Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

SAN PEDRO Y SAN PABLO, Apóstoles

Description

Domingo 29 de Junio, 2025

 

SAN PEDRO Y SAN PABLO, Apóstoles

 

Saludo (Ver Segunda Lectura)

Que el Señor esté a su lado,

lOs ayude y les dé su fuerza.

Que él los libere de todo mal

y los lleve salvos a su Reino.

Que él esté siempre con ustedes.

 

Introducción del Celebrante

Celebramos hoy con gozo la solemnidad de los santos Pedro y Pablo, apóstoles. Ellos son los dos pilares sobre los cuales el Señor construyó su Iglesia y a quienes confió la fe. Su misma fe había sido probada, cuando Pedro negó a Cristo y Pablo perseguía al mismo Cristo en la persona de sus discípulos. Después, con su fe fortalecida, dedicaron toda su vida a difundir el Evangelio. Podemos aprender de ellos hoy cómo permitir a Cristo que tome posesión de nosotros, de tal forma que vivamos para él y para su Iglesia y estemos dispuestos a sufrir por esa misma fe. Demos gracias hoy al Señor por darnos estos grandes apóstoles.

 

Acto Penitencial

Nosotros acogemos la fe de los apóstoles,

pero ¿vivimos realmente esa fe?

Examinémonos ante el Señor.

             (Pausa)

Cuando mostramos poco interés

por los afanes y luchas de la Iglesia

en el mundo de hoy,

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Cuando criticamos a la Iglesia con demasiada facilidad

y hacemos muy poco para hacerla mejor,

R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

 

 Cuando nos ponemos excusas

para dar testimonio claro y contundente

de nuestra fe en Cristo Jesús y su Evangelio,

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Ten misericordia de nosotros, Señor,

y perdónanos todos nuestros pecados.

Haznos a nosotros, tu Iglesia,

una auténtica comunidad de fe y amor

y llévanos a la vida eterna.

 

Oración Colecta

Oremos al Señor

 pidiéndole fidelidad y celo apostólico.

                (Pausa)

Señor Dios nuestro, te damos gracias hoy

por tus apóstoles Pedro y Pablo.

Danos su fe y fidelidad

para que podamos construir entre nosotros

–como una comunidad de fe y amor–

la Iglesia para la que ellos vivieron y murieron.

Otórganos sus convicciones y su valor

para que todo el mundo participe de la Buena Noticia

de tu Hijo Jesucristo,

hasta que ojalá él sea todo en todos,

ahora, y por los siglos de los siglos.

 

Primera Lectura: Hechos 12,1-11: «El Señor me ha librado de las manos de Herodes»

Pedro es apresado por predicar el mensaje liberador de Cristo. Mientras la joven Iglesia ruega por Pedro, Dios libera a su apóstol fiel, porque el Evangelio no puede ser encadenado.

En aquellos días, el rey Herodes mandó apresar a algunos miembros de la Iglesia para maltratarlos. Mandó pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan, y viendo que eso agradaba a los judíos, también hizo apresar a Pedro. Esto sucedió durante los días de la fiesta de los panes Ázimos. Después de apresarlo, lo hizo encarcelar y lo puso bajo la vigilancia de cuatro turnos de guardia, de cuatro soldados cada turno. Su intención era hacerlo comparecer ante el pueblo después de la Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel, la comunidad no cesaba de orar a Dios por él.

La noche anterior al día en que Herodes iba a hacerlo comparecer ante el pueblo, Pedro estaba durmiendo entre dos soldados, atado con dos cadenas y los centinelas cuidaban la puerta de la prisión. De pronto apareció el ángel del Señor y el calabozo se llenó de luz. El ángel tocó a Pedro en el costado, lo despertó y le dijo: “Levántate pronto”. Entonces las cadenas que le sujetaban las manos se le cayeron. El ángel le dijo: “Cíñete la túnica y ponte las sandalias”, y Pedro obedeció. Después le dijo: “Ponte el manto y sígueme”. Pedro salió detrás de él, sin saber si era verdad o no lo que el ángel hacía, y le parecía más bien que estaba soñando. Pasaron el primero y el segundo puesto de guardia y llegaron a la puerta de hierro que daba a la calle. La puerta se abrió sola delante de ellos. Salieron y caminaron hasta la esquina de la calle y de pronto el ángel desapareció.

