Lunes 20 de Marzo
José, esposo de María
FE EN EL FUTURO
Liturgia de la Palabra
Primera Lectura: Is 65,17-21
Isaías profetiza los cielos nuevos y la tierra nueva, hermosa y profunda alegoría del reino de Dios que está entre nosotros y que espera nuestros corazones y nuestras manos para prosperar.
Evangelio: Jn 4,43-54
La edificación del mundo nuevo comenzó con Cristo. Su palabra renueva a la gente. La fe en él lleva consigo vida y curación, algo por lo que vale la pena vivir, y una alegría que anticipa la plenitud del tiempo futuro.
Oración Colecta
Señor, Dios nuestro, Padre todopoderoso:
Tú quieres no que nos volvamos al pasado
para añorarlo y para llorar sobre él,
sino que tengamos esperanza en el futuro,
en la nueva tierra y en los nuevos cielos.
Danos una fe firme en tu Hijo, Jesucristo,
para que, a pesar de los defectos de nuestro tiempo,
tengamos fe en un futuro mejor,
que tú quieres que construyamos
con tu Hijo, Jesucristo, nuestro Señor.
2Sam 7,4-5a.12-14a.16: Dios le dará el trono de David
Salmo 89: Su linaje será perpetuo
Rom 4,13.16-18.22: Creyó contra toda esperanza
Lc 2,41-51a: Tu padre y yo te buscábamos angustiados
En aquel tiempo, los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de Pascua. 42Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según costumbre. 43Al terminar ésta, mientras ellos se volvían, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran. 44Pensando que iba en la caravana, hicieron un día de camino y se pusieron a buscarlo entre los parientes y los conocidos. 45Al no encontrarlo, regresaron a buscarlo a Jerusalén. 46Luego de tres días lo encontraron en el Templo, sentado en medio de los doctores de la ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. 47Y todos los que lo oían estaban maravillados ante su inteligencia y sus respuestas. 48Al verlo, se quedaron desconcertados, y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados». 49Él replicó: «¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo estar en los asuntos de mi Padre?» 50Ellos no entendieron lo que les dijo. 51Regresó con ellos, fue a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre guardaba todas estas cosas en su corazón. 52Jesús crecía en el saber, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres.
Oración de los Fieles
Oramos a Dios Padre todopoderoso porque queremos hacernos cargo de que su Reino crezca y arraigue entre nosotros. Por eso le decimos: R/Que venga a nosotros tu Reino, Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor, Dios nuestro:
Éstos son nuestros dones:
no más que un poco de pan y vino:
pan ordinario, y una sencilla bebida de alegría,
pero se convierten en medio de nosotros
en los signos de un gran futuro.
Danos fe, Señor; una fe lo bastante fuerte
para creer con absoluta certeza
que todo es posible,
que podemos construir
un nuevo cielo y una nueva tierra
en y por medio de tu Hijo,
Jesucristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Señor, Dios de nuestro futuro:
Creemos en tu Hijo, Jesucristo,
que ha estado con nosotros
en esta celebración eucarística.
Por su causa estamos convencidos
de que incluso la muerte conduce a la vida,
de que no hay límites
a lo que tú puedes hacer con nosotros,
a pesar de lo poco fiables que somos a veces.
Estamos también convencidos
de que todos nuestros sueños
pueden hacerse realidad
por encima de nuestras expectativas,
en Jesucristo, nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Cada año la Iglesia nos ofrece este tiempo de Cuaresma como una oportunidad para llegar a ser los seguidores de Cristo soñados por Jesús: valientes, cercanos a Dios, pensando de nuevo en los demás más que en nosotros mismos y en nuestros intereses insignificantes o mezquinos. Sigamos dejando al Señor que nos renueve con su fuerza. Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y les acompañe siempre.
El texto casi nada dice de José que, junto a María, buscaba angustiado a Jesús. Lo encuentran en el Templo escuchando y preguntando a los doctores de la Ley. Una mezcla de emociones nos trasmite el evangelista en este relato: angustia, desconcierto, incomprensión, alegría. Seguramente José sintió orgullo al encontrar a Jesús dialogando con los entendidos acerca de Dios. ¿Acaso no era él su padre, el que lo cuidó y acompañó en su crecimiento en estatura, gracia y sabiduría? El retorno a Nazaret debe haber sido con más preguntas que certezas, pero con la esperanza de que, en Jesús, se cumplen las promesas del Dios que salva en el día a día, en el silencio, en la tarea realizada con amor cada día. Y nosotros, ¿en qué lugares encontramos a Jesús? ¿para qué lo buscamos? Guardemos en el corazón lo que vamos experimentando con él a nuestro lado. Inspirados en José y en María, esforcémonos por cumplir la voluntad de Dios en nuestra familia y comunidades.