Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

La buena tierra de vida

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Miércoles 23 de Julio, 2025

 

Decimosexta Semana en Tiempo Ordinario

 

LA BUENA TIERRA DE VIDA

 

Oración Colecta

Señor Dios nuestro:

Tú plantas en nuestros corazones

la buena semilla de tu Palabra

y la riegas con tu gracia.

Te pedimos que el buen terreno de nuestros corazones

sea receptivo para cada palabra

que tú nos diriges en el Evangelio,

en los acontecimientos de la vida,

en cada persona buena que encontramos.

Ayúdanos a dar buena y rica cosecha

de integridad, compasión y amor,

por el poder de Jesucristo,

Hijo tuyo y Señor nuestro,

que vive y reina contigo

en la unidad del Espíritu Santo

y es Dios, por los siglos de los siglos.

 

Primera Lectura: Éxodo 16,1-5.9-15

Es totalmente probable que el delicioso maná no fuese ni tan abundante ni tan frecuente como la descripción épica del libro del Éxodo parece suponer. Pero los autores derivan claramente su significado teológico. Cuando la comida es escasa y siempre la misma, cuando los hebreos claman con añoranza por las falsas seguridades de Egipto, cada día “llueve de los cielos” suficiente maná para las necesidades del día. De esta manera los hebreos experimentan que Dios se preocupa y los tiene en la palma de su mano.

El día quince del segundo mes, después de salir de Egipto, toda la comunidad de Israel partió de Elim y llegó al desierto de Sin, entre Elim y el Sinaí. 

Toda la comunidad de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto, diciendo: “Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos. Ustedes nos han traído a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud”. 

Entonces dijo el Señor a Moisés: “Voy a hacer que llueva pan del cielo. Que el pueblo salga a recoger cada día lo que necesita, pues quiero probar si guarda mi ley o no. El día sexto recogerán el doble de lo que suelen recoger cada día y guardarán una parte para el día siguiente”. 

Moisés le dijo a Aarón: “Di a la comunidad de los israelitas: ‘Vengan ante la presencia del Señor, porque él ha escuchado las quejas de ustedes’ ”. Mientras Aarón hablaba a toda la asamblea, ellos se volvieron hacia el desierto y vieron la gloria del Señor, que aparecía en una nube. 

El Señor le dijo a Moisés: “He oído las murmuraciones de los hijos de Israel. Diles de parte mía: ‘Por la tarde comerán carne y por la mañana se hartarán de pan, para que sepan que yo soy el Señor, su Dios’ ”. 

Aquella misma tarde, una bandada de codornices cubrió el campamento. A la mañana siguiente había en torno a él una capa de rocío que, al evaporarse, dejó el suelo cubierto con una especie de polvo blanco, semejante a la escarcha. Al ver eso, los israelitas se dijeron unos a otros: “¿Qué es esto?”, pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: “Este es el pan que el Señor les da por alimento”. 
 

Salmo Responsorial 78: El Señor les dio pan del cielo

R. (24b) El Señor les dio pan del cielo. 
Quisieron poner a prueba a Dios
pidiéndole comida a su capricho
y murmuraban contra él diciendo:
¿Podrá Dios prepararnos un banquete en el desierto”? 
R. El Señor les dio pan del cielo.
Entonces el Señor mandó a las nubes
que abrieran las compuertas de los cielos;
hizo llover maná sobre su pueblo, 
trigo celeste envió como alimento.
Así el hombre comió pan de ángeles.
Dios le dio de comer en abundancia. 
R. El Señor les dio pan del cielo.
Hizo soplar desde el cielo el viento Este
y dirigió con su fuerza el viento Sur.
Hizo llover carne como una polvareda 
y que llovieran aves como arena del mar.
Dios las hizo caer en medio del campamento, 
en torno a sus tiendas de campaña. 
R. El Señor les dio pan del cielo.
 

Aclamación antes del Evangelio

R. Aleluya, aleluya. 
La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo; 
todo aquel que lo encuentra vivirá para siempre. 
R. Aleluya
 

Evangelio: Mateo 13,1-9: Cayó en tierra buena y dio grano

Dios está buscando buena tierra para sembrar sus semillas de vida. ¿Tenemos corazones de piedra en los que nada crece? ¿O corazones abiertos a la Buena Noticia de la Salvación, pero tan cubiertos por malas hierbas que no nos deja tiempo para cultivar el crecimiento en nosotros de la vida y del amor de Dios? Pidamos en esta Eucaristía que sepamos dar buena y rica cosecha, como el profeta Jeremías.

Un día salió Jesús de la casa donde se hospedaba y se sentó a la orilla del mar. Se reunió en torno suyo tanta gente, que él se vio obligado a subir a una barca, donde se sentó, mientras la gente permanecía en la orilla. Entonces Jesús les habló de muchas cosas en parábolas y les dijo:

"Una vez salió un sembrador a sembrar, y al ir arrojando la semilla, unos granos cayeron a lo largo del camino; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros granos cayeron en terreno pedregoso, que tenía poca tierra; ahí germinaron pronto, porque la tierra no era gruesa; pero cuando subió el sol, los brotes se marchitaron, y como no tenían raíces, se secaron. Otros cayeron entre espinos, y cuando los espinos crecieron, sofocaron las plantitas. Otros granos cayeron en tierra buena y dieron fruto: unos, ciento por uno; otros, sesenta; y otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga". 

 

Oración de los Fieles

  • Por los que esparcen la semilla de la Buena Nueva de Salvación –pastores y misioneros, catequistas y maestros–. Para que sigan con ilusión sembrando la semilla, aun cuando no vean cosecha todavía, roguemos al Señor.
  • Por los labradores que siembran y plantan. Para que el Señor les regale buen tiempo y abundantes cosechas, y que nosotros les estemos agradecidos por su duro trabajo, roguemos al Señor.
  • Por todos nosotros. Para que no permitamos que los afanes de la vida asfixien la palabra de Dios en nosotros, sino que nos abramos al mensaje de Dios y lo vivamos constantemente, roguemos al Señor.

 

Oración sobre las Ofrendas

Señor Dios nuestro:

La cosecha de nuestros campos

ha producido sus frutos

y aquí tenemos pan y vino

para traernos fuerza y alegría.

Que ellos se conviertan para nosotros

en el Cuerpo y la Sangre de Jesús, tu Hijo,

para que sigamos creciendo en la vida

que él nos trajo con su muerte y Resurrección,

hasta que estemos maduros

y dispuestos para tu cosecha.

Concédenoslo por Jesucristo nuestro Señor.

 

Oración después de la Comunión

Oh Dios, buen sembrador:

En esta eucaristía tu Hijo Jesús

sembró de nuevo en nosotros

la semilla de la Buena Noticia, del Evangelio.

No permitas que los afanes y preocupaciones de la vida

cubran de malas hierbas tus buenos dones,

ni que estrangulen tu vida en nosotros.

Danos la gracia de que cada uno de nosotros

y todos los miembros de tu Iglesia

seamos buena tierra en la que crezca

todo lo que tú has plantado,

para que, cuando camines por tu campo,

puedas sonreír satisfecho

ante la promesa de una rica cosecha,

a causa de Jesucristo nuestro Señor.

 

Bendición

Hermanos: El evangelio de hoy nos ha dicho: “Un sembrador salió a sembrar”. ¿En qué clase de tierra dejamos caer la semilla en nosotros? Seguramente a veces nuestra tierra es receptiva y está dispuesta, pero otras veces lo está menos. Que la palabra de Dios no permanezca nunca sin respuesta en nosotros. Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.

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