Jueves 1 de Mayo, 2025
Segubnda Semana de Pascua
SAN JOSÉ OBRERO
Introducción
En el pueblo de Nazaret, a Jesús se lo conocía como el hijo del obrero, el hijo del carpintero. Sí, el Hijo de Dios nacido en una familia de un obrero, y como los jóvenes de su tiempo, se supone que ayudaría a su padre en la carpintería. Las Lecturas de hoy presentan el trabajo humano como una colaboración con el acto creador de Dios: somos administradores de la Creación a quienes Dios ha confiado el trabajo de sus manos. Trabajemos como administradores, unos de otros, y de la Creación de Dios.
Oración Colecta
Oh Dios Padre y Creador:
Cuando, por medio de tu Palabra,
completaste tu Creación,
la confiaste a los hombres
a quienes habías creado
a tu imagen y semejanza,
y dijiste: “Llenen la tierra y sométanla”.
Cólmanos con tu Espíritu, Señor,
para que conservemos la belleza y armonía
de tu Creación magnificente
y que, como San José obrero,
tomemos con responsabilidad
la tarea que se nos ha encomendado
de perfeccionar tu Creación
en Cristo Jesús, nuestro Señor.
Génesis 1,26−2,3: «Hagamos al hombre»
R. (17c) Dales, Señor, prosperidad a nuestras obras.
O bien:
R. Aleluya.
Desde antes que surgieran los montañas
y la tierra y el mundo apareciesen,
existes tú, Dios mío,
desde siempre y por siempre. R.
R. Dales, Señor, prosperidad a nuestras obras.
O bien:
R. Aleluya.
Tú haces volver al polvo a los humanos,
diciendo a los mortales que retornen.
Mil años para ti son como un día
que ya pasó, como una breve noche. R.
R. Dales, Señor, prosperidad a nuestras obras.
O bien:
R. Aleluya.
Haznos captar lo breve de la vida
y seremos sensatos.
¿Hasta cuando, Señor, vas a tener
compasión de tus siervos? ¿Hasta cuando? R.
R. Dales, Señor, prosperidad a nuestras obras.
O bien:
R. Aleluya.
Llénanos de tu amor por la mañana
y júbilo será la vida toda.
Haz, Señor, que tus siervos y sus hijos,
puedan mirar tus obras y tu gloria. R.
R. (17c) Dales, Señor, prosperidad a nuestras obras.
O bien:
R. Aleluya.
Oración de los Fieles
Al celebrar hoy la fiesta de San José, presentemos nuestras intenciones al Señor y digamos: R/ Padre, por intercesión de San José, escúchanos.
Señor, que la protección de San José nos ayude a todos a servirte a ti y a los hermanos con amor. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Aquí te presentamos pan,
como el pan ganado por San José con su trabajo
para la familia de Nazaret.
Transfórmalo en el Pan de Vida,
en tu Hijo Jesucristo.
Qué él nos mantenga fielmente
en el empeño de llevar a cabo
la tarea que nos has encomendado
en este mundo.
Haz que consideremos todo trabajo,
por humilde que sea,
como algo que nos ennoblece
en Jesucristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
San José sirvió a la Sagrada Familia de Nazaret
con el trabajo de sus manos.
Ayúdanos a poner todo nuestro corazón
en la tarea que nos has encomendado
y a ver en ella una forma de servir a los hermanos.
Ayúdanos a dar gloria y alabanza a tu nombre
por medio de Jesucristo, nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: “¿Acaso no es éste el hijo del carpintero?” Humano, el hijo de padres humildes y sencillos, que tenían que trabajar con sus manos para ganar el sustento de cada día. Y Jesús con ellos. El Creador ganando su pan. Ojalá sepamos honrar y respetar el trabajo, y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.
La proclamación de la Buena Noticia no va de la mano de triunfos, aplausos o popularidad. Este camino puede ahogarla o distorsionar su cometido. Nuestra fidelidad a Dios se expresa cuando nos consagramos a anunciarla con todo lo que implique.
Jesús conoció el descrédito, la persecución y hasta la muerte por anunciar y vivir los valores del Reino de Dios. Comulgar con su causa no es fácil cuando estamos apegados a todo lo que nos da seguridad. José, hombre justo de principios y moral arraigada en las tradiciones, es un buen ejemplo de ello: tuvo que cambiar su mentalidad, fiándose más de Dios que de sí mismo. De la misma manera las comunidades cristianas somos llamadas a proclamar con humildad y entrega la Salvación.