Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

“Tus pecados quedan perdonados”

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Viernes 17 de Enero, 2025

 

Primera Semana Ordinario

 

“TUS PECADOS QUEDAN PERDONADOS”

 

Oración Colecta

Oh Dios y Padre nuestro:

Somos tu pueblo,

a veces paralizado por nuestros miedos

y nuestra fascinación por el pecado.

Que tu Hijo nos dirija

sus palabras poderosas de perdón y de fortaleza,

para levantarnos por encima de nosotros mismos,

de nuestra cobardía y de nuestras torpezas.

Así iremos resueltamente

por el camino hacia ti y a los hermanos,

por el poder de Jesucristo nuestro Señor.

 

Primera Lectura: Hebreos 4,1-5.11  Dios descansó el séptimo día

El escritor de la Carta a los Hebreos les dice a los judíos cristianos, dispersados a causa de su fe, que no busquen su retorno a la ciudad de descanso, Jerusalén, ni a Palestina, sino más bien que procuren la tranquilidad y la paz viviendo en el amor de Dios. Como peregrinos, están en marcha hacia la tierra prometida del cielo. No deberían buscar el “descanso” de instalarse, sintiéndose seguros, en su propio país de origen.

También nosotros deberíamos procurar constantemente la paz con Dios y con los hermanos y no nuestro “descanso” y seguridad aferrados a las cosas materiales...

Hermanos: Mientras está en pie la promesa de entrar en el descanso de Dios, tengamos cuidado, no sea que alguno se quede fuera. Porque a nosotros también se nos ha anunciado este mensaje de salvación, lo mismo que a los israelitas en el desierto; pero a ellos no les sirvió de nada oírlo, porque no lo recibieron con fe. En cambio, nosotros, que hemos creído, ciertamente entraremos en aquel descanso, al que se refería el Señor, cuando dijo: Por eso juré en mi cólera que no entrarían en mi descanso.

Los trabajos de Dios terminaron con la creación del mundo, ya que al hablar del séptimo día, la Escritura dice que Dios descansó de todos sus trabajos el día séptimo; y en el pasaje de que estamos hablando, afirma que no entrarían en su descanso.

Apresurémonos, pues, a entrar en ese descanso; no sea que alguno caiga en la infidelidad, como les sucedió a los israelitas.
 

Salmo Responsorial

Salmo 77, 3 y 4bc. 6c-7. 8

R. (cf 7c) No olvidemos las hazañas del Señor. 
Cuanto hemos escuchado y conocemos 
del poder del Señor y de su gloria, 
cuanto nos han narrado nuestros padres, 
nuestras hijos lo oirán de nuestra boca. 
R. No olvidemos las hazañas del Señor.
Que ellos también lo cuenten a sus hijos
para que en Dios coloquen su esperanza, 
cumplan los mandamientos del Señor 
y no echen al olvido sus hazañas. 
R. No olvidemos las hazañas del Señor.
Que no vayan a ser, como sus padres, 
generación rebelde y obstinada,
inconstante de corazón 
e infiel a Dios, de alma. 
R. No olvidemos las hazañas del Señor.

 

Aclamación antes del Evangelio

Lucas 7,16

R. Aleluya, aleluya.
Un gran profeta ha surgido entre nosotros.
Dios ha visitado a su pueblo.
R. Aleluya.

 

Evangelio: Marcos 2,1-12  El Hijo del Hombre puede perdonar pecados

En la Biblia, a los milagros se los llaman “signos”. Son –como la curación del paralítico– manifestaciones visibles de que algo importante ha ocurrido en el interior de la persona. El paralítico puede caminar. Puede ponerse de pie y moverse como un ser humano, como una persona que recibe perdón y que puede alzarse de la parálisis del pecado. ¿No podríamos nosotros también dar “señales” a la gente que nos rodea de que Dios está vivo en nosotros, mientras las alzamos y eficazmente las hacemos salir de sus miserias?

