Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

26 Domingo en Tiempo Orinario

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Domingo 28 de Septiembre, 2025

 

VIGESIMOSEXTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 

Acortando distancias entre ricos y pobres

 

Saludo (Ver Segunda Lectura)

Bendito sea nuestro Señor Jesucristo:

A él todo honor y poder eterno.

Que su gracia y su paz estén siempre con ustedes.

 

Introducción del Celebrante

Sabemos que en nuestro país, y en cualquier otra parte –de hecho en amplias zonas del mundo–, existe un ancho y escandaloso espacio entre ricos y pobres. Mucha gente se pregunta –espero que nosotros también: “¿Qué puedo hacer yo frente a toda esta miseria? Mis medios y recursos son muy limitados, y no puedo cargar sobre mis hombros todo el peso del mundo”. Pero sí sabemos lo que el evangelio del pobre Lázaro y del rico epulón nos pide. Si todos, cada uno en su propio lugar, contribuyeran con su participación a solucionar los problemas de pobreza, necesidad y sufrimiento, ¡cuánto mejor llegaría a ser nuestro mundo y cuánto más cercano estaría el Reino! Escuchemos el claro mensaje del Señor en el evangelio de hoy.

 

Acto Penitencial

Ciegos como estamos a nuestros fallos y a las necesidades de los hermanos,

pidámosle al Señor que nos perdone y que nos abra los ojos y el corazón.

                       (Pausa)

Señor Jesús, tú viste en los ojos de los pecadores

su hambre de aceptación y de perdón.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Cristo Jesús, tú te percataste

de la necesidad silenciosa de los pobres

de tomar parte en la vida de la comunidad.

R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

 

Señor Jesús, tú viste la necesidad de las ovejas sin pastor

de tener a alguien a quien seguir y en quien creer.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Elimina nuestros pecados, Señor,

y abre nuestros ojos y corazones

a la compasión y al amor.

Y llévanos a la vida eterna.

 

Oración Colecta

Oremos a Dios y pidámosle

un corazón compasivo y misericordioso.

                        (Pausa)

Oh Dios nuestro, amable y dadivoso:

Tu Hijo Jesucristo, resucitado de entre los muertos,

nos pide que abramos nuestros ojos

a las necesidades de los pobres

y que les demos alimento y bebida.

En ellos queremos reconocer a tu Hijo,

amarlo y cuidarlo.

Tú nos has colmado con tantas cosas buenas,

todas ellas concedidas gratis…

Haznos pobres de corazón

para que podamos entender a los pobres;

haznos lo bastante generosos

para no calcular y medir nuestros dones,

y haznos agradecidos por todo lo que tú nos has dado

llevando alegría y liberación a los hermanos necesitados.

Todo esto te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

 

Primera Lectura: Amós 6,1.4-7: Los ricos se volverán pobres

El profeta Amós vocea la indignación de Dios contra los ricos insensibles. Éstos gozan de la vida sin ninguna preocupación por los pobres. Dios no puede aceptar que una persona o una comunidad toleren semejante desigualdad e indiferencia.

¡Ay de los que se sienten seguros en Sión y confían en el monte de Samaría! Los señalados como jefes de naciones, a quienes acude la casa de Israel. 4Se acuestan en camas de marfil, se apoltronan en sus sillones, comen carneros del rebaño y terneras del establo; 5canturrean al son del arpa, inventan, como David, instrumentos musicales; 6beben vino en copas, se ungen con perfumes exquisitos y no se apenan por la ruina de José. 7Por eso irán al destierro, a la cabeza de los deportados y se acabará la orgía de los libertinos.

