Sábado 25 de Enero, 2025
CONVERSIÓN DE SAN PABLO APÓSTOL Fiesta
Introducción
La conversión debió suponer un tremendo cambio de mentalidad para San Pablo, una verdadera conversión. No solamente se hacía proscrito, como judío, al hacerse cristiano, sino que se lo consideraba como renegado, traidor, ya que Pablo había sido rabbi, fariseo, rabioso perseguidor de cristianos.
Y ahora ese mismo Pablo sigue a Jesús. Cristo ha venido a ser su vida. Como su Señor Jesús, Pablo también se sienta a la mesa con pecadores, recaudadores de impuestos y paganos. De ahora en adelante entregará su vida a Cristo y a la Iglesia, una comunidad en la que no hay distinción entre griego y bárbaro, entre ciudadanos esclavos y libres, entre hombres y mujeres, y especialmente entre judíos y no-judíos.
Oración Colecta
Señor, Dios nuestro, Padre de todos:
Que nuestra celebración de hoy,
la conversión de San Pablo,
llegue a ser para nosotros también
una profunda experiencia de conversión
y de encuentro íntimo contigo.
Que esta fiesta nos haga más conscientes
de que cualquier mal que infligimos a otros
te lo hacemos a ti,
y lo bueno que hacemos, y el amor que mostramos,
te lo damos también a ti.
Danos la gracia de amar a todos, como San Pablo.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Hch 22,3-16: «Levántate y recibe el bautismo»
En aquellos días, Pablo dijo al pueblo: "Yo soy judío, nací en Tarso de Cilicia, pero me crié aquí, en Jerusalén; fui alumno de Gamaliel y aprendí a observar en todo su rigor la ley de nuestros padres y estaba tan lleno de celo por las cosas de Dios, como lo están ustedes ahora.
Perseguí a muerte al camino cristiano, encadenando y metiendo en la cárcel a hombres y mujeres, como pueden atestiguarlo el sumo sacerdote y todo el consejo de los ancianos. Ellos me dieron cartas para los hermanos de Damasco y me dirigí hacia allá en busca de creyentes para traerlos presos a Jerusalén y castigarlos.
Pero en el camino, cerca ya de Damasco, a eso del mediodía, de repente me envolvió una gran luz venida del cielo; caí por tierra y oí una voz que me decía: 'Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?' Yo le respondí: 'Señor, ¿quién eres tú?' Él me contestó: 'Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues'. Los que me acompañaban vieron la luz, pero no oyeron la voz del que me hablaba. Entonces yo le dije: '¿Qué debo hacer, Señor?' El Señor me respondió: 'Levántate y vete a Damasco; allá te dirán todo lo que tienes que hacer'. Como yo no podía ver, cegado por el resplandor de aquella luz, mis compañeros me llevaron de la mano hasta Damasco.
Allí, un hombre llamado Ananías, varón piadoso y observante de la ley, muy respetado por todos los judíos que vivían en Damasco, fue a verme, se me acercó y me dijo: 'Saulo, hermano, recobra la vista'. Inmediatamente recobré la vista y pude verlo. Él me dijo: 'El Dios de nuestros padres te ha elegido para que conocieras su voluntad, vieras al Justo y escucharas sus palabras, porque deberás atestiguar ante todos los hombres lo que has visto y oído. Y ahora, ¿qué esperas? Levántate, recibe el bautismo, reconoce que Jesús es el Señor y queda limpio de tus pecados' ".
Sal 117: «Vayan por el mundo entero y proclamen el Evangelio»
Evangelio: Mc 16,15-18: A los que crean los acompañarán signos
Jesús dijo a los Once: «Vayan por todo el mundo proclamando la buena noticia a toda la humanidad. 16Quien crea y se bautice se salvará; quien no crea se condenará. 17A los creyentes acompañarán estas señales: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán lenguas nuevas, 18agarrarán serpientes; si beben algún veneno, no les hará daño; pondrán las manos sobre los enfermos y se sanarán».
Oración de los Fieles
Oración sobre las Ofrendas
Oh Padre de todos:
Ojalá llegue el día en que todos los hombres y mujeres,
donde quiera que vivan,
quienesquiera que sean,
en toda su variedad y dones,
conozcan a tu Hijo Jesucristo,
escuchen su Palabra,
y se sienten a su mesa.
Que toda la Iglesia hoy
continúe el trabajo de San Pablo
con gran celo y convicción.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Oh Dios universal,
Dios de todas las gentes y de todas las naciones:
Que ojalá todo el mundo se encontrara
profunda e íntimamente con tu Hijo Jesús
y que él llegara a ser la luz y la vida de todos.
Que viva él ciertamente en nosotros,
en nuestras alegrías y sufrimientos,
en nuestras aspiraciones y esperanzas
en nuestros amores y amistades.
Que él sea la inspiración y el sentido
de todo lo que somos y hacemos.
De este modo, ojalá atraigamos a nuestros hermanos
a Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Después de la conversión de San Pablo, Ananías le dijo: “Tú serás el testigo del Justo, de Cristo, ante toda la humanidad, dando testimonio de todo lo que has visto y oído”. Nosotros también tenemos que dar testimonio de Aquel a quien hemos encontrado, Cristo. Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y los acompañe siempre.
Hoy celebramos como Iglesia la conversión de Saulo o más bien la resignificación de sus convicciones como creyente del judaísmo. Recuperemos de la primera lectura el valor inestimable de la identificación de Jesús con la comunidad perseguida, pauta para comprender que Jesús continúa siendo perseguido en personas vulnerables y estigmatizadas. La caída de Pablo tiene diversas interpretaciones pero intentemos quedarnos con aquella vivencia humana que nos dice que de las caídas se aprende. El camino cristiano no puede obviar el abajamiento como camino de madurez en la fe y como testimonio de quien deja a Dios actuar en la propia vida. A San Pablo le debemos esa apertura del movimiento de Jesús en los orígenes al mundo gentil, atestiguando que Dios no hace acepción de personas pues quiere que toda vida se salve. Gracias a estos signos del Espíritu es que hoy se insiste en fomentar espacios eclesiales sinodales con la mayor representatividad. Oremos por el ecumenismo, el diálogo interreligioso, y por la apertura a ese Dios presente en todos los pueblos y culturas.