Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

El sufrimiento salva

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Viernes 21 de Marzo, 2025

 

Segunda Semana de Cuaresma

 

EL SUFRIMIENTO SALVA

 

Oración Colecta

Oh Dios, Padre nuestro:

Nosotros no queremos morir

ni sufrir dolor alguno.

Queremos vivir y ser felices.

Oh Dios nuestro,

haz que percibamos claramente

que las dificultades y el dolor

son un misterio en cuyo seno

siempre se encuentra un aprendizaje

profundo y de superación

que amplía el sentido a nuestra vida.

Y que los atravesamos mejor

unidos a Jesucristo, nuestro Señor,

muerto y resucitado.

 

Primera Lectura: Génesis 37,3-4.12-13a.17b-28: Ahí viene; vamos a matarlo

La historia de José nos descubre la poderosa raíz del amor que Dios quiere hacer crecer en nosotros: él tuvo que sufrir muchísimo los celos y la envidia de sus propios hermanos. Sin embargo no lo tendrá en cuenta… y será ejemplo de lo que supone realmente amar. Una sombra del Mesías que habría de venir…

Jacob amaba a José más que a todos sus demás hijos, porque lo había engendrado en la ancianidad. A él le había hecho una túnica de amplias mangas. Sus hermanos, viendo que lo amaba más que a todos ellos, llegaron a odiarlo, al grado de negarle la palabra.

Un día en que los hermanos de José llevaron a Siquem los rebaños de su padre, Jacob le dijo a José: "Tus hermanos apacientan mis rebaños en Siquem. Te voy a enviar allá". José fue entonces en busca de sus hermanos y los encontró en Dotán. Ellos lo vieron de lejos, y antes de que se les acercara, conspiraron contra él para matarlo y se decían unos a otros: "Ahí viene ese soñador. Démosle muerte; lo arrojaremos en un pozo y diremos que una fiera lo devoró. Vamos a ver de qué le sirven sus sueños".

Rubén oyó esto y trató de liberarlo de manos de sus hermanos, diciendo: "No le quiten la vida, ni derramen su sangre. Mejor arrójenlo en ese pozo que está en el desierto y no se manchen las manos". Eso lo decía para salvar a José y devolverlo a su padre.

Cuando llegó José a donde estaban sus hermanos, éstos lo despojaron de su túnica y lo arrojaron a un pozo sin agua. Luego se sentaron a comer, y levantando los ojos, vieron a lo lejos una caravana de ismaelitas, que venían de Galaad, con los camellos cargados de especias, resinas, bálsamo y láudano, y se dirigían a Egipto. Judá dijo entonces a sus hermanos: "¿Qué ganamos con matar a nuestro hermano y ocultar su muerte? Vendámoslo a los ismaelitas y no mancharemos nuestras manos. Después de todo, es nuestro hermano y de nuestra misma sangre". Y sus hermanos le hicieron caso. Sacaron a José del pozo y se lo vendieron a los mercaderes por veinticinco monedas de plata. Los mercaderes se llevaron a José a Egipto.
 

Salmo Responsorial

Salmo 104, 16-17. 18-19. 20-21
R. (5a) Recordemos las maravillas que hizo el Señor.
Cuando el Señor mandó el hambre sobre el país
y acabó con todas las cosechas,
ya había enviado por delante a un hombre:
a José, vendido como esclavo.
R. Recordemos las maravillas que hizo el Señor.
Le trabaron los pies con grilletes
y rodearon su cuerpo con cadenas,
hasta que se cumplió su predicción,
y Dios lo acreditó con su palabra.
R. Recordemos las maravillas que hizo el Señor.
El rey mandó que lo soltaran,
el jefe de esos pueblo lo libró,
lo nombró administrador de su casa,
y señor de todas sus posesiones.
R. Recordemos las maravillas que hizo el Señor.
 

Aclamación antes del Evangelio

Jn 3, 16
 
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único,
para que todo el que crea en él tenga vida eterna.
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

 

Evangelio: Mateo 21,33-43.45-46: Éste es el heredero: ¡matémoslo!

Jesús, como José en el Antiguo Testamento, también fue despreciado y rechazado por los de su propia casa. Y llevó la plenitud de su amor a la cruz, como el grano de trigo, para darnos vida nueva.