 

Salmo responsorial: Alabemos al Señor, que viene a salvarnos

R. (1b) Alabemos al Señor, que viene a salvarnos.
El Señor siempre es fiel a su palabra,
y es quien hace justicia al oprimido;
él proporciona pan a los hambrientos
y libera al cautivo.
R. Alabemos al Señor, que viene a salvarnos.
Abre el Señor los ojos de los ciegos
y alivia al agobiado.
Ama el Señor al hombre justo
y toma al forastero a su cuidado.
R. Alabemos al Señor, que viene a salvarnos.
A la viuda y al huérfano sustenta
y trastorna los planes del inicuo.
Reina el Señor eternamente,
reina tu Dios, oh Sión, reina por siglos. 
R. Alabemos al Señor, que viene a salvarnos.

 

Segunda Lectura: 1 Timoteo 6,11-16: Dar testimonio de Cristo con nuestras vidas

Los cristianos, especialmente los líderes de la comunidad, deben dar testimonio del Padre y de Jesús con su vida cristiana, ya que le deben a Dios su Salvación en Cristo Jesús.

Tú en cambio, hombre de Dios, huye de todo eso; busca la justicia, la devoción a Dios, la fe, el amor, la paciencia, la bondad. 12Pelea el noble combate de la fe. Aférrate a la vida eterna, a la cual te llamaron cuando hiciste tu noble confesión ante muchos testigos. 13En presencia de Dios, que da vida a todo, y de Cristo Jesús, que dio testimonio ante Poncio Pilato con su noble confesión, 14te encargo que conserves el mandato sin mancha ni tacha, hasta que aparezca nuestro Señor Jesucristo, 15quien será mostrado a su tiempo por el bienaventurado y único Soberano, el Rey de reyes y Señor de señores, 16el único que posee la inmortalidad, el que habita en la luz inaccesible, que ningún hombre ha visto ni puede ver. A él el honor y el poder por siempre.

 

Aclamación antes del Evangelio

2 Corintios 8, 9

R. Aleluya, aleluya.
Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre,
para enriquecernos con su pobreza.
R. Aleluya.

 

Evangelio: Lucas 16,19-31: Dios hará ricos a los pobres

El rico de la parábola no se preocupa para nada del pobre a la puerta de su casa. Pero la justicia de Dios invierte la situación: El pobre llega a ser rico ante Dios; por el contrario, el rico egoísta perderá todo lo que posee.

En aquel tiempo Jesús contó esta parábola: 19Había un hombre rico, que vestía de púrpura y lino y todos los días hacía espléndidos banquetes. 20Echado a la puerta del rico había un pobre cubierto de llagas llamado Lázaro, 21que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamerle las heridas. 22Murió el pobre y los ángeles lo llevaron junto a Abrahán. Murió también el rico y lo sepultaron. 23Estando en el lugar de los muertos, en medio de tormentos, alzó la vista y divisó a Abrahán y a Lázaro a su lado. 24Lo llamó y le dijo: Padre Abrahán, ten piedad de mí y envía a Lázaro, para que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua; pues me torturan estas llamas. 25Respondió Abrahán: Hijo, recuerda que en vida recibiste bienes y Lázaro por su parte desgracias. Ahora él es consolado y tú atormentado. 26Además… no se puede atravesar desde aquí hasta ustedes. 27Insistió el rico: Entonces, por favor, envíalo a casa de mi padre, 28donde tengo cinco hermanos; que les advierta no sea que también ellos vengan a parar a este lugar de tormentos. 29Le dice Abrahán: Tienen a Moisés y los profetas: que los escuchen. 30Respondió: No, padre Abrahán; si un muerto los visita, se arrepentirán. 31Le dijo: Si no escuchan a Moisés ni a los profetas, aunque un muerto resucite, no le harán caso.

 

Oración de los Fieles

Oremos a nuestro Padre bondadoso, protector de viudas y huérfanos, y apoyo de los humildes y extraños. Y digámosle: R/ Señor, escucha nuestra súplica.

