Martes 22 de Julio, 2025
MARÍA MAGDALENA
Introducción
En contra de la creencia popular, basada en una “tradición” más bien tardía y solamente aceptada en la Iglesia occidental, María Magdalena no es la mujer pecadora descrita en Lucas 7. Sabemos que era de Magdala y había sido curada por el Señor. Después de su experiencia personal con el Cristo Resucitado, se volvió una testigo impaciente y afectuosa de la Resurrección del Señor.
Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
María Magdalena buscó a tu Hijo Jesús
con el afán de una persona
que lo amaba profundamente
y que temía haberlo perdido.
Cuando ella lo hubo reconocido,
Jesús la hizo testigo de su Resurrección.
Señor Dios, ayúdanos a descubrir
la presencia de tu Hijo
en la gente que nos rodea
y que ellos, a su vez, reconozcan
que Jesucristo vive en nosotros
ahora y por los siglos de los siglos.
Primera lectura: Cantar 3,1-4a: «Encontré el amor de mi alma»
Evangelio: Juan 20,1.11-18: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?»
El primer día de la semana, muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena va al sepulcro y observa que la piedra está retirada del sepulcro. 11María estaba afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro 12y ve dos ángeles vestidos de blanco, sentados: uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había estado el cadáver de Jesús. 13Le dicen: «Mujer, ¿por qué lloras?» María responde: «Porque se han llevado a mi señor y no sé dónde lo han puesto». 14Al decir esto, se dio media vuelta y vio a Jesús de pie, pero no lo reconoció. 15Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella, creyendo que era el jardinero, le dice: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo». 16Jesús le dice: «¡María!» Ella se vuelve y le dice en hebreo Rabbuni, que significa maestro.17Le dice Jesús: «Déjame, que todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: “Subo a mi Padre, el Padre de ustedes, a mi Dios, el Dios de ustedes”». 18María Magdalena fue a anunciar a los discípulos: «He visto al Señor y me ha dicho esto».
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
En estos signos de pan y vino
tu Hijo se hace presente sobre el altar.
Danos la firme convicción
de que él está vivo
entre nosotros y en nosotros.
Haz que la gente pueda reconocer
que es sólo él
quien da sentido pleno a nuestras vidas.
Te lo pedimos por el mismo Cristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Oh Dios y Padre nuestro:
Te damos gracias
por esta celebración eucarística.
Hemos participado en la mesa de tu Hijo;
compartimos su vida y su amor.
Oh Dios, haz que, como María Magdalena,
sepamos dar testimonio entusiasta
de que Jesucristo, tu Hijo, resucitó y vive hoy.
Queremos que nuestras vidas
reflejen el amor y la alegría que él nos trajo,
hasta que entremos en la alegría de tu Reino.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
El movimiento de Jesús generó novedad y esperanza entre el pueblo que vivía en el olvido social y religioso. Quienes lo seguían se sentían atraídos por esa Buena Nueva que les devolvía esperanza y los hacía sentirse personas dignas. El Dios de la religión oficial era presentado como un ser exigente al que no se habían hecho merecedores por su condición de pobreza o enfermedad. Toda esta novedad provocaba el descrédito de quienes se sentían guardianes de la religión oficial. Y aquí entra en escena María Magdalena como mujer marginada a quien Jesús dignifica haciéndola portadora de la Buena Noticia; a ella le es devuelta su palabra y liderazgo, que ahora podrá ejercer animando a las comunidades que nacen como fruto de la Pascua.
La estructura patriarcal que ha prevalecido dentro de nuestra Iglesia ha tenido que reconocer el aporte de las mujeres en la tarea evangelizadora. La presencia de las mujeres continúa abriendo caminos de vida y esperanza con o sin el reconocimiento oficial.