Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

Manso y humilde de corazón

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Jueves 17 de Julio, 2025

 

Decimaquinta Semana en Tiempo Ordinario

 

MANSO Y HUMILDE DE CORAZÓN

 

Oración Colecta

Oh Dios, misterioso e inescrutable:

Tú eres el Dios a quien conocemos por sus obras,

por lo que tú haces por nosotros.

Señor, danos ojos y corazón para ver cómo y cuánto

te preocupas por nosotros, tu Pueblo.

Quédate con nosotros, vive en nosotros

para que vivamos para ti y para los demás

con el mismo Amor respetuoso

con el que tú nos has amado y hecho libres,

por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

 

Primera Lectura: Éxodo 3,13-20 «Yo soy me envía a ustedes»

Prestamos hoy especial atención a la Primera Lectura, en la que Dios revela su nombre a Moisés. Dios es “el que es”; está más allá de todo nombre. Es el que conducirá a su Pueblo lejos de su miseria, a una tierra que mana leche y miel. Es el Dios liberador. Un Dios totalmente otro y, sin embargo, el más cercano al corazón del hombre, que no solo nos ha dado nuestra libertad, sino que la respeta y nos ama.

En aquel tiempo, Moisés [después de oír la voz del Señor en medio de la zarza] le dijo: "Está bien. Me presentaré a los hijos de Israel y les diré: 'El Dios de sus padres me envía a ustedes'; pero cuando me pregunten cuál es su nombre, ¿qué les voy a responder?"

Dios le contestó a Moisés: "Mi nombre es Yo-soy"; y añadió: "Esto les dirás a los israelitas: 'Yo-soy me envía a ustedes'. También les dirás: 'El Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob, me envía a ustedes. Este es mi nombre para siempre. Con este nombre me han de recordar de generación en generación'.

Ve a reunir a los ancianos de Israel y diles: El Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se me apareció y me dijo: 'Yo he venido a ustedes porque he visto cómo los maltratan en Egipto. He decidido sacarlos de la esclavitud de Egipto para llevarlos al país de los cananeos, hititas, amorreos, perezeos, jiveos y yebuseos, a una tierra que mana leche y miel'.

Los ancianos de Israel escucharán tu voz y tú irás con ellos a ver al faraón y le dirán: 'El Señor, el Dios de los hebreos, se nos ha aparecido. Permítenos caminar tres días por el desierto, para ofrecer sacrificios al Señor, nuestro Dios'.

Ya sé que el faraón no los dejará ir, si no se ve obligado. Por eso yo extenderé mi brazo y azotaré a los egipcios con toda clase de males, y finalmente el faraón los dejará salir".

 

Salmo Responsorial 105: El Señor nunca olvida sus promesas

R. (8a) El Señor nunca olvida sus promesas.
Aclamen al Señor y denle gracias,
relaten sus prodigios a los pueblos.
Entonen en su honor himnos y cantos,
celebren sus portentos.
R. El Señor nunca olvida sus promesas.
Ni aunque transcurran mil generaciones,
se olvidará el Señor de sus promesas,
de la alianza pactada con Abraham,
del juramento a Isaac, que un día le hiciera.
R. El Señor nunca olvida sus promesas.
Dios hizo a su pueblo muy fecundo,
más poderoso que sus enemigos.
A éstos les endureció el corazón
para que odiaran a su pueblo,
y le pusieran asechanzas a sus siervos.
R. El Señor nunca olvida sus promesas.
Pero envió a su siervo, Moisés,
y a Aarón, su elegido,
a que hicieran contra ellos sus señales anunciadas,
sus prodigios en la tierra de Egipto.
R. El Señor nunca olvida sus promesas.

 

Aclamación antes del Evangelio

Mateo 11,28

R. Aleluya, aleluya.
Vengan a mí, todos los que están fatigados
y agobiados por la carga,
y yo les daré alivio, dice el Señor.
R. Aleluya.

 

Evangelio: Mateo 11,28-30 «Soy manso y humilde de corazón»

Nuestro Señor Jesús no nos promete que no habrá sufrimiento alguno. El dolor, con su misterio, es parte de nuestra evolución humana. Pero nos ofrece unir nuestro sufrimiento al suyo para experimentar que la carga es suave y ligera. Y vivirlo con humildad y mansedumbre, confiando en la Resurrección que espera.

Dijo Jesús: «Vengan a mí, los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré. 29Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy tolerante y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su vida. 30Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».

 

Oración de los Fieles

  • Por todos los cristianos, liberados por Cristo en el Bautismo. Para que no vuelvan a ser de nuevo esclavos del mal. Roguemos al Señor.
  • Por nuestras comunidades cristianas. Para que sus miembros seamos hombres y mujeres lo bastante libres de egoísmo para servir generosamente a las necesidades de los demás. Roguemos al Señor.
  • Por todos nosotros. Para que nos olvidemos de nosotros mismos y así sepamos amarnos y ayudarnos unos a otros como hermanos. Roguemos al Señor.

 

Oración sobre las Ofrendas

Oh Dios liberador: Con tu beneplácito,

tu Hijo Jesucristo se hizo hombre, uno de nosotros,

para liberarnos de nuestras pesadas cargas,

que son fruto de nuestra propia hechura,

y para uncir, junto con nosotros, el yugo del amor.

Ahora, en esta eucaristía,

él viene a nosotros en los signos de pan y vino.

Que él nos dirija y lleve a una tierra

en la que mane la leche y la miel del amor altruista,

dado libremente y libremente recibido,

para que un día nos podamos asentar

como nuevo Pueblo para siempre

en la Tierra prometida del Cielo.

Te lo pedimos por el mismo Jesucristo nuestro Señor.

 

Oración después de la Comunión

Infinito e independiente Dios:

Con tu beneplácito, tu Hijo Jesucristo se hizo hombre,

para hacernos autónomos y libres, como tú lo eres,

ya que nos hiciste a tu imagen y semejanza.

Continúa en nosotros, tu Pueblo,

tu historia sagrada de responsable libertad.

Haznos libres para servirte;

libres y disponibles para socorrer eficazmente

al hermano necesitado;

libres para trabajar por la justicia,

la dignidad humana, la fraternidad y el amor,

en Cristo Jesús, tu Hijo y nuestro Señor.

 

Bendición

“Estaré con ustedes”, dice Dios a Moisés. Y lo mismo nos dice también a nosotros. Que nuestro Dios vivo y amoroso, nos bendiga: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

El evangelio de Mateo nos sigue presentando a un Jesús cercano y solidario, especialmente con quien sufre. Jesús conoce bien el sufrimiento que vive su pueblo a causa de las cargas económicas, los tributos e imposiciones imperiales que padece. Y se entristece al ver que incluso la religión del Templo se ha convertido en una carga insoportable para los creyentes. Hoy como ayer muchas cargas injustas pesan sobre las espaldas de los más débiles y agobian la vida de las grandes mayorías. El confort que propone nuestra sociedad es muy alto, y son muchas las familias que viven bajo estrés porque no alcanzan a pagar todas sus cuentas. O lo que es peor, cada vez son más las que viven por debajo de la línea de pobreza. Jesús nos invita a asemejarnos a él en humildad y mansedumbre. A llevar una vida sobria que no se deje seducir por las ofertas al fin esclavizantes del sistema. Una vida simple y solidaria que construya felicidad con todos.

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