Viernes 9 de Mayo, 2025
Tercera Semana de pascua
CRISTO VIVE EN MÍ
Oración Colecta
Oh Dios, fuente de vida y de amor:
¿Cómo podríamos comprender la profundidad de tu amor
si tu Hijo no se hubiera hecho hombre,
carne de nuestra carne, y sangre de nuestra sangre?
¿Cómo hubiéramos podido tener el valor
de vivir, e incluso morir –si fuera necesario–,
los unos por los otros,
si Jesús no hubiera entregado su cuerpo
y derramado su sangre por nosotros?
Te damos gracias, Padre,
porque él permanece con nosotros en la Eucaristía
y se hace a sí mismo nuestro pan espiritual de cada día.
Que este pan sea el alimento que nos habilite
para vivir y morir, como él,
los unos por los otros y para ti,
nuestro Dios de vida,
por los siglos de los siglos.
Primera Lectura: Hechos 9,1-20 Pablo es un elegido
En esta Primera Lectura escucharemos un relato estremecedor: Saulo, fervoroso perseguidor de los seguidores de Cristo, en plena acción contra ese nazareno crucificado del que se decía que había vencido la muerte y era Dios, será tirado del caballo, sacado abruptamente de juego. Y allí, en el piso, tendido a su suerte, le saldrá al encuentro aquel que a quien perseguía con dura pasión.
El Señor nos dice hoy en el evangelio: “Los que comen mi carne y beben mi sangre viven en mí y yo en ellos”. Y sale a nuestro encuentro en la Eucaristía para transformarnos para siempre.
En aquel tiempo, los judíos se pusieron a discutir entre sí: "¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?"
Oración de los Fieles
Señor Dios que, con la conversión de San Pablo, nos demuestras que tú vienes a buscar y levantar lo que estaba perdido y que, al margen de todos los prejuicios humanos, transformas a los impensados, te oramos juntos diciendo: R/Conviértenos también a nosotros, Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios nuestro amoroso:
Como un Padre que se preocupa profundamente,
nos invitas al banquete de tu Hijo.
Él transformará el pan en su carne,
el vino en bebida de vida.
Haz que seamos uno con él;
calma nuestra hambre con su Pan
y rejuvenécenos con su bebida,
para que vivamos su vida de valentía y entrega
y para que vivamos con él en tu amor,
ahora y por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión
Gracias, oh Dios, Padre nuestro,
por sustentarnos en el camino hacia ti
con el verdadero Pan y bebida de vida,
tu Hijo Jesucristo.
Que en ésta, y en cada eucaristía,
se encarne él en nosotros
y nos haga encontrarnos con él tan profundamente
que seamos capaces de hacer los unos por los otros
lo que él hizo por todos.
Que Cristo viva en nosotros
ahora y por los siglos de los siglos.
Bendición
Hermanos: Pablo encontró al Señor y se transformó en una persona totalmente nueva, completamente cambiada. Nuestro encuentro con el Señor en la Eucaristía debería producir en nosotros la misma transformación, ya que Jesús nos dijo hoy: “Los que comen mi carne y beben mi sangre viven en mí y yo en ellos”. Que él viva plenamente en nosotros. Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y permanezca para siempre
El amor de Dios regenera, libera y salva, nos hace nuevas creaturas, estimula nuestra propia libertad e infunde calidad de vida que podemos compartir en convivencia con los demás. La conversión de Saulo necesitó un encuentro personal con Jesús que cambió su mundo y sus valores. Se convirtió en portador de la Buena Noticia de Jesús a otros pueblos y culturas que no pertenecían al judaísmo, asegurando el cumplimiento de la promesa: «a todas las naciones». La globalización que traspasa fronteras no ha de ser vista con fines mercantilistas; podemos sacar gran provecho de ella integrándonos más a la gran familia humana y, así, luchar juntos por mejores oportunidades y condiciones de vida para todas las personas. La nueva sociedad humana en el espacio vital del Reino no será la suma de individuos; será la unión libre de quienes respondan a la propuesta que el Padre hace en Jesús. La Eucaristía siempre es comunitaria: es «comida» por cada uno para hacernos portadores de Dios y llevarlo a cuantos lo necesitan.