Sábado, 4 de Enero, 2025
Tiempo de Navidad
“¡VENGAN Y VEAN!”
Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
Tu Hijo pasa entre nosotros
como el Cordero salvador,
pero con frecuencia no nos percatamos de su presencia.
Danos ojos de fe
para que lo vislumbremos
en el amor y compasión de los hermanos que nos rodean,
en su ánimo y en su ayuda,
en su interés y compromiso por la justicia.
Porque en su bondad tú te muestras a ti mismo
a través de tu Hijo Jesucristo, que vive contigo
y con el Espíritu Santo, un solo Dios,
por los siglos de los siglos.
Primera Lectura: 1 Jn 3,7-10 No puede pecar, porque ha nacido de Dios
La primera lectura nos habla de la conducta de los hijos de Dios: amar a nuestras hermanas y hermanos, practicar el bien y la justicia. Para que todos conozcan un poco por los hijos al Padre.
Jn 1,35-42: «Hemos encontrado al Mesías»
“¡Venga y vean!”, dice Jesús a los dos discípulos de Juan el Bautista, que tenían mucha curiosidad acerca de él. Ellos fueron y vieron a su Salvador, y lo siguieron. Ojalá pudiéramos nosotros decir lo mismo hoy a nuestros hermanos –sobre todo a los “alejados”– y mostrarles a Jesús. ¿Lo encontrarían en nosotros? Y nosotros, ¿lo reconoceríamos?
En aquel tiempo, estaba Juan el Bautista con dos de sus discípulos, y fijando los ojos en Jesús, que pasaba, dijo: “Éste es el Cordero de Dios”. Los dos discípulos, al oír estas palabras, siguieron a Jesús. Él se volvió hacia ellos, y viendo que lo seguían, les preguntó: “¿Qué buscan?” Ellos le contestaron: “¿Dónde vives, Rabí?” (Rabí significa ‘maestro’). Él les dijo: “Vengan a ver”. Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Eran como las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron lo que Juan el Bautista decía y siguieron a Jesús. El primero a quien encontró Andrés, fue a su hermano Simón, y le dijo: “Hemos encontrado al Mesías” (que quiere decir ‘el Ungido’). Lo llevó a donde estaba Jesús y éste, fijando en él la mirada, le dijo: “Tú eres Simón, hijo de Juan. Tú te llamarás Kefás” (que significa Pedro, es decir, ‘roca’).
Oración de los Fieles
Dios nuestro, nosotros también queremos verte, seguirte y mostrarte. Por eso te decimos: R/Queremos seguir tus huellas, Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios y Padre nuestro:
Tú nos has invitado a venir y a ver
a tu Hijo Jesucristo, nuestro Salvador,
en estos signos de pan y vino.
Que él esté con nosotros no solo aquí
en esta celebración eucarística
sino en los diarios acontecimientos de la vida,
para que él ilumine nuestra gris monotonía
con su cercanía viva
y que él transforme en nosotros nuestra visión del mundo,
el modo de mirar a la gente y a las cosas,
porque él es nuestro Señor y Salvador
por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión
Señor y Dios vivo:
Te damos gracias por habernos reunido hoy
en torno a nuestro hermano Jesucristo
y por restaurarnos con la fuerza
de su Cuerpo y de su Sangre.
Que él permanezca con nosotros
como nuestro compañero en la vida,
para que también nosotros podamos decir
a los que nos encontramos en el camino:
“Vengan y vean; Jesús está vivo entre nosotros”.
Que vengan y vean cómo tratamos de amarnos
y servirnos los unos a los otros.
Que vengan y vean cómo hay entre nosotros
justicia, confianza y esperanza.
Ayúdanos a proclamar y a vivir todo esto
con toda verdad y sinceridad
por el poder de Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: “Hemos encontrado al Salvador”, exclamaba el apóstol en el evangelio de hoy. Nosotros también lo hemos encontrado. Que esto constituya nuestra alegría y nos impulse a compartir nuestra experiencia con nuestros hermanos. Que ojalá todos nosotros lo encontremos de verdad y lo proclamemos a nuestros hermanos, con la bendición del Señor. Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y les acompañe siempre.
En el evangelio de este día se nos muestra claramente cómo el Bautista encamina a sus discípulos hacia Jesús. Estos, al escucharlo, deciden seguirlo. Al mismo tiempo, Jesús nos hace la invitación de vivir en él (“Vengan y vean”) y permanecer en él (“se quedaron con él aquel día”). Es importante recalcar en este evangelio la importancia del testigo (Andrés) pues encuentra a su hermano Simón y lo conduce al Mesías. El encuentro con Jesús nos debe cambiar la vida, nos debe transformar nuestro carnet de identidad, así como lo hizo con Simón. Recordemos siempre que esto no es porque nosotros queramos sino porque es una gracia del mismo Jesús que nos seduce al pasar por nuestro camino, muchas veces inesperadamente. Tengamos en cuenta que, en nuestra vida cristiana, siempre hay alguien que nos muestra a Jesús y por eso hay que agradecer, porque ese encuentro que hemos tenido con Jesús nos ha cambiado la vida. Tengamos memoria agradecida.