Lunes 31 de Julio
SAN IGNACIO DE LOYOLA, Sacerdote
Introducción
Mientras se recuperaba de una herida contraída como soldado, Ignacio leyó vidas de santos, al no tener otros libros a mano. Estas lecturas le hicieron reflexionar seriamente sobre el sentido y finalidad de la vida, hizo peregrinaciones, y por fin decidió servir a Dios.
La “Compañía” que él fundó debía estar a disposición del Papa para servir a las más urgentes necesidades contemporáneas de la Iglesia. En tiempos de Ignacio, los Jesuitas contribuyeron decisivamente a contrarrestar las herejías, reformando la Iglesia, y comenzando misiones en el extranjero. Para él la acción apostólica debe tener como base la oración y la reflexión. Sabio consejo éste, también para nosotros hoy.
Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
Como San Ignacio de Loyola
hemos aceptado tu invitación
para seguir a tu Hijo Jesús
como discípulos suyos
y para ofrecer todo lo que hacemos
ad majorem Dei gloriam,
(“para tu mayor gloria”).
Danos la fuerza de tu Espíritu
para no buscarnos a nosotros mismos
y aceptar nuestra misión en la vida
con todas sus consecuencias.
Estamos seguros de que así
Jesús nos llevará hacia ti,
nuestro Dios bondadoso,
que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
Éx 32,15-24.30-34: «Este pueblo ha pecado»
Sal 106: «Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo»
Mt 13,31-35: El Reino se parece a una pequeña semilla
Jesús contó otra parábola: «El Reino de los cielos se parece a una semilla de mostaza que un hombre toma y siembra en su campo. Es más pequeña que las demás semillas; pero, cuando crece es más alta que otras hortalizas; se hace un árbol, vienen los pájaros y anidan en sus ramas». Les contó otra parábola: «El reino de los cielos se parece a la levadura: una mujer la toma, la mezcla con tres medidas de harina, hasta que todo fermenta». Todo esto se lo expuso Jesús a la multitud con parábolas; y sin parábolas no les expuso nada. Así se cumplió lo que anunció el profeta: «Voy a abrir la boca pronunciando parábolas, profiriendo cosas ocultas desde la creación del mundo».
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios, Padre nuestro:
Que ojalá en esta eucaristía
Jesús, el Señor, nos una
tan íntimamente a él
que nos disponga a aceptar con sumo gusto
cualquier misión que quieras encomendarnos.
Que el servicio a la Iglesia y sus necesidades
sea nuestra principal preocupación
y que sepamos prestar siempre este servicio
para la mayor gloria de Dios.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
En esta eucaristía nos has inspirado
con la Palabra y con el Cuerpo de Jesús.
Que el mismo Jesús nos otorgue
su Espíritu de discernimiento
para que nos percatemos claramente
de la tarea que tenemos ante nosotros
y nos entreguemos a ella con sabiduría
y total dedicación
sin miedo ni vacilación,
por que sabemos que estamos colaborando
en tu trabajo redentor,
tú que eres nuestro Dios
de Vida y Salvación,
por los siglos de los siglos.
Cuando escuchamos la palabra «evangelizar», no pocas veces pueden venir a nuestra mente algunas imágenes erróneas de lo que hay que hacer. Evangelizar es crear un proceso donde la semilla crece en silencio hasta devenir en un gran árbol; o que la levadura fermente la masa poco a poco. El cristianismo no crece por proselitismo sino por atracción, decía Benedicto XVI. El Reino de Dios se hace presente en este mundo en la medida en que hay personas que, interpeladas por la Palabra y el sufrimiento injusto de otras personas, deciden seguir a Jesús en la búsqueda de un mundo nuevo solo posible con Dios. A veces experimentaremos en nosotros mismos la vulnerabilidad, el pecado, tal como hemos escuchado en el relato del pueblo de Israel. Pero sin duda esta experiencia nos ayudará a sentirnos menos perfectos y a conectar mejor con el sufrimiento de los demás para, desde ahí, alcanzar juntos la comunión. Mi forma de vivir cristianamente ¿atrae y construye un mundo más humano?