En aquel tiempo dijo Jesús a los jefes de los sacerdotes y ancianos: «Escuchen otra parábola: Un hacendado plantó una viña, la rodeó con una tapia, cavó un lagar y construyó una torre; después la arrendó a unos viñadores y se fue. 34Cuando llegó el tiempo de la cosecha, mandó a sus sirvientes para recoger de los viñadores el fruto que le correspondía. 35Pero los viñadores agarraron a los sirvientes y a uno lo golpearon, a otro lo mataron, y al tercero lo apedrearon. 36Envió otros sirvientes, más numerosos que los primeros, y los trataron de igual modo. 37Finalmente les envió a su hijo, pensando que respetarían a su hijo. 38Pero los viñadores, al ver al hijo, comentaron: “Es el heredero. Lo matamos y nos quedamos con la herencia”. 39Agarrándolo, lo echaron fuera de la viña y lo mataron. 40Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿cómo tratará a aquellos viñadores?» 41Le respondieron: «Acabará con aquellos malvados y arrendará la viña a otros viñadores que le entreguen su fruto a su debido tiempo». 42Jesús les dijo: «¿No han leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular; es el Señor quien lo ha hecho y nos parece un milagro? 43Por eso les digo que a ustedes les quitarán el Reino de Dios y se lo darán a un pueblo que produzca sus frutos». 45Cuando los sumos sacerdotes y los fariseos oyeron sus parábolas, comprendieron que se refería a ellos. 46Intentaron arrestarlo, pero tuvieron miedo de la multitud, que lo tenía por profeta.

 

Oración de los Fieles

Oremos por todos los que padecen actualmente dolores en el cuerpo y en el alma diciendo: R/Señor, haz que llevemos tu consuelo y Esperanza cierta a los que sufren.

  • Por los enfermos, especialmente los que están graves y agonizantes, para que encuentren fuerza y consuelo en la cruz y Resurrección de nuestro Señor, roguemos al Señor.
  • Por tantas personas que no tienen un acceso digno a la salud, para que se respete ese derecho humano esencial del que carecen, roguemos al Señor.
  • Por cuantos sufren pero no creen en Dios ni en la vida eterna, para que el amor y la fe de un cristiano conmueva y acompañe su camino a él, roguemos al Señor.

 

Oración sobre las Ofrendas

Señor Dios nuestro:

Celebramos en esta eucaristía

la victoria de tu Hijo contra la muerte.

Por su medio tú nos das vida

y nos enseñas a aceptar la muerte.

Señor, ayúdanos a amar la vida

incluso con el sufrimiento que conlleva

en beneficio del amor y la renovación.

Que pongamos nuestro miedo a la muerte

y el deseo irrefrenable de la vida

en las manos de Jesucristo nuestro Señor,

que murió y resucitó para salvarnos.

 

Oración después de la Comunión

Señor Dios nuestro:

Haz que aceptemos plenamente

las realidades fundamentales de la vida:

que no hay nacimiento sin dolor,

ni crecimiento sin esfuerzo,

ni edad madura sin lucha,

ni sabiduría sin experiencia y dura práctica.

Oh Dios, levántanos por encima de nosotros mismos,

para que entendamos y aceptemos

la sabiduría de la cruz

de nuestro Señor y Salvador Jesucristo,

que vive y reina por los siglos de los siglos.

 

Bendición

Hermanos: José perdonó a sus hermanos y se convirtió en gran bendición para ellos. En la cruz, Jesús nos otorgó perdón y nos trajo vida. El signo hermoso de este perdón fue cómo perdonó a los que lo habían conducido a la cruz y a la muerte. Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y permanezca para siempre.

Es el Reino de Dios lo que muchas veces olvidamos en nuestras opciones cotidianas, proyectos pastorales, gustos e intereses, y en nuestras relaciones familiares o comunitarias. El mensaje de Jesús acerca del Reino es simple, pero provocador; sus palabras y parábolas generan en algunos esperanza y en otros, rechazo. El riesgo está en acomodar o amoldar el mensaje a nuestra conveniencia sin que nos confronte y, por ello, no transformemos nada, retrasando la presencia del Reino de Dios. Aunque nos convertimos en fieles custodios de la tradición de la Iglesia, terminamos encerrados en nuestros pequeños mundos religiosos, dejando de ser luz y fermento para el mundo. Vemos las resistencias que encuentran las propuestas del magisterio del Papa Francisco– Fratelli Tutti o Querida Amazonía– que busca reforma y transformación. La novedad del Evangelio se tiene que vivir como posibilidad de vida nueva, aunque esto represente renuncias significativas o se tenga que nadar a contracorriente del sistema mundo. Ojalá identifiquemos que el Reino es mucho más que la Iglesia y sus planes evangelizadores.

 

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