Lunes 17 de Marzo, 2025
Segunda Semana de Cuaresma
PERDONAR Y SER PERDONADOS
Oración Colecta
Oh Dios, santo y justo; Padre nuestro amoroso:
Tú nos ofreciste tu mano en amistad
y nos enviaste a tu Hijo Jesús
a caminar con nosotros
por el camino de la obediencia y la fidelidad.
Pero, oh Dios, con frecuencia rompemos esa amistad,
y actuamos como si no fuéramos tus hijos e hijas.
Mira el rictus de vergüenza en nuestros rostros;
perdónanos, pues contamos confiadamente contigo.
Acepta nuestra acción de gracias
ya que continúas aceptándonos como somos
y nos amas a pesar de nuestras debilidades y pecados.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Primera Lectura: Daniel 9,4b-10: Hemos cometido iniquidad
La oración de Daniel nos enseña la importancia de reconocer ante Dios nuestras faltas, lamentarlas y buscar su perdón confiando siempre en su misericordia.
Evangelio: Lucas 6,36-38: Perdonen y serán perdonados
El evangelio de hoy nos asegura la misericordia amorosa del Padre en sintonía con nuestra propia capacidad de amar, perdonar y construir comunión con todos nuestros hermanos. Recordemos lo que pedimos cada vez que rezamos la oración que Jesús nos enseñó.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Sean compasivos como es compasivo el Padre de ustedes. 37No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados. Perdonen y serán perdonados. 38Den y se les dará: recibirán una medida generosa, apretada, sacudida y rebosante. Porque con la medida que ustedes midan serán medidos».
Oración de los Fieles
Señor Dios nuestro, queremos extender por el mundo la Buena Noticia de tu corazón misericordioso y de la fiesta que nos tienes reservada cuando volvemos a tus brazos. Por eso te decimos: R/ Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
En esta eucaristía tu Hijo Jesús viene a nosotros
para traernos su perdón y su paz.
Recuérdanos, Padre,
lo que él pasó y sufrió por nosotros
para que nos convirtamos a ti
y seamos tu pueblo santo
por medio de Jesucristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
Tu amor y tu perdón no tienen límite.
Que nuestros corazones se hagan tan grandes como el tuyo.
para que nosotros también aprendamos
a perdonarnos unos a otros,
y a parar de juzgar y condenar.
Queremos acoger a los hermanos tal como son
y seguir ofreciendo nuestra amistad,
aun cuando a veces algunos abusen de ella.
Lo haremos gracias a la fuerza de Aquel
que se ha entregado a sí mismo
a nosotros y por nosotros en la eucaristía,
es decir, Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Repetimos algunas palabras de Jesús para recordarlas, y sobre todo para practicarlas, a lo largo de la jornada: “Sean misericordiosos como su Padre del cielo es misericordioso; perdonen y se los perdonará”. Para que sepamos llevarlo a la vida, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
La lógica de Jesús es fácil de comprender porque habla de actitudes humanas habituales que debieran brotar espontáneamente; pero en la realidad cotidiana es donde por acción- reacción, heridas, frustraciones, cansancios, se dificulta que muchas personas vivan la compasión, la tolerancia y el perdón. Jesús nos invita a poner en práctica la “regla de oro” de las relaciones y de la comunión: tratar a los demás como me gustaría que me trataran a mí. La propuesta de ser compasivos y no juzgar, dando generosamente, no es sólo en beneficio de quienes nos rodean sino de nosotros mismos; aquello de Dios que habita en nosotros no puede quedar desfigurado; llevamos dentro todo el potencial de bondad y misericordia. El camino de discipulado requiere de testimonio. No son sólo palabras bonitas o versos que podamos memorizar. Necesitamos esforzarnos por hacer brotar actitudes positivas, aunque nos cueste y creamos que no vale la pena. Ejercitemos la misericordia y la compasión con quienes nos cuesta amar más.