Domingo 11 de Septiembre
VIGESIMOCUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Dios se alegra al perdonar
Saludo (Ver Segunda Lectura)
Demos gracias al Padre
por medio de nuestro Señor Jesucristo,
porque nos ha dado fortaleza
y porque vino a perdonar nuestros pecados.
Que su misericordia y amor estén siempre con ustedes.
Introducción del Celebrante
Cuando tú perdonas a alguien que te ha ofendido mucho, ¿cuánto te cuesta perdonar? ¿Lo haces a regañadientes, o bien con alegría? ¿Tienes el coraje de dar el primer paso para la reconciliación, o bien esperas a que el otro te pida humildemente perdón? El mensaje de hoy, a través de las parábolas de la oveja perdida y del hijo pródigo, es de gran alegría y paz: Dios es feliz perdonando a los pecadores. Los acoge y los abraza. Es lo que ha hecho con nosotros. ¿Cuántas veces? ¿No podemos hacer lo mismo nosotros, los unos con los otros?
Acto Penitencial
Demos gracias al Señor por las muchas veces
que nos ha perdonado nuestros pecados.
Pidámosle que nos perdone una vez más
y nos disponga a perdonarnos unos a otros.
(Pausa)
Señor Jesús, tú no esperaste
a que los pecadores vinieran a ti,
sino que fuiste a su encuentro.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo Jesús, es una alegría para ti
y para tu Padre del cielo
perdonar de corazón al pecador arrepentido.
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, tú nos pides celebrar y regocijarnos contigo
cuando el perdón restaura a los hombres a la vida.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Ten misericordia de nosotros, Señor,
y otórganos la alegría de tu reconciliación.
Disponnos a perdonar a otros con alegría
y llévanos a la vida eterna.
Oración Colecta
Oremos a nuestro Padre fiel,
que nos ama y nos espera siempre.
(Pausa)
Oh Dios, Padre nuestro, lleno de paciencia:
Tú sientes inmensa alegría
al perdonar al pecador arrepentido.
Incluso permitiste que tu Hijo pasase por el calvario
para traernos perdón y vida.
Dispón a aquellos a quienes hemos ofendido
a que nos perdonen;
y haz que nosotros también estemos siempre dispuestos
a perdonar de corazón
a los que nos han ofendido.
Que seamos personas
que sepan perdonar y también aceptar el perdón
con la humildad y bondad que tú nos has manifestado
en Jesucristo nuestro Señor.
Primera Lectura (Éx 32,7-11.13-14): El Amor de Dios es más grande que su justicia
Dios había salvado a su Pueblo; sin embargo, el mismo Pueblo abandonó a Dios para adorar al becerro de oro. Moisés suplicó a Dios que lo perdonara...
El Señor dijo a Moisés: Anda, baja del monte, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto… 11Entonces Moisés aplacó al Señor, su Dios, diciendo: ¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto con gran poder y mano robusta? 13Acuérdate de tus siervos Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo, diciendo: Multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo, y les daré toda esta tierra de que he hablado, para que la posean siempre. 14Y el Señor se arrepintió de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.
Segunda Lectura (1 Tim 1,12-17): “Cristo me ha perdonado”
Pablo es consciente de que es pecador. Pero encontró al Cristo que perdona. Lleno de gratitud, alaba la grandeza y el Amor de Dios.
…Este mensaje es de fiar y digno de ser aceptado sin reservas: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. 16Pero Cristo Jesús me tuvo compasión, para demostrar conmigo toda su paciencia, dando un ejemplo a los que habrían de creer y conseguir la vida eterna. 17Al Rey de los siglos, al Dios único, inmortal e invisible, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Evangelio (Lc 15,1-32): Dios se alegra al perdonar
Las bellas parábolas de este largo capítulo de Lucas tienen un punto central: Dios no se rinde en la búsqueda de los pecadores ni los abandona; sigue buscándolos y los acoge de nuevo con alegría.
