Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

La más pequeña de las semilllas

Description

 Lunes 28 de Julio, 2025 

 

Decimoséptima Semana en Tiempo Ordinario

 

LA MÁS PEQUEÑA DE LAS SEMILLAS

 

Oración Colecta

Señor Dios, Padre nuestro:

Nuestro corazón permanece inquieto

hasta que haya descubierto la paz que tú nos ofreces

en tu Hijo Jesucristo.

Ayúdanos a poner nuestra confianza y alegría

no en cosas frágiles, perecederas,

sino en tu Hijo, en su Buena Nueva de Salvación,

y en el Reino que vino a instaurar entre nosotros.

Haznos pobres de espíritu y receptivos;

danos a cada uno de nosotros un corazón atento y sabio

para seguir buscando hasta que te encontremos a ti

en Jesús y en nuestros hermanos.

Te lo pedimos por el mismo Cristo, Señor nuestro,

que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo

Y es Dios por los siglos de los siglos.

 

Primera Lectura: Éxodo 32,15-24.30-34 "Este pueblo ha pecado"

La adoración del becerro de oro en la que cayó el Pueblo de Dios es sinónimo no solo de infidelidad sino de la busca desordenada de riquezas materiales. Embelesarse con ídolos como el poder, el prestigio, las posesiones… no es patrimonio exclusivo del Pueblo del Antiguo Testamento. Hoy, también nosotros hacemos muchas veces eco de esa adoración toda vez que incurrimos en el consumo egoísta e indiscriminado, en la injusta distribución de los bienes, en el individualismo egoísta, en la expoliación de los derechos humanos y los derechos de toda la Creación…

En aquellos días, Moisés bajó del monte y regresó trayendo en sus manos las dos tablas de la alianza, que estaban escritas por ambos lados. Las tablas eran obra de Dios y la escritura grabada sobre ellas era también obra de Dios.

Cuando Josué oyó los gritos del pueblo, le dijo a Moisés: “Se oyen gritos de guerra en el campamento”. Moisés le respondió: “No son gritos de victoria ni alaridos de derrota. Lo que oigo son cantos”.

Cuando Moisés se acercó al campamento y vio el becerro y las danzas, se enfureció, arrojó las tablas y las hizo añicos al pie del monte. Luego tomó el becerro que habían hecho, lo echó al fuego y lo molió hasta reducirlo a polvo, que esparció en el agua y se la hizo beber a los israelitas.

Después le dijo Moisés a Aarón: “¿Qué te ha hecho este pueblo para que lo hayas arrastrado a cometer un pecado tan grave?” Aarón le respondió: “No te enfurezcas, señor mío, pues tú ya sabes lo perverso que es este pueblo. Me dijeron: ‘Haznos un dios que nos guíe, pues no sabemos lo que le ha pasado a Moisés, ese hombre que nos sacó de Egipto’. Yo les contesté: ‘Los que tengan oro, que se desprendan de él’. Ellos se quitaron el oro y me lo dieron; yo lo eché al fuego y salió ese becerro”.

Al día siguiente, Moisés le dijo al pueblo: “Han cometido ustedes un pecado gravísimo. Voy a subir ahora a donde está el Señor, para ver si puedo obtener el perdón de ese pecado”.

Así pues, fue Moisés a donde estaba el Señor y le dijo: “Ciertamente este pueblo ha cometido un pecado gravísimo al hacerse un dios de oro. Pero ahora, Señor, te ruego que les perdones su pecado o que me borres a mí de tu libro que has escrito”. El Señor le respondió: “Al que haya pecado contra mí, lo borraré de mi libro. Ahora ve y conduce al pueblo al lugar que te he dicho y mi ángel irá delante de ti. Pero cuando llegue el día de mi venganza, les pediré cuentas de su pecado”.