Entonces, Pedro se dio cuenta de lo que pasaba y dijo: “Ahora sí estoy seguro de que el Señor envió a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de todo cuanto el pueblo judío esperaba que me hicieran”.


 

Salmo Responsorial

Salmo 34, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9

R. (5) El Señor me libró de todos mis temores.
Bendeciré al Señor a todas horas,
no cesar
á mi boca de alabarlo.
Yo me siento orgulloso del Señor,
que se alegren su pueblo al escucharlo. R.

R. El Señor me libró de todos mis temores.
Proclamemos la grandeza del Señor,
y alabemos todos juntos su poder.
Cuando acud
í al Señor, me hizo caso
y me libró de todos mis temores. R.
 

R. El Señor me libró de todos mis temores.
Confía en el Señor y saltarás de gusto,
jam
ás te sentirás decepcionado,
porque el Señor escucha el clamor de los pobres
y los libra de todas sus angustias. R.

R. El Señor me libró de todos mis temores.
Junto a aquellos que temen al Señor
el ángel del Señor acampa y los protege.
Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.
Dichoso el hombre que se refugia en él.
R.

R. El Señor me libró de todos mis temores.
 

Segunda Lectura: 2 Timoteo 4,6-8.17-18: «Ahora me aguarda la corona merecida»

Al final de su vida Pablo puede dar testimonio de que ha sido un testigo fiel del Señor, quien a su vez ha sido fiel a Pablo y le ha dado fortaleza. Ahora Pablo espera con ansia encontrarse con el Señor para siempre.

Querido hermano: Ha llegado para mí la hora del sacrificio y se acerca el momento de mi partida. He luchado bien en el combate, he corrido hasta la meta, he perseverado en la fe. Ahora sólo espero la corona merecida, con la que el Señor, justo juez, me premiará en aquel día, y no solamente a mí, sino a todos aquellos que esperan con amor su glorioso advenimiento.

Cuando todos me abandonaron, el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, por mi medio, se proclamara claramente el mensaje de salvación y lo oyeran todos los paganos. Y fui librado de las fauces del león. El Señor me seguirá librando de todos los peligros y me llevará sano y salvo a su Reino celestial.

 

Aclamación antes del Evangelio

Mt 16, 18

R. Aleluya, aleluya.
Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia,
y los poderes del infierno
no prevalecerán sobre ella, dice el Señor.
R. Aleluya.

 

Evangelio: Mateo 16,13-19: «Tú eres Pedro, y te daré las llaves del Reino»

Pedro, el hombre de fe que reconoce a Cristo como el Mesías, es constituido roca sobre la que el Señor construye su Iglesia, a la que él jamás abandonará. Pedro es para la Iglesia el centro de fe, autoridad y unidad.

En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?” Ellos le respondieron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas”.

Luego les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.

Jesús le dijo entonces: “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”.

 

Oración de los Fieles

Roguemos hoy con fervor especial por la Iglesia, Pueblo de Dios en marcha, para que nosotros seamos verdaderamente la Iglesia de Cristo. Respondamos a cada petición: R/ Señor, acuérdate de tu Iglesia y bendícela.

  • Por la Iglesia en este nuestro tiempo. Que el Espíritu Santo la guíe a través de los actuales dolores de renovación. Guárdala fiel al Evangelio e inspírala para que proclame su mensaje en el lenguaje propio de nuestro tiempo, roguemos.
  • Por el Papa, sucesor de Pedro. Que él sea nuestra roca de fe y el signo de unidad en la Iglesia,
  • Por nuestros obispos. Para que ejerzan su autoridad como un servicio que construya comunidad.También por los sacerdotes y personas consagradas. Para que, por la forma cómo viven el Evangelio, den testimonio creíble de lo que predican,
  • Por los misioneros. Para que proclamen el Evangelio como Buena Noticia para todos y que ayuden a cada pueblo y cultura a encontrar a Cristo, cada uno según su propia idiosincrasia,
  • Por todos los cristianos. Para que tengan un corazón compasivo, abierto y sensible a todos los que sufren y viven en necesidad, para llevarles sanación y ayuda, roguemos.
  • Por todos nosotros aquí presentes y por todas las comunidades cristianas. Para que sepamos elevarnos unos a otros en fe y en amor,

Oh Dios, Padre nuestro, tu Hijo prometió estar con su Iglesia hasta el fin de los tiempos. Haz que, cumpliendo su promesa, permanezca siempre con nosotros como nuestro Señor y Salvador por los siglos de los siglos.