…En aquel tiempo Jesús les contó la siguiente parábola: …Un hombre tenía dos hijos. 12El menor dijo al padre: Padre, dame la parte de la fortuna que me corresponde. Él les repartió los bienes. 13A los pocos días el hijo menor reunió todo y emigró a un país lejano, donde derrochó su fortuna… 14Cuando gastó todo… empezó a pasar necesidad. 15Fue y se puso al servicio de un hacendado del país, el cual lo envió a sus campos a cuidar cerdos… 17Entonces recapacitando pensó: A cuántos jornaleros de mi padre les sobra el pan mientras yo me muero de hambre. 18Me pondré en camino a casa de mi padre y le diré… Trátame como a uno de tus jornaleros. 20Y se puso en camino a casa de su padre. Estaba aún distante cuando su padre lo divisó y… corriendo, se le echó al cuello y le besó. 21El hijo le dijo: –Padre, he pecado contra Dios y te he ofendido, ya no merezco llamarme hijo tuyo. 22Pero el padre dijo a sus sirvientes: –Enseguida, traigan el mejor vestido y vístanlo… 23Traigan el ternero engordado y mátenlo. Celebremos un banquete. 24Porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido… 25El hijo mayor estaba en el campo. Cuando se acercaba a casa, oyó música y danzas 26y llamó a uno de los sirvientes para informarse de lo que pasaba. 27Le contestó: Es que ha regresado tu hermano y tu padre ha matado el ternero engordado… 28Irritado, se negaba a entrar. Su padre salió a rogarle que entrara. 29Pero él le respondió: Mira, tantos años llevo sirviéndote, sin desobedecer una orden tuya, y nunca me has dado un cabrito para comérmelo con mis amigos. 30Pero, cuando ha llegado ese hijo tuyo, que ha gastado tu fortuna… has matado para él el ternero engordado. 31Le contestó: Hijo, tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo. 32Había que hacer fiesta porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, se había perdido y ha sido encontrado.
Oración de los Fieles
Oremos al Señor nuestro Dios, que es paciente con los pecadores y rico en misericordia, y digámosle: R/ Perdónanos, Señor, como nosotros perdonamos.
Oh Dios, Padre nuestro, tu Hijo vino a buscar y salvar a los extraviados y perdidos. Ayúdanos a nosotros, que nos sabemos pecadores, a aceptar de todo corazón a los que han faltado, y a celebrar juntos la alegría de tu perdón, en Jesucristo nuestro Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios, Padre misericordioso:
Este pan y este vino sobre el altar
son los signos con los que nos ofreces perdón y vida
por medio de tu Hijo Jesucristo.
Él está deseoso
de sentarse a la mesa eucarística
con pecadores como nosotros.
Haznos uno de mente y corazón,
para que el pecado no nos aleje más
de ti ni de nuestros hermanos y hermanas.
Y recíbenos un día
en tu Fiesta de alegría eterna,
por los siglos de los siglos.
Introducción a la Plegaria Eucarística
En el corazón de la Plegaria Eucarística proclamamos que Jesús derramó su sangre para el perdón de los pecados. Demos gracias al Padre por su misericordia.
Nota: Podemos usar hoy las Plegarias Eucarísticas I ó II para la Reconciliación.
Invitación al Padre Nuestro
El hijo pródigo se arrepintió y regresó a su padre.
Con las palabras de Jesús,
nosotros también pedimos a nuestro Padre del cielo
que perdone nuestros pecados
como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
R/ Padre nuestro…
Saludo de Paz
La paz y la reconciliación del Señor
esté siempre con ustedes.
Ofrezcámonos unos a otros el signo de paz,
para mostrar nuestra mutua aceptación y amistad.
Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, el Cordero de Dios
que quita los pecados del mundo.
Él acogió a pecadores y comió con ellos.
Dichosos nosotros,
invitados ahora a participar en su banquete.
R/ Señor, no soy digno…
Oración después de la Comunión
Señor Dios, Padre de todos nosotros:
Acepta nuestra acción de gracias
porque la gracia y el amor
que nos ofreces en Jesús, tu Hijo,
son siempre mayores que nuestros pecados.
Que, en gratitud por tu perdón misericordioso,
llevemos a cabo con alegría
la misión de reconciliación que tú nos confías.
Ojalá experimentemos la alegría de perdonar
por medio de Aquel que es nuestra vida y reconciliación:
Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Sabemos por experiencia que una de las cosas más difíciles en la vida es perdonar plenamente y sin arrepentirnos de ello. ¡Cuánto más felices serían nuestras comunidades si pudiéramos poner a un lado nuestra soberbia herida y perdonarnos unos a otros de todo corazón, y si pudiéramos también dar lugar y nuevas oportunidades a los hermanos alejados y extraviados! Que ojalá sea así nuestra comunidad: una comunidad de aceptación mutua, amistad, fraternidad y reconciliación. Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.