios les otorga el primer lugar, y son los favoritos de Jesús. Por eso es el mismo Jesús que nos pregunta aquí y ahora: ¿Qué lugar eligen ustedes y qué lugar ceden a los demás?

 

Acto Penitencial

Nosotros buscamos honores y ventajas para nosotros mismos

incluso quitando de en medio, a los codazos, a los demás,

para ocupar los primeros puestos.

Pidamos ahora al Señor y a los hermanos que nos perdonen.

                          (Pausa)

Señor Jesús, tú viniste a vivir entre nosotros

no para ser servido sino para servir.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Cristo Jesús, tú invitas a todos a la mesa

de tu banquete de fiesta: la Eucaristía.

R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

 

Señor Jesús, tú viniste a llamar

no a los sanos sino a los enfermos:

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Ten misericordia de nosotros, Señor,

y perdona nuestra soberbia

y nuestra hambre de reconocimiento y de honores.

Admítenos a tu mesa

y llévanos a la vida eterna.

 

Oración Colecta

Oremos a Dios,

que nos invita a todos a su Reino.

                          (Pausa)

Oh Padre nuestro:

Tú elevas a los humildes;

y te haces servidor de todos

en Jesús, tu Hijo,

que cuidó con cariño a los desamparados.

Haz que, con él y como él,

respetemos y apreciemos a los débiles,

a los indefensos y a los humildes,

y que aceptemos con agrado contarnos entre ellos.

Disponnos a ayudarlos y también a buscar su ayuda

porque tú también has derramado

tu misericordia sobre nosotros

por medio de Jesucristo, nuestro Señor.

 

Primera Lectura: Qohelet 3,17-20.28-29: Cuanto más grande, más humilde

No podemos estar abiertos a la gracia de Dios si no dejamos a un lado nuestra soberbia y reconocemos nuestra pequeñez…

Hijo mío, en todo lo que hagas actúa con humildad y te querrán más que al hombre generoso. 18Cuanto más importante seas, más humilde debes ser y alcanzarás el favor de Dios; 20porque es grande la compasión de Dios, y revela sus secretos a los humildes. 28No corras a sanar la herida del orgulloso, porque no tiene sanación, es el brote de una mala planta. 29El sabio aprecia las sentencias de los sabios, el oído atento a la sabiduría se alegrará.

 

Salmo Responsorial

Salmo 97, 1. 7-8. 9

R. (9) Cantemos al Señor con alegría.
Cantemos al Señor un canto nuevo,
pues ha hecho maravillas.
Su diestra y su santo brazo
le han dado la victoria.
R. Cantemos al Señor con alegría.
Alégrense el mar y el mundo submarino,
el orbe y todos los que en él habitan.
Que los ríos estallen en aplausos
y las montañas salten de alegría.
R. Cantemos al Señor con alegría.
Regocíjese todo ante el Señor,
porque ya viene a gobernar el orbe.
Justicia y rectitud serán las normas
con las que rija a todas las naciones.
R. Cantemos al Señor con alegría.

 

Segunda Lectura: Hebreos 12,18-19.22-24: Jesús es nuestro Salvador y nuestra Alianza

Por medio de Jesús, el mediador de la Nueva Alianza, los cristianos vivimos ya como si fuéramos ciudadanos del cielo.

Ustedes no se han acercado a algo tangible: fuego ardiente, oscuridad, tiniebla, tempestad, 19ni oyeron el toque de trompetas ni una voz hablando que, al oírla, pedían que no continuase. 22Ustedes en cambio se han acercado a Sión, monte y ciudad del Dios vivo, a la Jerusalén celeste con sus millares de ángeles, a la congregación 23y asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a los espíritus de los justos consumados, 24a Jesús, mediador de la nueva alianza.

 

Aclamación antes del Evangelio

Juan 13, 34

R. Aleluya, aleluya.
Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor,
que se amen los unos a los otros, como yo los he amado.
R. Aleluya.

 

Evangelio: Lucas 14,1.7-14: “Ven más arriba, amigo”

En su Reino, Dios invita a los que se reconocen humildes y necesitados de Salvación. De la misma manera el seguidor de Cristo invita a los pobres y a los humildes a la mesa de Vida de nuestro Señor.

