Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

TERCER DOMINGO DE CUARESMA

Description

TERCER DOMINGO DE CUARESMA

 

Un Encuentro personal profundo

 

Agua viva

 

Saludo (Ver Segunda Lectura)

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones

por el Espíritu Santo que se nos ha dado.

Que ese amor de Dios esté siempre con ustedes.

 

Introducción del Celebrante (Dos opciones)

  1. Un Encuentro personal profundo

     Con frecuencia no estamos dispuestos a escuchar a la gente que nos juzga o que nos desprecia. La gente a la que escuchamos con facilidad, y con la que nos podemos encontrar, corazón a corazón, no es la que nos critica sino la que nos respeta. Aun cuando no siempre hayamos sido las personas y los cristianos que debiéramos haber sido, sabemos que Jesús nos trata siempre con respeto y ve el potencial para el bien en nosotros. Pidamos al Señor en esta eucaristía que nos tratemos unos a otros con el mismo aprecio que él nos muestra.

 

  1. Agua viva

     La liturgia de hoy nos recuerda con fuerza nuestro bautismo. Fue el agua la que comenzó a saciar nuestra sed de todo lo bueno y lo que vale la pena, y sobre todo de Dios mismo. Es el agua que nunca se seca; porque el bautismo no es sólo un mero rito sino vida, una nueva manera de vivir, eterna adhesión a la persona de Cristo y unión y comunión con la comunidad de la Iglesia. Es la vida de Cristo la que sigue creciendo en nosotros. Jesús mismo alimenta esta vida aquí en la eucaristía. Pidámosle que siga dándonos esta agua viva y que nos induzca a compartirla con otros.

 

Acto Penitencial

Cuando pecamos,

dejamos que el manantial del amor de Dios

se seque en nosotros.

Pidámosle al Señor que nos perdone.

                         (Pausa)

Señor Jesús, manantial de agua viva,

danos siempre esa agua

que purifica nuestro corazón.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Cristo Jesús, manantial de agua viva,

danos el agua que hace crecer nuestra fe.

R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

 

Señor Jesús, manantial de agua viva,

otórganos el agua que sacia nuestra sed

de plenitud de tu vida y de tu amor.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Ten misericordia de nosotros, Señor,

y danos el agua viva de tu amable perdón.

Riega tu vida en nosotros

y que salte hasta la vida eterna.

 

Oración Colecta (Dos opciones)

 

  1. Un Encuentro personal profundo

Oremos a Dios, nuestro Padre,

para que Jesús sea fuente de vida para todos.

                              (Pausa)

Oh Dios Padre, que creas y perdonas:

Tú permites a tu pueblo experimentar tu misericordia

cuando encuentran a tu Hijo, Jesucristo.

Sintonízanos con su voz,

que nos proclama tu palabra de perdón y amor.

Que estemos dispuestos a encontrarlo,

de corazón a corazón,

para que apague nuestra sed de vida,

para que vivamos con alegría y valor

y para que, día tras día, nos parezcamos más a él .

Que todos beban el agua viva de su amor.

Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.

 

  1. Agua viva

Oremos a Dios

para que la vida de Cristo en nosotros

sea rica y plena.

                          (Pausa)

Padre de vida y dador de todo lo bueno:

Queremos beber tu vida al máximo.

Que Jesús, tu Palabra Viviente,

nos hable de corazón a corazón.

Danos una sed insaciable

de las cosas realmente importantes:

la fe y el sentido de nuestras vidas,

la esperanza en un mundo mejor

lleno de tu justicia y tu paz,

un espíritu de amor comprometido

que sabe cómo compartirse a sí mismo.

Otórganos generosamente todo esto

por medio de Jesucristo nuestro Señor.

 

Primera Lectura (Éx 17,3-7): El agua fluye de la roca

     La sed es la prueba más dura de los que viajan por el desierto. Para el pueblo en marcha, Dios es la roca en quien pueden confiar y la fuente de agua vivificante.

Éxodo 17,3-7: Danos agua de beber

 

En aquellos días el pueblo sediento protestó contra Moisés: «¿Por qué nos has sacado de Egip­to?, ¿para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y al ganado?» 4Moisés clamó al Señor: «¿Qué hago con este pueblo? Por poco me apedrean». 5El Señor respondió a Moisés: «Pasa delante del puebloacompañado de las autoridades de Israel; em­puña el bastón con el que golpeaste el Nilo y camina; 6yo te espero allí, jun­­to a la roca del Horeb. Golpea la roca y saldrá agua para que beba el pueblo». Moisés lo hizo ante las autoridades israelitas 7y llamó al lugar Masá y Me­ri­­bá, porque los israelitas se habían que­jado y habían tentado al Señor, preguntando: «¿Está o no está con nosotros el Señor? »

 

Salmo 95: Ojalá escuchen al Señor: “No endurezcan el corazón”

 

Segunda Lectura (Rom 5,1-2.5-8): El Amor de Dios se ha derramado en nuestros corazones

     Por medio de Cristo, que murió por nosotros, Dios ha derramado en nuestros corazones todo lo que anhelamos con sed ardiente: fe, esperanza en el futuro que Dios nos ofrece, el Espíritu de amor.

