Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

El sufrimiento y la sabiduría de Dios

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Sábado 5 de Octubre, 2024

 

26 Semana en Tiempo Ordinario

 

EL SUFRIMIENTO Y LA SABIDURÍA DE DIOS


 

Oración Colecta

Padre nuestro que estás en el cielo:

Tu Hijo nos recomienda

tener la actitud de un niño

si deseamos entrar en el Reino de los cielos.

Te damos gracias por Santa Teresa (o Teresita),

que vivió generosa y confiadamente

el pequeño camino de las Bienaventuranzas.

Ya que tienes preferencia por los niños y los humildes,

te pedimos que nos des el corazón de un niño

sencillo, sin pretensiones y receptivo al amor,

que confíe y crea en ti y en la gente,

para que lleguemos a ser sabios con tu sabiduría

y crecer hasta la talla perfecta

de Jesucristo nuestro Señor.

 

Job 42,1-3.5-6.12-16: Entiendo y me retracto

Hoy oímos las últimas palabras que cierran el libro de Job. En sus sufrimientos, Job ha gritado sus quejas. Sus amigos han tratado de justificar a Dios, pero él no acaba de entender plenamente. Hasta que, por fin, sus ojos ven, acepta que Dios es más grande y más sabio, y que Dios sabe mejor. Nosotros podemos entender mejor que Job, porque hemos visto el rostro sufriente de Cristo crucificado.

Job le dijo al Señor:
“Reconozco que lo puedes todo
y que ninguna cosa es imposible para ti.
Era yo el que con palabras insensatas
empañaba la sabiduría de tus designios;
he hablado de grandezas que no puedo comprender
y de maravillas que superan mi inteligencia.
Yo te conocía sólo de oídas,
pero ahora te han visto ya mis ojos;
por eso me retracto de mis palabras
y me arrepiento, echándome polvo y ceniza”.

El Señor bendijo a Job al final de su vida más que al principio: llegó a poseer catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil burras.

Tuvo siete hijos y tres hijas; la primera se llamaba Paloma, la segunda Canela y la tercera Azabache. No había en todo el país mujeres más bellas que las hijas de Job. Su padre les asignó una parte de la herencia, al igual que a sus hermanos.

Y Job vivió hasta los ciento cuarenta años y vio a sus hijos, a sus nietos y a sus bisnietos. Murió anciano y colmado de años.

 

Salmo Responsorial

Salmo 118, 66. 71. 75. 76. 91. 125. 130

R. (135a) Enséñame, Señor, tus mandamientos.
Enséñame a gustar y a comprender tus preceptos,
pues yo me fío de ellos.
Sufrir fue provechoso para mí,
pues aprendí, Señor, tus mandamientos. R.
R. Enséñame, Señor, tus mandamientos.
Yo bien sé que son justos tus decretos
y que tienes razón cuando me afliges.
Todo subsiste hasta hoy por orden tuya
y todo está a tu servicio. R.
R. Enséñame, Señor, tus mandamientos.
Yo soy tu siervo:
Instrúyeme y conoceré tus preceptos.
La explicación de tu palabra
Da luz y entendimiento a los humildes. R.
R. Enséñame, Señor, tus mandamientos.

 

Aclamación antes del Evangelio

Cfr Mt 11, 25

R. Aleluya, aleluya.
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del Reino
a la gente sencilla.
R. Aleluya.

 

Evangelio: Lucas 10,17-24: Te alabo Padre

En el evangelio los discípulos, y Jesús con ellos, se regocijan porque el pueblo ha sido liberado del poder del maligno en el nombre de Jesús.

En aquel tiempo, los setenta y dos discípulos regresaron llenos de alegría y le dijeron a Jesús: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre”.

Él les contestó: “Vi a Satanás caer del cielo como el rayo. A ustedes les he dado poder para aplastar serpientes y escorpiones y para vencer toda la fuerza del enemigo, y nada les podrá hacer daño. Pero no se alegren de que los demonios se les sometan. Alégrense más bien de que sus nombres están escritos en el cielo”.

En aquella misma hora, Jesús se llenó de júbilo en el Espíritu Santo y exclamó: “¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! ¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien! Todo me lo ha entregado mi Padre y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”.

Volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: “Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven. Porque yo les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron”.

 

Oración de los Fieles

  • Por los pobres y los que sufren, por las víctimas de la injusticia y la explotación; por los que viven solos, por los desesperados… Para que nosotros no solo les mostremos compasión, sino que los ayudemos a aligerar sus pesadas cargas, roguemos al Señor.
  • Por los moribundos en su hora de lucha interior. Para que el Señor Jesús, por los méritos de su agonía en Getsemaní, les dé fortaleza y esperanza, roguemos al Señor.
  • Por todos nosotros. Para que aprendamos a aceptar nuestras cruces y a llevarlas animosamente con Jesucristo, roguemos al Señor.

 

Oración sobre las Ofrendas

Oh Dios, todopoderoso y eterno

Tu Hijo Jesús renunció voluntariamente

a todos los honores y privilegios divinos

para convertirse humildemente en uno de nosotros

y morir nuestra muerte.

Él se nos da aquí en la eucaristía

en la forma de un humilde trozo de Pan.

Danos la actitud de Jesús:

que seamos humildes y respetuosos

ante ti y ante los hermanos

y disponibles para todos los llamados y necesidades.

Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor.

 

Oración después de la Comunión

Señor Dios nuestro:
Nadie tan grande como tú

se ha hecho a sí mismo tan pequeño como tú;

nadie tan distante como tú

se ha hecho a sí mismo

tan cercano a nosotros en nuestras debilidades

como tú, en tu Hijo Jesucristo.

Que sepamos ver a tu Hijo, como Santa Teresita,

y crecer constantemente en él.

Haznos modestos y espontáneos

contigo y con los demás,

viviendo con confianza, esperanza y alegría

como Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor.

 

Bendición

Hermanos: El sufrimiento y el mal son uno de los grandes y más problemáticos misterios de nuestra existencia. Para muchas de nuestras preguntas, no hallamos respuestas. Y esta situación nos rebela, aun cuando entendamos que buena parte del dolor del mundo es consecuencia del pecado humano. Mientras abrazamos el misterio de la Cruz, abracemos también la promesa de Vida del Resucitado, con la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Que ella descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.

 

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