Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

EN EL TABOR, MONTE DE GLORIA

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Sábado 18 de Febrero

 

6a Semana Ordinario

 

EN EL TABOR, MONTE DE GLORIA

 

Liturgia de la Palabra

Primera Lectura : Heb 11,1-7

 Este fragmento de la Carta a los Hebreos alaba la fe de las personas santas que aparecen en las primeras páginas del Antiguo Testamento.

 

Evangelio: Mc 9,2-13

 Jesús, después de haber anunciado su próxima Pasión, se transfigura ante los ojos de sus tres apóstoles más íntimos, que más tarde serán también testigos de su agonía en el Huerto. Así es como él fortalece la fe de sus apóstoles. Pidamos al Señor en esta eucaristía que nos dé fuerza y coraje en los momentos difíciles de nuestra vida.

 

Oración Colecta

Señor Dios nuestro:

Cuando tu Hijo se transfiguró,

diste ojos de fe a los apóstoles

para que pudieran ver

más allá de las apariencias

y para reconocer a Jesús como tu Hijo amado.

Esta visión en el Tabor les dio fuerza para la hora de la prueba.

Cuando parezca que nuestra fe y nuestra confianza

nos abandonan, en momentos difíciles y oscuros,

que tu Hijo nos lleve también a nosotros al Monte Tabor

y nos haga vislumbrar su luz resplandeciente,

para que, con renovado coraje y generosidad,

veamos a dónde él quiere que vayamos

y estemos dispuestos a seguirlo.

Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

 

Heb 11,1-7: Por la fe sabemos que Dios configuró el universo

 

Sal 145: «Bendeciré tu nombre, Señor, por siempre»

 

Mc 9,1-13: Se transfiguró delante de ellos

 

En aquel tiempo, Jesús se llevó aparte a Pedro, a Santiago y a Juan a una montaña elevada. Delante de ellos se transfiguró: 3su ropa se volvió de una blancura resplandeciente, tan blanca como nadie en el mundo sería capaz de blanquearla. 4Se les aparecieron Elías y Moisés conversando con Jesús. 5Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a armar tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». 6No sabía lo que decía, porque estaban llenos de miedo. 7Entonces vino una nube que les hizo sombra, y salió de ella una voz: «Éste es mi Hijo querido. Escúchenlo». 8De pronto miraron a su alrededor y no vieron más que a Jesús solo con ellos. 9Mientras bajaban de la montaña les encargó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos. 10Ellos cumplieron aquel encargo, pero se preguntaban qué significaría resucitar de entre los muertos. 11Y le preguntaron: «¿Por qué dicen los letrados que primero tiene que venir Elías?» 12Él les respondió: «Elías vendrá primero y restaurará todo. Pero ¿por qué está escrito que el Hijo del Hombre ha de padecer mucho y ser despreciado? 13Yo les digo que Elías ya vino y lo trataron a su antojo, tal como está escrito».

 

Oración de los Fieles

  • Pidiendo la confianza de saber que Dios está cerca de nosotros en nuestra más profunda soledad y en todas las pruebas y tribulaciones, roguemos al Señor.
  • Pidiendo coraje y constancia, para que sigamos haciendo lo que es justo, bueno y verdadero, aun cuando eso exija esfuerzo y sufrimiento, roguemos al Señor.
  • Pidiendo manos y corazones abiertos para con todos los que sufren, roguemos al Señor.

 

Oración sobre las Ofrendas

Señor Dios nuestro:

Todo lo que vemos ante nosotros

en esta nuestra ofrenda

es sólo un trozo de pan y un sorbo de vino.

Y, sin embargo, creemos

que pronto se transformarán

en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo,

que vive entre nosotros.

Que efectivamente Jesús viva con nosotros

y que nos guíe con su Santo Espíritu,

para que, con él, oigamos tu llamado

y caminemos a través de las dificultades

y alegrías de la vida

con el rostro iluminado por la esperanza

y con la certeza de que tú nos has preparado

una gloria y felicidad que durarán siempre,

por los siglos de los siglos.

 

Oración después de la Comunión

Señor Dios nuestro:

En esta eucaristía

hemos vislumbrado la gloria de tu Hijo

en su amor, revelado a nosotros

en sus alentadoras palabras

y en su banquete eucarístico.

Queremos que nuestras vidas

reflejen su luz y su vida,

para que cada uno de nosotros sea para nuestros hermanos

un firme apoyo y una mano servicial y amiga

y una señal de ruta en nuestro camino hacia ti,

Dios y Señor nuestro, por los siglos de los siglos.

 

Bendición

 Hermanos: Que el Señor nos conceda, en momentos difíciles, vislumbrar su profundo amor y cercanía, y que nosotros también iluminemos el rostro de nuestros hermanos, agobiados por problemas, con nuestra cercanía, con una palabra y una sonrisa de simpatía y de calor humano. Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.

 

Un Dios justo es un Dios que se opone a la injusticia y que nos invita día a día a erradicar las relaciones asimétricas que se prestan a abusos de poder. Hoy es fundamental no sólo proclamar sino, como creyentes, practicar la justicia y la misericordia de Dios. Debemos ser imitadores de bondad, actuando con misericordia, ternura y solidaridad para con el prójimo. Esta bondad, consecuentemente, deberá llevarnos a ser agentes de justicia, a garantizar que a nadie le sea desfigurada su dignidad por los actos de opresión y violencia cometidos por otras personas. Jesús se transfigura en un escenario de injusticias, sabiéndose Hijo amado y sostenido por Dios, a pesar de las incomprensiones. Y, sabiéndose sostenido por el Dios justo y misericordioso, lleva adelante la misión encomendada. Démonos a esa tarea divina de sostener a tantas personas atropelladas en su dignidad y recordémosles que también son hijos e hijas a quien Dios ama incondicionalmente.

 

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