Romanos 5,1-2.5-8: El amor ha sido derramado en nosotros

 

Hermanos: Ahora que hemos sido justificados por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de Jesucristo Señor nuestro. 2También por él –por la fe– hemos alcanzado la gracia en la que nos encontramos, y podemos estar orgullosos esperando la gloria de Dios. 5Y la esperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestro corazón por el don del Espíritu Santo. 6Cuando todavía éramos débiles, en el tiempo señalado, Cristo murió por los pecadores. 7Por un inocente quizás muriera alguien; por una persona buena quizás alguien se arriesgara a morir. 8Ahora bien, Dios nos demostró su amor en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

 

Evangelio (Jn 4,5-42): ¡Dame tu agua viva!

     Jesús entra en un diálogo personal con la mujer samaritana. Él se revela a ella como el proveedor de agua viva que fluye para nosotros siempre, es decir, como el dador de nueva vida para nosotros.

 

Juan 4,5-42: Un surtidor de Agua que salta hasta la vida eterna

 

En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del terreno que Jacob dio a su hijo José. 6Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, cansado del camino, se sentó tranquilamente junto al pozo. Era mediodía. 7Una mujer de Samaría llegó a sacar agua. Jesús le dice: «Dame de beber». 8Los discípulos habían ido al pueblo a comprar comida. 9Le responde la samaritana: «¡Cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» Los judíos no se tratan con los samaritanos. 10Jesús le contestó: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, tú le pedirías a él, y él te daría agua viva». 11Le dice la mujer: «Señor, no tienes con qué sacar el agua y el pozo es profundo, ¿dónde vas a conseguir agua viva? 12¿Eres, acaso, más poderoso que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del que bebían él, sus hijos y sus rebaños?» 13Le contestó Jesús: «El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; 14quien beba del agua que yo le daré no tendrá sed jamás, porque el agua que le daré se convertirá dentro de él en manantial que brota dando vida eterna». 15Le dice la mujer: «Señor, dame de esa agua, para que no tenga sed y no tenga que venir acá a sacarla». 16Le dice: «Ve, llama a tu marido y vuelve acá». 17Le contestó la mujer: «No tengo marido». Le dice Jesús: «Tienes razón al decir que no tienes marido; 18porque has tenido cinco hombres, y el que tienes ahora tampoco es tu marido. En eso has dicho la verdad». 19Le dice la mujer: «Señor, veo que eres profeta…» 28La mujer dejó el cántaro, se fue al pueblo y dijo a los vecinos: 29«Vengan a ver un hombre que me ha contado todo lo que yo hice: ¿no será el Mesías?» 30Ellos salieron del pueblo y acudieron a él. 31Entretanto los discípulos le rogaban: «Come Maestro». 32Él les dijo: «Yo tengo un alimento que ustedes no conocen». 33Los discípulos comentaban: «¿Le habrá traído alguien de comer?» 34Jesús les dijo: «Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y concluir su obra…» 39En aquel pueblo muchos creyeron en él por las palabras de la mujer que atestiguaba: «Me ha dicho todo lo que hice». 40Los samaritanos acudieron a él y le rogaban que se quedara con ellos. Se quedó allí dos días, 41y muchos más creyeron en él, a causa de su palabra; 42y le decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que nos has contado, porque nosotros mismos lo hemos escuchado y sabemos que éste es realmente el Salvador del mundo».

 

 Oración de los Fieles

     Oremos en espíritu y en verdad a Dios nuestro Padre, fuente de toda vida, y digámosle: R/ Señor de vida, escucha nuestra oración.

 

  • Para que, cuando tengamos serios problemas, alguien se nos acerque amablemente y converse como amigo con nosotros, roguemos al Señor.
  • Para que, cuando encontremos a alguien con serios problemas, sepamos sentarnos humildemente a su lado y escuchar con paciencia y comprensión, roguemos al Señor.
  • Para que, cuando nos reunamos en la eucaristía en torno a la mesa del Señor, su palabra sea para nosotros agua viva que calme nuestra sed, roguemos al Señor.
  • Para que, cuando busquemos renovar nuestras vidas durante esta Cuaresma, aprendamos a vivir según el espíritu de Jesús, roguemos al Señor.
  • Para que, cuando nos esforzamos por orar en espíritu y en verdad, no nos olvidemos de los otros, roguemos al Señor.
  • Para que, cuando vivamos en situaciones injustas, nos alcemos y clamemos en defensa y a favor de los débiles y oprimidos, roguemos al Señor.
  • Para que, cuando los pobres nos rodeen, sepamos compartir generosamente con ellos, roguemos al Señor.
  • Para que, siendo una auténtica comunidad de Iglesia, lleguemos a ser fuente de agua viva para todos los sedientos con cualquier clase de sed, roguemos al Señor.

