SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA
La experiencia del Monte Tabor
Un rostro transformado
Saludo (Ver la Segunda Lectura)
Cuando apareció nuestro Salvador Jesucristo,
abolió la muerte
y proclamó la Buena Noticia de vida e inmortalidad.
Que su gracia y su luz estén siempre con ustedes.
Introducción del Celebrante (Dos opciones)
Hay momentos en la vida de cada uno en que vemos dificultades frente a nosotros, especialmente cuando afrontamos decisiones importantes. Jesús vio enfrente de sí una oposición creciente por parte de los líderes religiosos del pueblo: Ellos lo matarían si él prosiguiera su misión. Sin embargo, llevaría a cabo esa tarea, y así subió a la montaña a orar al Padre para pedirle valor. En la visión de la Transfiguración, Jesús vio cómo resucitaría de entre los muertos y así su misión acabaría en éxito. Nosotros rogamos, con el Señor Resucitado entre nosotros, que veamos también su luz, y con su fuerza tomemos las decisiones justas.
La Cuaresma es para nosotros el tiempo privilegiado para el cambio, la transformación, la transfiguración. Nuestros rostros complacientes y culpables tienen que transformarse en rostros de alegría, amor y servicio. El rostro de nuestro mundo tiene que transformarse también de injusticia en integridad, de odio en bondad y amistad. Nosotros tenemos miedo al cambio, especialmente si es a costa de nosotros mismos. Hoy Jesús nos muestra el camino. Él vio cómo el sufrimiento y la muerte lo esperaban, y por eso su rostro y su corazón estaban tristes. Pero entonces el Padre volvió el rostro de Jesús radiante, porque iba a encontrarse con la vida y la resurrección; su rostro se hizo resplandeciente de alegría y de gloria. Si seguimos a Jesús y dejamos que nos transforme, nuestro propio rostro se volverá también resplandeciente.
Acto Penitencial (Dos opciones)
A veces nos ha faltado valor
para llevar a cabo nuestra tarea como cristianos
y ahora le pedimos al Señor que nos perdone.
(Pausa)
Señor Jesús, resplandeciente con la gloria del Padre,
haz que tu luz brille sobre nosotros.
R/ Señor, ten piedad.
Cristo Jesús, Hijo querido del Padre,
confírmanos también en el amor del Padre:
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, el favor del Padre reposa en ti;
es maravilloso para nosotros estar contigo.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Ten misericordia de nosotros, Señor,
y perdona nuestras debilidades y pecados.
Haz que estemos más profundamente unidos a ti
y llévanos a la vida eterna.
Como pecadores, pidamos al Señor
que el rostro de su perdón brille sobre nosotros.
(Pausa)
Señor Jesús, que la luz de tu rostro brille
sobre nuestros rostros tristes,
sobre nuestros rostros sin amor,
sobre nuestros rostros endurecidos e indiferentes.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo Jesús,
que la luz de tu rostro brille sobre nuestros rostros cansados,
sobre nuestros rostros llenos de miedo,
sobre nuestros rostros desalentados.
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, que la luz de tu rostro brille sobre los nuestros
y así reflejaremos tu amor sobre los rostros que sufren,
sobre los rostros solitarios y desesperados.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Ten misericordia de nosotros, Señor,
y perdona nuestra vaciedad y nuestra cobardía.
Transfórmanos con tu gracia
y llévanos a la vida eterna.
Oración Colecta
Oremos para que la luz de Cristo
resplandezca sobre nosotros.
(Pausa)
Padre de nuestro Señor Jesucristo:
¡Qué maravilloso para nosotros estar aquí
en la presencia de tu Hijo Amado!
Que su rostro radiante nos comunique luz y paz.
No permitas que el pecado nos desfigure aún más,
ni que divida nuestras comunidades.
Que la luz de su rostro transfigurado
brille sobre todos nosotros y nos dé valor,
para que nosotros también
seamos luz unos para otros,
hasta que un día podamos entrar en tu luz eterna.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Primera Lectura (Gén 13,1-4): ¡Abandonen su seguridad!