Un sábado en que entró Jesús a comer en casa de un jefe de fariseos, ellos lo vigilaban. 7Observando cómo elegían los puestos de honor, dijo a los invitados la siguiente parábola: 8Cuando alguien te invite a una boda, no ocupes el primer puesto; no sea que haya otro invitado más importante que tú 9y el que los invitó a los dos vaya a decirte que le cedas el puesto al otro. Entonces, lleno de vergüenza, tendrás que ocupar el último puesto. 10Cuando te inviten, ve y ocupa el último puesto. Así, cuando llegue el que te invitó, te dirá: Amigo, acércate más. Y quedarás honrado en presencia de todos los invitados. 11Porque quien se engrandece será humillado, y quien se humilla será engrandecido. 12Al que lo había invitado le dijo: Cuando ofrezcas una comida o una cena, no invites a tus amigos o hermanos o parientes o a los vecinos ricos; porque ellos a su vez te invitarán y quedarás pagado. 13Cuando des un banquete, invita a pobres, mancos, cojos y ciegos. 14Dichoso tú, porque ellos no pueden pagarte; pero te pagarán cuando resuciten los justos.

 

Oración de los Fieles

Procuremos que los últimos y los más humildes a los ojos de la gente sean los primeros en nuestra oración al Padre. Y así digamos: R/ Señor, ven y sálvanos.

  • Señor, en nuestro mundo los poderosos son aplaudidos, pero los humildes son despreciados. Recuerda a los humildes, te pedimos.
  • Señor, en nuestro mundo tantas veces los pobres se vuelven cada vez más pobres y los ricos cada vez más ricos. Recuerda a los desposeídos y a los necesitados, te pedimos.
  • Señor, en nuestros hogares muchos enfermos, ancianos, débiles y solitarios son con frecuencia descuidados y abandonados. Recuerda, Señor, a todos los que sufren, te pedimos.
  • En muchos países, incluido el nuestro, hay mucha gente sin hogar, refugiada, sin techo, en situación de calle… que no tienen dónde reclinar su cabeza... Recuérdalos a todos, Señor, te pedimos.
  • Hay mucha gente por la que nadie ruega, y hay gente que nos hiere y aflige. Recuérdalos a todos ellos, Señor, te pedimos.

Señor, dígnate escuchar las súplicas de los que confían en ti. Ayúdanos a acordarnos, contigo de nuestras hermanas y hermanos más pequeños y humillados. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

 

Oración sobre las Ofrendas

Señor Dios, Padre nuestro:

Tú no tienes en cuenta la pobreza de nuestros corazones

y nos otorgas un sitio de honor

en el banquete eucarístico de tu Hijo.

Danos la gracia de aprender de él

a estar al servicio de todos,

para que tú también nos des un sitio,

por muy bajo que sea,

en el banquete de la fiesta eterna

de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor.

 

Introducción a la Plegaria Eucarística

La soberbia está en la raíz de muchos pecados. Cristo vino a deshacer nuestra soberbia, obedeciendo humildemente la voluntad del Padre. Nosotros nos unimos con humildad a Cristo en su sacrificio.

 

Invitación al Padre Nuestro

Conscientes de nuestras limitaciones,

esperamos todo lo bueno de Dios

y así oramos con Jesús, nuestro Señor:

R/ Padre nuestro…

 

Líbranos, Señor

Líbranos, Señor, de toda soberbia,

que nos dispone a unos contra otros

y nos aleja de todo amor y servicio.

Líbranos del mal espíritu

de buscar fama y ganancia a expensas de otros,

incluso muchas veces disfrazado de bueno…

y trabajar juntos para la venida gloriosa

de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.

R/ Tuyo es el Reino…

 

Invitación a la Comunión

Éste es Jesucristo, el Señor, que nos invita a su banquete.

Él viene en búsqueda de lo más humilde

y nos eleva, nos impulsa siempre más arriba.

R/ Señor, no soy digno…

 

Oración después de la Comunión

Señor Dios nuestro:

Aquí estamos ante ti como huéspedes

invitados por tu Hijo Jesús a su mesa eucarística.

Te damos gracias porque nos ha aceptado

sin juzgarnos ni condenarnos,

aunque nuestra fe sea frágil

y con frecuencia cojeemos cuando intentamos seguirlo.

Disponnos interiormente

para que nosotros también, como él,

aceptemos como amigos y huéspedes

a los pobres y a los débiles,

justamente como tú nos has aceptado a nosotros.

en Jesucristo nuestro Señor.

 

Bendición

Hermanos: Si queremos que el Señor viva entre nosotros, sólo hay un lugar apropiado: el último lugar, el lugar de gente que sabe servir. No cabe pretender ser lo que en realidad no somos. Y ante Dios todos somos pequeños; no podemos reclamar ningún mérito. Ojalá sea ésta nuestra actitud, con la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

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