Martes 27 de Junio
LOS DOS CAMINOS
Liturgia de la Palabra
Primera Lectura: Gén 13,2.5-18
Lot, el sobrino de Abrahán, se adueña de la llanura fértil y rica que un día será destruida. Abrahán en cambio se queda con las colinas pedregosas que un día su pueblo poseerá.
Evangelio: Mt 7,6.12-14
Jesús dice que hay un camino fácil y espacioso que conduce a la perdición y otro estrecho y arduo que conduce a la Vida. El problema es que el primero es más tentador y por allí vamos tantas veces personas, familias, comunidades y naciones… pugnando por una vida de confort que ignora la dignidad del ser humano y se establece a costa del planeta, nuestra única Casa… Buena pregunta sería: Y nosotros, ¿por qué camino ahora estamos andando?
Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
Tú nos preguntas
a través de tu Hijo Jesucristo:
¿Qué camino quieren ustedes tomar:
el menos exigente y sin esfuerzo,
o el camino y la puerta estrechos, difíciles
y llenos de obstáculos?
Señor, que, al elegir,
nos decidamos siempre
por el camino de tu Hijo,
porque él es nuestro Señor
por los siglos de los siglos.
Gén 13,2.5-18: «No haya disputas entre nosotros dos»
Sal 15: «Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?»
Mt 7,6.12-14: «Traten a los demás como quieran que los traten»
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «No tiren las cosas santas a los perros, ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes para destrozarlos. 12Traten a los demás como quieren que los demás los traten. En esto consiste la ley y los profetas. 13Entren por la puerta estrecha; porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella. 14¡Qué estrecha es la puerta!, ¡qué angosto el camino que lleva a la vida!, y son pocos los que lo encuentran».
Oración de los Fieles
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Tu Hijo Jesús escogió el camino
de la humildad y la pobreza
y todavía aparece en medio de nosotros hoy
en el signo cotidiano de un simple trozo de pan.
Danos, a nosotros y a tu Iglesia –te rogamos–,
la mentalidad de Cristo Jesús:
que no tratemos de impresionar al mundo
con poder y prestigio,
sino cambiar a tu Iglesia desde dentro
con nueva mentalidad;
que sepa proyectarse al mundo
con pobreza de medios
y con el sencillo don del humilde servicio.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Oh Dios, Señor de vida:
Tú respetas nuestra libertad
de poder elegir entre dos caminos divergentes:
el camino ancho y fácil de la propia voluntad,
que no lleva a ninguna parte,
o el duro y pedregoso sendero de tu voluntad.
Que tu Hijo esté con nosotros
y camine a nuestro lado
por el único camino que conduce a la vida,
el camino donde tu voluntad
es también nuestra voluntad
y tu felicidad es la nuestra,
ahora y por los siglos de los siglos.
Bendición
“Estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida.” Sí; algunas veces el camino del Señor no parece recto y derecho y no sabemos bien adónde nos lleva. Pero nuestra fe nos dice que confiemos firmemente en Cristo. Que el Dios todopoderoso los guíe siempre por sus caminos, les dé fuerza y los bendiga: el Padre, y el Hijo y el Espíritu Santo.
Tres enseñanzas en el evangelio de hoy: la primera, reconocer lo verdaderamente “sagrado”, ¿Acaso sólo la Eucaristía, la Palabra de Dios, el Templo? ¿No lo son, ante todo, la vida de las personas y la Creación que nos rodea? Jesús refiere lo sagrado no al culto sino a la vida que, por cierto, parece devaluarse en una sociedad que cuantifica su valor en moneda, en productividad, en ganancia. Segunda enseñanza: la reiteración de la regla de oro: cultivar el buen trato. Entonces debemos actuar en correspondencia. Jesús nos pide amor recíproco y fomentar la cultura del buen trato. Tercera enseñanza: desafíos del camino cristiano. No podemos fomentar un seguimiento de Jesús acomodado. Recapitulando: No es tan sencillo ver lo sagrado en toda la Creación; no es fácil tratar bien a quien te trata mal y eso de cargar con la cruz o sacrificarse por amor duele. Sin esto, nos dice Jesús, no conseguiremos gozar de la felicidad plena.