 

Salmo Responsorial 106: Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo

R. (1a) Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo.
En el Horeb se hicieron un becerro,
un ídolo de oro, y lo adoraron.
Cambiaron al Dios, que era su gloria,
por la imagen de un buey que come pasto.
R. Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo.
Se olvidaron del Dios que los salvó,
que hizo portentos s en Egipto,
en la tierra de Cam, mil maravillas
y en las aguas del mar Rojo, sus prodigios.
R. Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo.
Por eso hablaba Dios de aniquilarlos;
pero Moisés, que era su elegido,
se interpuso, a fin de que, en su cólera,
no fuera el Señor a destruirlos.
R. Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo.

 

Aclamación antes del Evangelio

Santiago 1,18

R. Aleluya, aleluya.
Por su propia voluntad el Padre nos engendró
por medio del Evangelio,
para que fuéramos, en cierto modo,
primicias de sus creaturas.
R. Aleluya.

 

Evangelio: Mateo 13,31-35: El Reino se parece a una pequeña semilla

Una pequeñísima semilla se convierte en un gran árbol. La Palabra de Dios es esa pequeña semilla que, sembrada y cuidada en nuestros corazones, crece y llegar a ser poco a poco un árbol gigantesco, capaz de abrigar a todos; un Reino de paz y justicia que vence toda contradicción y odio.

En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la muchedumbre: “El Reino de los cielos es semejante a la semilla de mostaza que un hombre siembra en su huerto. Ciertamente es la más pequeña de todas las semillas, pero cuando crece, llega a ser más grande que las hortalizas y se convierte en un arbusto, de manera que los pájaros vienen y hacen su nido en las ramas”.

Les dijo también otra parábola: “El Reino de los cielos se parece a un poco de levadura que tomó una mujer y la mezcló con tres medidas de harina, y toda la masa acabó por fermentar”.

Jesús decía a la muchedumbre todas estas cosas con parábolas, y sin parábolas nada les decía, para que se cumpliera lo que dijo el profeta: Abriré mi boca y les hablaré con parábolas; anunciaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo.

 

Oración de los Fieles

  • Que la diminuta chispa de fe, todavía viva en los corazones de muchos que abandonan la Iglesia, no se apague totalmente, sino que crezca de nuevo y sea luz brillante que los guíe a Dios y a sus hermanos,
  • Que los misioneros sigan sembrando la semilla de la alegre Buena Noticia del Señor en nuestro mundo, que con frecuencia se muestra indiferente y hostil al Evangelio,
  • Que las semillas del compartir y de la unidad sigan creciendo en nuestras comunidades cristianas, hasta que lleguen a ser un solo corazón y una sola alma,

 

Oración sobre las Ofrendas

Oh Dios, Padre paciente y todopoderoso:

traemos ante ti estos frutos: el pan y el vino,

que han crecido de pequeñas semillas de trigo

y de pequeños brotes de la vid.

Por el poder de tu Espíritu

ellos se convertirán en el Cuerpo y Sangre de Jesús,

tu Hijo entre nosotros.

Que la semilla de su vida y de su mensaje

dé mucho fruto en nosotros, tu Pueblo,

y nos haga ser el cuerpo místico de Cristo para el mundo,

Te lo pedimos por el mismo Cristo nuestro Señor.

 

Oración después de la Comunión

Oh Dios, Padre nuestro:

Con mano generosa has sembrado en nosotros

la semilla de todo lo bueno y verdadero:

tu Hijo Jesucristo.

Aunque nuestra fe y amor

parezcan ahora insignificantes,

danos la esperanza y la fuerza

para que él pueda unirnos a una comunidad

en la que la justicia, la verdad y la libertad prevalezcan

hasta que la cosecha esté madura para la siega.

Danos esto por mediación de Cristo tu Hijo, nuestro Señor.

 

Bendición

Todo crecimiento es lento, tan lento que es casi invisible. Todo lo que crece necesita tiempo. Ese es el modo cómo la palabra de Dios, en la que creemos, tiene que crecer y construir un Reino donde la gente responda con fidelidad y realice los planes del mismo Dios. Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.

BibleClaret

Hong Kong

Síguenos

Copyright © Bibleclaret 2025. All Rights Reserved.