Cuando Jesús volvió a Cafarnaúm, corrió la voz de que estaba en casa, y muy pronto se aglomeró tanta gente, que ya no había sitio frente a la puerta. Mientras él enseñaba su doctrina, le quisieron presentar a un paralítico, que iban cargando entre cuatro. Pero como no podían acercarse a Jesús por la cantidad de gente, quitaron parte del techo, encima de donde estaba Jesús, y por el agujero bajaron al enfermo en una camilla.

Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, le dijo al paralítico: “Hijo, tus pecados te quedan perdonados”. Algunos escribas que estaban allí sentados comenzaron a pensar: “¿Por qué habla éste así? Eso es una blasfemia. ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?”

Conociendo Jesús lo que estaban pensando, les dijo: “¿Por qué piensan así? ¿Qué es más fácil, decirle al paralítico: ‘Tus pecados te son perdonados’ o decirle: ‘Levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa’? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados – le dijo al paralítico –: Yo te lo mando: levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa”.

El hombre se levantó inmediatamente, recogió su camilla y salió de allí a la vista de todos, que se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: “¡Nunca habíamos visto cosa igual!”

 

Oración de los Fieles

  • Para que la Iglesia, consciente de sus propios defectos y oportunidades perdidas, ofrezca humildemente perdón y nuevas oportunidades a todos los que yerran, y llegue a ser en el mundo un signo de perdón y reconciliación, roguemos al Señor.
  • Para que nuestros hogares sean espacios de mutua comprensión y reconciliación; que los jóvenes aprendan de sus padres y de todos a perdonar ofensas y heridas, roguemos al Señor.
  • Por todas las comunidades cristianas, para que estemos menos interesados en nuestros derechos y en nuestra soberbia ofendida que en aprender el camino de Jesús, el perdón y la reconciliación, y en ayudarnos unos a otros a hacernos nuevos y a trabajar juntos por un mundo mejor, roguemos al Señor.

 

Oración sobre las Ofrendas

Oh Dios y Padre nuestro:

Que tu Hijo venga aquí entre nosotros

para tomarnos de la mano

y hacernos levantar con alegría y valor.

Renuévanos con su Cuerpo y con su Sangre

para que seamos también, los unos para los otros,

como su palabra que da ánimo

y como sus manos que ayudan.

Y de esta forma la gente te alabe y te bendiga,

ahora y por los siglos de los siglos.

 

Oración después de la Comunión

Oh Dios y Padre nuestro:

Tu Hijo estaba siempre atento al pueblo,

a sus desgracias y necesidades.

Que él viva en nosotros hoy

y que nosotros seamos su voz

que lleve a todos reconciliación y paz.

Que seamos también su corazón,

que ame sin límites ni fronteras;

y sus manos, que construyan un mundo

de justicia, dignidad, servicio y amor.

Te pedimos todo esto

en el nombre de Jesús, el Señor.

 

Bendición

Hermanos: Intentemos, con todo nuestro ser, alzar de nuevo a los que están paralizados por sus propios temores, limitaciones y condenas, y acompañarlos en su viaje hacia Dios y hacia los hermanos. Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y permanezca para siempre.

No existe persona que se haya liberado de sufrir algún tipo de exclusión. Por el color de piel, el idioma, la nacionalidad, la procedencia  social o la condición económica se invisibiliza y margina a muchos seres humanos negándoles su dignidad.. La Carta a los Hebreos, en cambio, invita a la comunidad a permanecer en Dios ‘para que nadie sea excluido’ (Heb 4,1) de la vida comunitaria que celebra el reino de Dios. Marcos, por su parte, con el relato del paralítico nos recuerda que la exclusión también se vive en las relaciones socio-religiosas, principalmente si se clasifica a las personas. Toda comunidad de fe debe acoger e incorporar a quienes son rechazados por la lógica de este mundo, sin importar su condición. El paralítico es llevado ante Jesús por es misma fuerza comunitaria, y la acción solidaria tiene como fruto la curación física y la liberación de la exclusión y la marginación. Pidamos a Dios que nos ayude a construir su proyecto salvífico, opuesto a toda forma de exclusión. 

 

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