  • Pidamos voz profética para la Iglesia. Para que no tolere que los pobres sean oprimidos y silenciados y los ayude y defienda siempre, a ti clamamos.
  • Pidamos mente abierta y solidaria para los líderes de las naciones. Para que todo el dinero malgastado en armas de destrucción lo empleen en el bienestar del pueblo, a ti clamamos.
  • Pidamos para nosotros manos abiertas hacia todos los que nos tienden las suyas en gesto de amistad o solicitando ayuda. Para que sepamos acogerlas y llenarlas con nuestra amistad y con nuestro apoyo eficaz, a ti clamamos.
  • Pidamos corazones abiertos hacia los que viven en soledad, miedo o amargura. Para que sepamos responderles eficazmente curando sus heridas con gestos de solidaridad en el nombre del Señor, a ti clamamos.
  • Pidamos ojos abiertos hacia los humildes y pequeños. Para que sepamos respetarlos y restaurar su dignidad de seres humanos e hijos del Padre del cielo, a ti clamamos.
  • Pidamos al Señor comunidades en las que los ricos se preocupen por los pobres, y los pobres enseñen a los ricos a ser pacientes y dependientes de Dios, a ti clamamos.

Oh Dios y Padre nuestro, ayúdanos a usar los bienes de esta tierra para acortar distancias entre ricos y pobres, ya que todos somos hermanos por ser hijos tuyos, ahora y por los siglos de los siglos.

 

Oración sobre las Ofrendas

Oh Dios y Padre nuestro:

Aquí te presentamos pan y vino,

alimento sencillo y bebida de alegría.

Con este gesto de ofrenda

asumimos nuestra responsabilidad para con los pobres.

Que, con tu Hijo y como tu Hijo,

no permanezcamos nunca indiferentes

a la miseria humana y espiritual

de nuestros hermanos necesitados.

Acepta la pobreza de nuestros corazones

y sé tú nuestra única riqueza duradera,

por medio de Jesucristo, nuestro Señor.

 

Introducción a la Plegaria Eucarística

Con Jesús, alabemos al Padre por habernos manifestado su compasión por medio de su Hijo. Que él nos conceda una preocupación viva y cálida por nuestros hermanos necesitados.

 

Invitación al Padre Nuestro

Reconociendo que todos nosotros somos pobres

ante nuestro Padre del cielo,

nos dirigimos a él con toda confianza

con la oración de Jesús, su Hijo.

R/ Padre nuestro…

 

Líbranos, Señor

Líbranos, Señor, de todo egoísmo

que cierra nuestros corazones y nuestras manos

a las necesidades de los hermanos que nos rodean.

Líbranos de esclavizarnos

a las cosas materiales que poseemos,

e incluso a nuestras cualidades y talentos.

Ayúdanos a liberar a nuestros hermanos

del temor y la necesidad

con los dones de nuestras mentes, corazones y bienes materiales,

para prepararnos así dignamente para la venida gloriosa

de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo,

R/ Tuyo es el Reino…

 

Invitación a la Comunión

Éste es Jesucristo, el Señor,

que nos invita a tomar parte en su banquete

y a aprender de él a compartir todo lo que somos y tenemos.

Dichosos nosotros, invitados a su santa cena.

R/ Señor, no soy digno…

 

Oración después de la Comunión

Oh Dios, Padre de los pobres:

En esta celebración eucarística

tu Hijo ha estado aquí con nosotros

y ha llamado a la puerta de nuestros corazones.

Gozosamente lo hemos acogido,

pero ha sido él quien nos ha ofrecido de comer.

Queremos seguir recibiéndolo

y haciendo que se encuentre a gusto

como hermano nuestro

cada vez que alguien nos pida ayuda

o, cuando algún necesitado sea demasiado tímido

para expresar dónde se siente herido.

Te pedimos nos otorgues esa sensibilidad

por medio de Jesucristo nuestro Señor.

 

Bendición

Hermanos: En esta celebración eucarística el Señor nos ha enriquecido con su Palabra y con el don de sí mismo como Pan de Vida. Su Pan nos ha sabido más sabroso porque ha sido Pan compartido. Nosotros estamos dispuestos ahora a enriquecernos unos a otros y a aumentar nuestra felicidad compartiéndola con los hermanos. Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.

 

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