Miércoles 21 de Diciembre
LA ALEGRÍA DEL ENCUENTRO
Liturgia de la Palabra
Primera Lectura: Cant 2,8-14 o Sof 3,14-18a
Pocas cosas, si es que hay alguna, son más lindas, tanto a nivel humano como divino, que el encuentro entre personas. Un encuentro supone una gran alegría y una gracia incomparable. El libro del Cantar de los Cantares habla del encuentro entre un joven pretendiente y la joven que él ama. Ésta es probablemente una imagen simbólica del amor entre Dios e Israel.
Evangelio: Lc 1,39-45
María, embarazada de Jesús, va al encuentro de su prima Isabel, que también está encinta por la gracia de Dios. Y con ellas, de alguna manera, se encuentran Jesús y Juan el Bautista, su precursor. ¡Ojalá nuestros encuentros se les parecieran un poco, como cristianos portadores de Jesús!
Oración Colecta
Oh Dios, cercano y amigo:
Nosotros tendemos a perdernos
en el ajetreo y el ruido del día,
en nuestro trabajo y en nuestros nimios afanes.
Danos frescura de corazón
para buscar las cosas que son realmente importantes,
ésas que hacen nuestra vida profundamente humana.
Y al mismo tiempo ábrenos a tu mundo,
a tu visión y a tus valores.
Haz que anhelemos encontrarte con alegría
para que descubramos de nuevo el valor incomparable
de la entrega gratuita, del respeto al otro,
del amor espontáneo,
por Jesucristo nuestro Señor.
Cant 2,8-14: Llega mi amado, saltando sobre los montes
¡Un rumor...! ¡Mi amado! Véanlo, aquí llega saltando por los montes, brincando por las colinas! 9Es mi amado un gamo, parece un cervatillo. Véanlo parado tras la cerca, mirando por las ventanas, atisbando por la reja. 10Habla mi amado y me dice: ¡Levántate, amada mía, preciosa mía, vente! 11Mira, el invierno ya ha pasado, las lluvias han cesado, se han ido. 12Brotan flores en el campo, llega el tiempo de los cánticos, el arrullo de la tórtola se oye en nuestra tierra; 13en la higuera despuntan las yemas, las vides abultadas perfumean. ¡Levántate, amada mía, hermosa mía, vente! 14Paloma mía, en las grietas de la rocas, en el escondrijo escarpado, déjame ver tu figura, déjame escuchar tu voz: ¡Es tan dulce tu voz, es tan fascinante tu figura!
Salmo 33: ¡Aclamen, justos, al Señor, canten un cántico nuevo
Lc 1,39-45: ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
Unos días después, María se levantó y se dirigió apresuradamente a la serranía, a un pueblo de Judea. 40Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. 41Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura dio un salto en su vientre; Isabel, llena de Espíritu Santo, 42exclamó con voz fuerte: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. 43¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? 44Mira, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura dio un salto de gozo en mi vientre. 45¡Dichosa tú que creíste! Porque se cumplirá lo que el Señor te anunció.
Oración de los Fieles
Te rogamos, Señor, que nosotros también te llevemos a nuestros encuentros cotidianos. Por eso te pedimos: R/Que te reconozcamos en nuestras hermanas y hermanos.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios, Padre de amor:
En esta eucaristía nos encuentras de nuevo
por medio de tu Hijo Jesucristo.
Que en estos signos de pan y vino
lo encontremos realmente a él, de modo íntimo.
Que encienda nuestros corazones con su Espíritu
para que sepamos renunciar a nuestras seguridades humanas.
Y nos atrevamos, con él,
a llegar a ser su pueblo
en el mismo Jesucristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Oh Dios, Padre nuestro:
Hemos encontrado a tu Hijo
en su Palabra y en su Cuerpo eucarístico.
Que vayamos con él a proclamar
tu palabra de ánimo y de perenne esperanza.
Y que él nos transforme
en su Cuerpo visible para el mundo.
Para que cada encuentro con nuestros hermanos
se convierta, de ahora en adelante,
en bendición, gracia y alegría
y en entrega generosa a ti
y a todos los hermanos,
por Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: La venida de Cristo en Belén trajo alegría al mundo. Con él hay esperanza. ¡No hay ya más espacio para el miedo y la tristeza! ¡Incluso la cruz puede llevarnos a la alegría! Que el Señor nos haga su pueblo, contento y alegre. Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.