Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

Caminando con el Señor

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Miércoles 23 de Abril, 2025

 

MIÉRCOLES DE PASCUA

 

CAMINANDO CON EL SEÑOR

 

Oración Colecta (Dos Opciones)

 

1. Oh Dios y Padre nuestro:

Tú eres un Dios no de muertos,

ni tampoco de personas paralizadas

por sus temores y limitaciones,

sino que eres el Dios de vivos.

Resucítanos y haznos marchar animosos,

con alegría y esperanza

como nuevos discípulos de Emaús,

compañeros de camino

de aquel a quien resucitaste de entre los muertos,

Jesucristo, nuestro Señor Resucitado,

que vive y reina por los siglos de los siglos.

 

2. Señor Dios nuestro:

Tu Hijo está en medio de nosotros,

pero su rostro se nos oculta.

Ayúdanos a reconocerlo

en nuestros hermanos, compañeros de camino:

En el hombre que carece de alimento y de empleo,

en la mujer que ha sido abandonada,

en el niño que mendiga en la esquina de la calle

o en el cruce de semáforos…

Danos un corazón bueno y generoso,

para que no pasemos de largo ante ellos

con ojos obnubilados,

ya que ese hombre o ese niño o esa mujer

representan vivamente para nosotros a tu Hijo,

Jesucristo nuestro Señor.

 

Primera Lectura: Hechos 3,1-10: «En nombre de Jesucristo, camina»

Reproduciendo los gestos sanadores y liberadores de su Maestro, los apóstoles, transformados por el Espíritu, curan a un hombre que no podía caminar. Lo ponen de pie para que alabe a Dios y todos conozcan la plenitud de su bondad.

En aquel tiempo, Pedro y Juan subieron al templo para la oración vespertina, a eso de las tres de la tarde. Había allí un hombre lisiado de nacimiento, a quien diariamente llevaban y ponían ante la puerta llamada la “Hermosa”, para que pidiera limosna a los que entraban en el templo.

Aquel hombre, al ver a Pedro y a Juan cuando iban a entrar, les pidió limosna. Pedro y Juan fijaron en él los ojos, y Pedro le dijo: “Míranos”. El hombre se quedó mirándolos en espera de que le dieran algo. Entonces Pedro le dijo: “No tengo ni oro ni plata, pero te voy a dar lo que tengo: En el nombre de Jesucristo nazareno, levántate y camina”. Y, tomándolo de la mano, lo incorporó.

Al instante sus pies y sus tobillos adquirieron firmeza. De un salto se puso de pie, empezó a andar y entró con ellos al templo caminando, saltando y alabando a Dios.

Todo el pueblo lo vio caminar y alabar a Dios, y al darse cuenta de que era el mismo que pedía limosna sentado junto a la puerta “Hermosa” del templo, quedaron llenos de miedo y no salían de su asombro por lo que había sucedido.

 

Salmo Responsorial

Salmo 105, 1-2.3-4.6-7.8-9

R. (5b) Cantemos al Señor con alegría. Aleluya.
Aclamen al Señor y denle gracias,
relaten sus prodigios a los pueblos.
Entonen en su honor himnos y cantos,
celebren sus portentos.
R. Cantemos al Señor con alegría. Aleluya.
Del nombre del Señor enorgullézcanse
y siéntase feliz el que lo busca.
Recurran al Señor y a su poder,
y a su presencia acudan.
R. Cantemos al Señor con alegría. Aleluya.
Descendientes de Abrahán, su servidor,
estirpe de Jacob, su predilecto,
escuchen: el Señor es nuestro Dios
y gobiernan la tierra sus decretos.
R. Cantemos al Señor con alegría. Aleluya.
Ni aunque transcurran mil generaciones,
se olvidará el señor de sus promesas,
de la alianza pactada con Abraham,
del juramento a Isaac, que un día le hiciera.
R. Cantemos al Señor con alegría. Aleluya

 

Aclamación antes del Evangelio

Sal 117, 24

R. Aleluya, aleluya.
Éste es el día del triunfo del Señor,
día de júbilo y de gozo.
R. Aleluya.

 

Evangelio: Lucas 24,13-35 Lo reconocieron al partir el pan

Dos discípulos desanimados, con sus expectativas quebradas, regresan a sus casas por el camino de Emaús con el peso de sus frustraciones. Este evangelio nos habla del encuentro con un extraño que cambiará sus vidas para siempre… Ellos, como tantas veces nosotros, no sabían que quien caminaba a su lado era el mismísimo Jesús de Nazaret....

