Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

San Marcos, Evangelista

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Jueves 25 de Abril, 2024

 

Cuarta emana de Pascua

 

SAN MARCOS, Evangelista

 

Introducción

Discípulo de San Pedro, Marcos nos describe con estilo sencillo cómo con Jesús llegó el tiempo de arrepentimiento y Salvación. Nos muestra a Jesús, Hijo de Dios e Hijo del Hombre, cuyo estilo de vida lo llevó a su muerte, pero que se nos manifestó plenamente a sí mismo en la Resurrección. El discípulo tiene que seguir al Maestro.

 

Oración Colecta

Señor Dios nuestro:

Desgraciadamente,

hay muchos puntos negativos en nosotros

que oscurecen tu Palabra

y nos impiden ser verdaderamente tu Iglesia.

Te pedimos hoy:

Llámanos, como una vez llamaste a Marcos,

para proclamar y vivir tu Palabra.

Inspíranos por medio de tu Espíritu

y enséñanos a vivir esperanzados

en que tu Reino vendrá

y permanecerá entre nosotros

por medio de Jesucristo, nuestro Señor,

ahora y por los siglos de los siglos.

 

1Pe 5,5b-14: «Los saluda Marcos, mi hijo»

Queridos hermanos: Que en su trato mutuo la humildad esté siempre presente, pues Dios es enemigo de los soberbios, y en cambio, a los humildes les concede su gracia. Humíllense, pues, ante la mano poderosa de Dios, para que él los levante y encumbre en el momento oportuno. Dejen en sus manos todas sus preocupaciones, pues él cuida de ustedes.

Estén alerta y no se dejen sorprender, porque su enemigo, el diablo, como un león rugiente, anda buscando a quien devorar. Resístanle con la firmeza de la fe, sabiendo que sus hermanos, dispersos por el mundo, soportan los mismos sufrimientos que ustedes.

Dios, que es la fuente de todos los bienes, nos ha llamado a participar de su gloria eterna en unión con Cristo, y después de estos sufrimientos tan breves, los restaurará a ustedes, los afianzará, fortalecerá y hará inconmovibles. Suyos son la gloria y el poder para siempre. Amén.

Por medio de Silvano, a quien considero hermano digno de toda confianza, les he escrito esta breve carta para que sepan cuál es la verdadera gracia de Dios y animarlos a permanecer firmes en ella.

Los saluda la comunidad de Babilonia, a la que Dios ha elegido, lo mismo que a ustedes. También los saluda mi hijo Marcos. Salúdense los unos a los otros con el beso fraterno. Les deseo la paz a todos ustedes, los que son de Cristo.

 

Salmo Responsorial

Salmo 88, 2-3. 6-7. 16-17

R. (cf. 2a) Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor. Aleluya.
Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor
y daré a conocer que su fidelidad es eterna,
pues el Señor ha dicho: “Mi amor es para siempre
y mi lealtad, más firme que los cielos”. R.
R. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor. Aleluya.
El cielo, Señor, proclama tus maravillas,
y tu lealtad, la asamblea de los santos.
¿Quién se compara a Dios sobre las nubes?
¿Quién es como el Señor entre los dioses? R.
R. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor. Aleluya.
Señor. Feliz el pueblo que te alaba
y que a tu luz camina,
que en  tu nombre se alegra a todas horas
y al que llena de orgullo tu justicia. R.
R. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor. Aleluya.

 

Aclamación antes del Evangelio

1 Cor 1, 23. 24

R.    Aleluya, aleluya.
Nosotros predicamos a Cristo crucificado,
que es la fuerza y la sabiduría de Dios.
R.    Aleluya.

 

Mc 16,15-20: «Anuncien el Evangelio a toda la creación»

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado. Éstos son los milagros que acompañarán a los que hayan creído: arrojarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos”.

El Señor Jesús, después de hablarles, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba su predicación con los milagros que hacían.

 

Oración de los Fieles

  • Por todos los que proclaman la Palabra de Dios. Para que ellos mismos se imbuyan profundamente de ella y, desde esa plenitud interior, la proclamen con convicción y ardor misioneros, roguemos al Señor.
  • Por todos los que escuchan la Palabra de Dios. Para que la reciban y la atesoren en sus corazones y dé frutos de bondad y de paz, roguemos al Señor.
  • Por los que no conocen todavía a Jesucristo, imagen y Palabra Viva de Dios. Para que las vidas de muchos cristianos convencidos les abran sus ojos a Jesús, luz verdadera que vino a vivir entre nosotros, roguemos al Señor.

 

Oración sobre las Ofrendas

Señor Dios nuestro:

Tú nos invitas a reunirnos en torno a tu Hijo,

para que se entregue a sí mismo a nosotros

en los signos de pan y vino.

Deseamos que comparta también con nosotros

su Santo Espíritu,

para que sepamos proclamar su Palabra

y seamos, para todos los que nos rodean,

signos de tu bondad y tu paz,

para que los hombres alaben tu nombre

por Cristo, nuestro Señor.

 

Oración después de la Comunión

Señor Dios nuestro:

Acepta nuestra acción de gracias

por darnos a conocer

cuán bueno e inspirador es tu Hijo Jesús.

Te pedimos que sepamos llevar

algo de su bondad y de su Buena Noticia

al mundo de hoy

y que nuestra irreprochable conducta cristiana

sea parte importante de este mensaje.

Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor.

 

Bendición

Hermanos: Ojalá nosotros también seamos eficaces mensajeros de la Palabra de Dios; que la conozcamos profundamente y la pongamos fielmente en práctica. Y para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y permanezca siempre.

  

Marcos usa por primera vez el género «evangelio» para describir lo que el proyecto de Jesús quería significar para quienes recibían siempre malas noticias por ser personas empobrecidas, enfermas, impuras y condenadas. En Jesús se cumplían las promesas de liberación hechas por Dios desde antiguo. Hoy son muchas las malas noticias por los conflictos interminables entre naciones, la proliferación de los virus y enfermedades, la falta de oportunidades y el hambre, el calentamiento global. Es necesario que esta Buena Nueva no sólo resuene con más fuerza, sino que necesita de corazones valientes que la encarnen y la hagan presente para devolver la esperanza. Evangelizar no es privilegio: es un asunto de humanidad. Todos los creyentes estamos autorizados para anunciar en todas partes la Buena Noticia. El gran recurso es el aprecio por la vida. Y el Señor, con la fuerza del Espíritu, hace de nuestros pequeños esfuerzos una fuente inagotable de vida. En cada Eucaristía renovamos nuestras fuerzas para la misión de dignificar, valorar y generar bienestar en nuestra Casa Común.

 

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