 

Oración sobre las Ofrendas

Señor Dios nuestro,

en esos signos de pan y vino

nos vas a dar a Jesús, tu Hijo.

Haz que cobremos conciencia

de que tú lo enviaste a nosotros,

no para guardarlo para nosotros mismos

como preciada posesión,

sino para llevarlo,

como tus apóstoles Pedro y Pablo,

a todos los hombres y mujeres,

cercanos o lejanos.

Haz que tu Hijo sea reconocible en nosotros.

para que todo el mundo te dé gloria y alabanza.

Te lo pedimos por el mismo Cristo nuestro Señor.

 

Introducción a la Plegaria Eucarística

Con toda la Iglesia de Pedro y Pablo, con todos los que son fortalecidos y unidos por su fe, y con todos los que son inspirados por su celo misionero, nos unimos ahora en el sacrificio de nuestro Señor Jesucristo.

 

Invitación al Padre Nuestro

Interesados, con Pedro y Pablo,

en hacer que el Reino de Dios venga a todo el mundo,

rezamos la oración de Jesús al Padre.

R/ Padre Nuestro...

 

Líbranos, Señor

Libra, Señor, a tu Iglesia de todo mal

y concédele libertad y paz.

Ayúdanos a construir juntos

una comunidad de fe y amor,

en la que la gente pueda reconocer

el rostro de Cristo

cuyo retorno en gloria aguardamos

con gozosa esperanza.

Él es nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.

R/ Tuyo es el Reino...

 

Invitación a la Comunión

Éste es Jesucristo,

el Hijo del Dios viviente,

que tiene palabras de vida eterna.

¿A qué otro podemos acudir?

Dichosos nosotros, invitados

a esta Santa Mesa del Señor.

 

Oración después de la Comunión

Señor Dios nuestro,

en Pedro y Pablo,

dos pilares de tu Iglesia,

tú has tipificado una misma fidelidad

con doble característica:

fidelidad a las tradiciones vivas (en Pedro)

y fidelidad al dinamismo misionero (en Pablo).

Que el Espíritu de Jesús permanezca en nosotros

para que vivamos ambas fidelidades;

que en la diversidad de los dones

estemos siempre unidos y comprometidos

en una misma fe y un mismo amor,

en Cristo Jesús, nuestro Señor.

                                                

Bendición

Pidamos a Dios que nos bendiga, para que seamos la Iglesia de Pedro, firme en la fe, construida sobre roca, unida como el Cuerpo de Cristo, y a la que no se puede vencer. Que seamos también nosotros la Iglesia de Pablo, dinámica, sin fronteras, inquieta hasta que Cristo sea conocido y acogido por todos. Que Dios los bendiga a ustedes y a esta única Iglesia, el Padre, y el Hijo, y el Espíritu Santo.

Jesús siente que la misión llega a su fin no porque él quiera sino porque así lo han decido quienes detentan el poder y quiere saber si los que lo siguen podrán continuar su obra, el proyecto del Reino. Jesús pregunta a Pedro y la respuesta inmediata del discípulo parece sincera y llena de fe… hasta que Jesús le confiesa que este proyecto le costará la vida. Pedro se resiste a ver la cruz como camino, pero Jesús lo prepara para ser testimonio vivo de donación y entrega. Jesús también nos pregunta hoy, aquí y ahora, personal y comunitariamente. Pero muchos no llegamos a conocer bien a Jesús ni a comprender el alcance de su propuesta. Seguimos confundiendo el Evangelio del Reino con la religión cultual y los dogmas, como nos lo recordó Don Pedro Casaldáliga: “Hay pocos alumnos que tomen en serio la sabia locura del santo Evangelio”.

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