 

Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día a un pequeño pueblo llamado Emaús, que está a unos diez kilómetros de Jerusalén. 14En el camino conversaban sobre todo lo sucedido. 15Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona los alcanzó y se puso a caminar con ellos. 16Pero ellos tenían los ojos incapacitados para reconocerlo… 28Se acercaban al pueblo adonde se dirigían, y él hizo ademán de seguir adelante. 29Pero ellos le insistieron: «Quédate con nosotros, que se hace tarde y el día se acaba». Entró para quedarse con ellos; 30y, mientras estaba con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. 31Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista. 32Se dijeron uno al otro: «¿No sentíamos arder nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba la Escritura?» 33Se levantaron al instante, volvieron a Jerusalén y encontraron a los Once con los demás compañeros, 34que afirmaban: «Realmente ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón». 35 Ellos por su parte contaron lo que les había sucedido en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

 

Oración de los Fieles

Con toda la Iglesia elevamos nuestra oración a Cristo Resucitado para llegar a reconocer sus huellas en nuestras pequeñas y grandes historias y seamos capaces de defender la vida, la dignidad de toda vida, con nuestras palabras y obras. Por eso le decimos: R/Jesús, queremos vivir como resucitados.

 

  • Señor Resucitado, camina siempre con tu Iglesia cuando sea perseguida o luche con dificultades que amenacen su unidad. Con el corazón, te decimos.
  • Señor Resucitado, camina con nuestras comunidades cuando se sientan acosadas por conflictos, luchas, injusticias y pérdida de fervor. Con el corazón, te decimos.
  • Señor Resucitado, sigue caminando con nosotros cuando nos sintamos confusos, minados por la duda, duros de cabeza y lentos para entenderte a ti y a tu Evangelio. Con el corazón, te decimos.

 

Oración sobre las Ofrendas

Oh Dios de luz y de vida:

Como los dos discípulos de Emaús,

somos torpes de corazón

y lentos para entender

de qué modo tu Hijo camina con nosotros

en cada momento de nuestra vida.

Ayúdanos a reconocer su presencia

en estos humildes signos de pan y vino

y que él inflame nuestro corazón

cuando escuchemos su voz.

Que nos percatemos de su cercanía

en esta eucaristía,

en los acontecimientos de la vida

y en los hermanos que nos rodean.

Porque él es nuestro Señor Resucitado

por los siglos de los siglos.

 

Oración después de la Comunión

Señor Dios nuestro:

Hemos escuchado las palabras de tu Hijo

que cuestionan nuestra apatía y pesimismo,

y él ha movido nuestros corazones.

Nos hemos sentado a la mesa con él

y él ha partido de nuevo para nosotros

el Pan de sí mismo.

Envíanos ahora en misión

a nuestros hermanos y hermanas,

para llevarles la Buena Noticia salvadora:

Que tu Hijo está vivo y resucitado

y que ahora podemos realizar juntos,

unos con otros, en fraternidad,

este viaje de vida y esperanza.

Te lo pedimos en el nombre de Jesús, el Señor,

que vive contigo y permanece con nosotros,

ahora y por los siglos de los siglos.

 

Bendición

Hermanos: ¡Ojalá también nosotros pudiéramos decir con los discípulos de Emaús! ¿No sentíamos arder nuestro corazón mientras Jesús caminaba con nosotros por el camino y nos revelaba su Buena Noticia? Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y los acompañe siempre.

  

En esta aparición tenemos cuatro aprendizajes:

  1. Incapacidad para “ver” a Jesús en el camino. Así como los discípulos no son capaces de reconocer a Jesús, a nosotros la mayoría de las veces nos cuesta escucharlo y encontrarlo en las realidades o personas condenadas o crucificadas.
  2. El destino del Mesías en la Ley y los profetas. Jesús los libera de una mala interpretación de la historia de salvación, invitándonos a comprender que las grandes causas de liberación han tenido que pasar por padecimientos y sacrificios.
  3. Reconocimiento de Jesús en “La fracción del pan”. El gesto de la mesa compartida donde Jesús “toma el pan, lo bendice, lo parte y lo reparte” es el espacio de la comunidad donde Jesús continúa invitándonos a ser, como él, pan partido y repartido para los demás.
  4. El anuncio de que Jesús está vivo: La misión. La fracción del pan no termina, se prolonga en la misión: salir a testimoniar el “encuentro con el Señor”. Este es el tiempo para renacer en esperanza.

 

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