Dios exige a Abrahán un cambio radical. Lo llama, cuando era todavía un pagano, a abandonar su seguridad en una peregrinación de fe y esperanza hacia una tierra prometida que se le dará, no a él sino al nuevo pueblo que nacerá de él.
Génesis 12,1-4a: Vocación de Abrahán, padre del pueblo de Dios
El Señor dijo a Abrán: Sal de tu tierra nativa y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. 2Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre, y servirá de bendición. 3Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan. En tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo. 4Abrán marchó, como le había dicho el Señor, y con él marchó Lot.
Salmo 33: Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti
Segunda Lectura (2 Tim 1,8b-10): Dios nos llama a la vida del Evangelio
Dios nos llama a aceptar y a difundir el evangelio de Jesús y a sufrir por él. Si sufrimos con Jesús, viviremos con él.
2 Timoteo 1,8b-10: Dios nos llama y nos ilumina
No te avergüences de dar testimonio de Dios, ni de mí, su prisionero; al contrario, con la fuerza que Dios te da comparte conmigo los sufrimientos que es necesario padecer por la Buena Noticia. 9Él nos salvo y llamó, destinándonos a ser santos, no por mérito de nuestras obras, sino por su propia iniciativa y gracia, que se nos concede desde la eternidad en nombre de Cristo Jesús 10y que se manifiesta ahora por la aparición de nuestro salvador Cristo Jesús; quien ha destruido la muerte e iluminado la vida inmortal por medio de la Buena Noticia.
Evangelio (Mt 17,1-9): Levántate, no tengas miedo
La breve visión fugaz de su futura gloria fortalece a Jesús en su camino a través del sufrimiento y de la muerte hacia la resurrección. Al mismo tiempo, Jesús fortalece la fe y esperanza de sus discípulos y las nuestras en el camino de nuestra propia transformación en Cristo.
Mateo 17,1-9: Su rostro resplandecía como el sol
Seis días más tarde llamó Jesús a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña elevada. 2Delante de ellos se transfiguró: su rostro resplandeció como el sol y su ropa se volvió blanca como la luz. 3De pronto se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. 4Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: Señor, ¡qué bien se está aquí! Si te parece, armaré tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. 5Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa les hizo sombra y de la nube salió una voz que decía: Éste es mi Hijo querido, mi predilecto. Escúchenlo. 6Al oírlo, los discípulos cayeron boca abajo temblando de mucho miedo. 7Jesús se acercó, los tocó y les dijo: ¡Levántense, no tengan miedo! 8Cuando levantaron la vista, sólo vieron a Jesús. 9Mientras bajaban de la montaña, Jesús les ordenó: No cuenten a nadie lo que han visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos.
Oración de los Fieles
Pidamos a nuestro Señor Jesucristo que su luz resplandezca sobre todo el pueblo de Dios y sobre todo el mundo diciendo: R/ Señor, que tu luz brille sobre nosotros.
Señor Jesús, ¡qué bueno que estás tú aquí con nosotros, glorioso y transfigurado! Permanece siempre con nosotros, ahora y por los siglos de los siglos.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios y Padre nuestro:
Tus apóstoles descubrieron que Jesús
era tu propio Hijo, el predilecto.
Danos la gracia de ver más allá de este pan
y reconocer a tu Hijo aquí presente en medio de nosotros.
Lo mismo que este pan y este vino se transforman
para convertirse en el Cuerpo y la Sangre del Señor
–nuestro alimento y bebida de vida–,
transfórmanos también a nosotros
en pan de fortaleza y bebida de alegría
para los que conviven con nosotros,
de manera que descubran, al menos un poco
del rostro de Cristo en nosotros.
Señor nuestro por los siglos de los siglos.
Introducción a la Plegaria Eucarística
Agradecidos al Padre, pidámosle también que la gracia de esta eucaristía resplandezca sobre nosotros en el futuro, y nos ayude a aceptar la transformación de la conversión.
Introducción al Padre Nuestro
En nombre de Jesús el Señor
le pedimos a nuestro Padre del cielo
que nos dé a nosotros y a todos
el alimento y el valor que necesitamos.
R/ Padre nuestro…
Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todos los males
y concédenos la paz en nuestros días.