 

     Padre amoroso, todo lo bueno procede de tu mano bondadosa. Muéstranos nuevos caminos hacia ti y hacia los hermanos y que sepamos encontrarnos fraternalmente unos a otros como tú te encuentras con nosotros en Jesucristo nuestro Señor.

 

Oración sobre las Ofrendas

Señor Dios nuestro:

En estos signos de pan y vino

Jesús tu Hijo se va a hacer presente en medio de nosotros.

Qué el sacie nuestra hambre y apague nuestra sed

de una fe y una esperanza más profundas.

Que ojalá nosotros,

como comunidad cristiana viva,

lleguemos a ser arroyo de agua viva

para todos y cada uno de nuestros hermanos,

y así podamos saciar su sed de verdad

de libertad, de justicia y de alegría eterna,

por medio de Jesucristo nuestro Señor.

 

Introducción a la Plegaria Eucarística

     Dios nuestro Padre ha satisfecho nuestra hambre y sed de todo lo que es verdadero y bueno, dándonos a Jesús. Démosle gracias de todo corazón.

 

Introducción al Padre Nuestro

Oremos a nuestro Padre del cielo

con las palabras de Jesús, su Hijo,

y pidámosle nos conceda todo lo que necesitamos

en nuestro caminar hacia la vida eterna.

R/ Padre nuestro…

 

Invitación a la Comunión

Éste es Jesucristo, el Señor, que nos dice:

Quien bebe el agua que yo le daré

tendrá un manantial dentro de sí,

que salta hasta la vida eterna.

Dichosos nosotros invitados

a tomar esta agua de vida

y a no tener ya sed nunca jamás.

R/ Señor, no soy digno…

 

Oración después de la Comunión

Señor, Dios de vida:

Cuando la mujer samaritana

comprendió quién era Jesús,

creyó en él y su vida se transformó.

Tu Hijo nos ha hablado hoy aquí

y ha reavivado nuestra fortaleza.

Danos a nosotros también la gracia de comprender

quién nos está hablando

en los hermanos que claman pidiendo ayuda.

Que reconozcamos a tu Hijo en ellos

y caminemos a su lado

en el camino hacia ti, Padre nuestro,

por los siglos de los siglos.

 

Bendición

    Hermanos: En esta eucaristía Dios ha saciado de nuevo nuestra sed dándonos a su Hijo Jesús. Ahora nos sentimos fuertes de nuevo para caminar por la difícil ruta de nuestro desierto, que es camino de renovación y conversión a Dios y a los hermanos. Que nuestra sed nunca quede saciada a menos que nos hagamos los unos para los otros bebida de agua fresca. Que el Señor nos dé fortaleza. Y para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.

 

Jesús inicia una conversación con una mujer de Samaría basada en una necesidad básica humana: el agua. El agua, en nuestros contextos, puede convertirse en una causa revolucionaria para poner fin a su uso indebido y a su acaparamiento. El uso de este líquido vitalimprescindible rompe barreras culturales y religiosas pues nos permite un proceso de reflexión acerca de las fronteras y las luchas de poder en todos los ámbitos.

 

Una mujer se convierte en ejemplo de lo que se puede lograr si se vencen los prejuicios, las barreras y los miedos. Jesús le recuerda a la samaritana que el Dios creador de todas las cosas no quiere divisiones por raza, religión o dinero, sino que quiere que vivamos en armonía y en respeto mutuos. La mujer samaritana cae en la cuenta de que lo más valioso que poseemos es la dignidad y la manifestamos en cada acto de bondad a favor de cualquier persona, sin importar su condición. Echando afuera el temor, reconciliándose consigo misma y su entorno, esa mujer se convierte en portadora de buenas noticias, en misionera en medio de su pueblo.

 

Del agua como elemento vital pasamos a un asunto de crucial para la paz en el mundo: el hecho de “ser” humanos a quienes Dios llama a custodiar su Creación. La cuestión no está en si eres negro o blanco, si eres católico o musulmán, si eres rico o pobre; lo que verdaderamente está en juego para Jesús es si somos o no capaces de vivir y convivir como hijos e hijas de Dios en mundo que se desangra por tanto egoísmo. Si trabajaremos para que el agua del pozo que se recela excluyendo a muchos llegue a todos, porque ha sido creada por Dios como un bien común, para que todos bebiéramos. La comunidad discipular no entiende lo que Jesús ha hecho acercándose a la mujer de Samaría. Ahora los samaritanos, por el testimonio de esa mujer, buscan a Jesús. Quieren aprender a vivir y a bien convivir. El “Dame de beber” de Jesús resuena hoy con fuerza en nuestro mundo, sediento de experiencias significativas de sentido. Pensemos en qué lugares, en qué pozos bebemos a diario, y veamos qué tan satisfechos o, por el contrario, qué tan vacíos y sedientos permanecemos. En la cruz, Jesús dirá “Tengo sed” y  solo recibirá  vinagre mezclado con hiel. ¡Cuántas personas reviven esa experiencia al expresar sus necesidades más hondas y reciben también desprecio e indiferencia! Hagamos que nuestra evangelización sea un oasis humanizador.

 

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