Abre nuestros ojos a nuestras faltas y defectos
y despiértanos de nuestra autocomplacencia,
para que, en nuestro caminar hacia ti
y hacia los necesitados,
sigamos a tu Hijo sin temor,
y que de este modo aceleremos la venida gloriosa
de nuestro Señor y Salvador Jesucristo
R/ Tuyo es el reino, el poder…
Invitación a la Comunión
Éste es Jesús,
el Hijo amado del Padre,
que tuvo que sufrir y morir
antes de que pudiera resucitar en gloria.
Dichosos nosotros,
invitados a escucharlo
y a comer su Pan de Vida y de fortaleza.
R/ Señor, no soy digno…
Oración después de la Comunión
Oh Dios y Padre nuestro:
Tú iluminaste nuestras vidas
con un resplandor de la luz de Cristo.
Que, en nuestra oscuridad y en nuestras pruebas,
esta visión extraordinaria
nos dé el valor para escuchar su voz
y llevar a cabo tus planes.
Guárdanos firmes en la esperanza de que todo tiene sentido
y de que no sufrimos ningún dolor en vano
cuando vamos asemejándonos a Jesús,
Hijo tuyo y Señor nuestro,
por los siglos de los siglos.
Bendición
Hermanos: La Transfiguración de Jesús es para nosotros un modelo y un signo de esperanza. El Hombre-Jesús era realmente Jesús-el-Señor. Su verdadera y más profunda identidad apareció brevemente por un momento. Lo que nosotros estamos llamados a ser en lo más hondo de nosotros mismos llegará a hacerse visible si dejamos que Jesús nos transforme y si llegamos a ser, con él y como él, hombres y mujeres que viven para los otros. Que Dios nos dé esta gracia. Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo,
descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.
Durante este camino cuaresmal nos continúan acompañando los procesos de madurez en la fe de los personajes bíblicos. Este domingo nos acompaña el patriarca Abrán, a quien se le pide dejar la casa paterna para convertirse en padre de un pueblo numeroso. En clave de respuesta vocacional, toda persona está invitada a dejar las seguridades de su núcleo familiar no sólo para conformar su propia familia sino para abrirse a la comunión en fraternidad y sororidad universal. Como dijo el Papa Francisco, que se globalice no sólo el mercado sino la ternura, la amabilidad, la solidaridad que nos permita sentirnos miembros corresponsables del destino de la gran familia humana. La irresponsabilidad que muchos muestran para con el planeta se presenta como una oportunidad para las comunidades de fe. Hemos de demostrar que la fe nos impulsa a cuidar de la vida en todas sus formas.
Desde la prisión, Pablo se siente corresponsable de sostener espiritualmente a Timoteo por lo que lo anima a no dejarse vencer por las dificultades y tropiezos del camino. En muchos ambientes se ha perdido la credibilidad de la Iglesia institución y de los procesos evangelizadores; gana terreno el secularismo que, en muchos casos, no prescinde de la fe pero si de las prácticas cultuales o religiosas. Y es acá donde el testimonio de Pablo nos invita a la audacia y a la valentía misionera. Necesitamos implicarnos desde nuestra identidad cristiana en procesos que signifiquen salvación integral de las personas, especialmente en los ámbitos político, económico y social; no solamente el religioso.
Jesús quiere que el liderazgo en las comunidades se haga cargo de todo aquello que desfigura o afea la vida. La experiencia de la transfiguración pretende ser la memoria sostenida, a lo largo de la historia, de un Dios que no se olvida de su Pueblo. Presencia de un Dios que se abaja porque quiere la liberación de sus hijos e hijas. Hoy como ayer nos es difícil comprender que entrar en intimidad con Dios no es evasión o huida; todo lo contrario; es adquirir sabiduría y fortaleza para enfrentar la vida con todas sus dificultades. La tentación de Pedro es nuestra tentación, porque vamos en busca de Dios para que nos aparte todo lo malo sin tener que hacernos cargo o enfrentarlo. El encuentro con Dios es en todo momento consuelo interior e impulso vital para manifestar de qué estamos hechos. Ojalá que fomentemos liderazgos y comunidades que manifiesten la cercanía de Dios a quienes necesitan ser sostenidos en momentos de dificultad.