Domingo 5 de Noviembre
TRIGÉSIMOPRIMER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Que nuestra vida refleje la historia de Dios
Saludo (Ver Segunda Lectura)
Hermanos: Den gracias a Dios.
Ustedes han oído su mensaje
por medio de su Hijo Jesucristo.
No es ninguna idea humana lo que la Iglesia proclama,
sino que es el mensaje mismo de Dios.
Este mensaje nos da fuerza cuando creemos en él.
Que Jesús, Palabra viva de Dios,
esté siempre con ustedes.
Introducción del Celebrante
¡Qué ridículo resulta cuando alguien que te guía se pierde él mismo! ¿Qué credibilidad puede tener el político que hace promesas y después no las cumple; el catequista que enseña religión, pero no va a la Iglesia; el sacerdote que predica justicia, pero no paga justa y hasta generosamente a sus empleados? Si queremos ser creíbles y dignos de confianza como miembros de la Iglesia, tenemos que vivir nosotros mismos tal como creemos, especialmente los líderes y ministros. Aprendamos de Jesús ahora, en esta eucaristía.
Acto Penitencial
Pidamos perdón al Señor y a nuestros hermanos
por escandalizarlos
al no cumplir la fe que profesamos.
(Pausa)
Señor Jesús, tú viniste no a ser servido
sino a servir.
R/Señor, te piedad de nosotros.
Cristo Jesús, tú mismo cargaste tu cruz
antes de pedir a los otros
que cargaran las suyas tras de ti.
R/Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, tu yugo es liviano
porque tú nos has enseñado antes el camino.
R/Señor, ten piedad de nosotros.
Ten misericordia de nosotros, Señor,
y perdona todos nuestros pecados.
Ayúdanos a servir contigo
al Padre y a nuestros prójimos
y llévanos a la vida eterna.
Oración Colecta
Oremos para que nuestra vida mediocre
no transforme nuestra fe
en una solemne mentira.
(Pausa)
Señor Dios, Padre nuestro:
Tú sigues dirigiéndonos tu Palabra
por medio de tu Hijo Jesucristo.
Haz que escuchemos esa Palabra
y la acojamos con todo nuestro ser.
Que ella cambie nuestras actitudes,
nuestra mentalidad y conducta,
de forma que dirija nuestra vida
y que la haga un mensaje vivo
de Buena Nueva de Salvación para todos.
Que los que vean nuestra conducta,
se sientan inspirados por ella y la sigan.
Y que la Palabra sea el poder vital
que lleve a todos a darte gloria y alabanza,
por Jesucristo nuestro Señor.
Primera Lectura: Malaquías 1,14b-2,2b.8-10 Mensajeros de Dios que no hablan Palabra de Dios
El profeta Malaquías profiere palabras duras contra sacerdotes que no hablan palabra de Dios. Engañan al pueblo y violan la Alianza de Dios. ¿Acaso no habrían de ser ellos los primeros en convertirse a la palabra de Dios?
Yo soy el Gran Rey y mi nombre es respetado en las naciones –dice el Señor Todopoderoso–. Y ahora les toca a ustedes, sacerdotes: Si no me obedecen y no se proponen honrarme –dice el Señor Todopoderoso– les enviaré mi maldición. Pero ustedes se apartaron del camino, hicieron tropezar a muchos con su doctrina, y pervirtieron la alianza con Leví –dice el Señor Todopoderoso–. Por eso yo los haré despreciables y viles ante todo el pueblo, por no haber seguido mis caminos y por no tratar a todos por igual cuando enseñan a la gente. ¿No tenemos todos un solo Padre?, ¿no nos creó un mismo Dios?, ¿por qué uno traiciona a su hermano profanando la alianza de nuestros antepasados?
Salmo 131: «Guarda mi alma en tu paz, Señor»
R. Señor, consérvame en tu paz.
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos soberbios;
grandezas que superen mis alcances
no pretendo.
R. Señor, consérvame en tu paz.
Estoy, Señor, por lo contrario,
tranquilo y en silencio,
como niño recién amamantado
en los brazos maternos.
R. Señor, consérvame en tu paz.
Que igual en el Señor esperen
los hijos de Israel, ahora y siempre.
R. Señor, consérvame en tu paz.
Segunda Lectura:
1 Tesalonicenses 2,7b-9.13: Deseábamos entregarles el Evangelio
Pablo exhibe todas las cualidades de un auténtico mensajero del Evangelio. Predica el Evangelio no como palabra propia sino como palabra de Dios. Está dispuesto a apoyarla y defenderla con su vida; es afectuoso con su gente (como una madre, él mismo dice).
Hermanos: Nos portamos con ustedes con toda bondad, como una madre que acaricia a sus criaturas. Sentíamos tanto afecto por ustedes, que estábamos dispuestos a entregarles no sólo la Buena Noticia de Dios, sino también nuestra propia vida: tanto los queríamos. Recuerden, hermanos, nuestro esfuerzo y fatiga: noche y día trabajamos para no serles una carga mientras les proclamábamos la Buena Noticia de Dios. Por eso también nosotros damos siempre gracias a Dios, porque, cuando escucharon la Palabra de Dios que les predicamos, la recibieron, no como palabra humana, sino como realmente es, Palabra de Dios que actúa en ustedes, los creyentes.
Evangelio: Mateo 23,1-12: «No hacen lo que dicen»
Jesús nos previene contra maestros que no practican lo que predican: “Hagan ustedes lo que les dicen, pero no sigan su ejemplo”. El gran peligro consiste en que nunca los vamos a escuchar, ya que no son creíbles.
En aquel tiempo, Jesús, dirigiéndose a la multitud y a los discípulos, dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los letrados y los fariseos. Ustedes hagan y cumplan lo que ellos digan, pero no los imiten; porque dicen y no hacen. Atan fardos pesados, difíciles de llevar, y se los cargan en la espalda a la gente, mientras ellos se niegan a moverlos con el dedo. Todo lo hacen para exhibirse ante la gente: llevan cintas anchas y flecos llamativos en sus mantos. Les gusta ocupar los primeros puestos en las comidas y los primeros asientos en las sinagogas; que los salude la gente por la calle y los llamen maestros. Ustedes no se hagan llamar maestros, porque uno solo es su maestro, mientras que todos ustedes son hermanos. En la Tierra a nadie llamen padre, pues uno solo es su Padre, el del cielo. Ni se llamen jefes, porque solo tienen un jefe que es el Mesías. El mayor de ustedes que se haga servidor de los demás. Quien se alaba será humillado y quien se humilla será alabado».
Oración de los Fieles
Pidamos hoy al Dios de la verdad y del amor confianza y autenticidad en la Iglesia y en el mundo, y digamos: R/Señor, escucha nuestra oración.
Oh Dios y Padre nuestro: Ayúdanos a amarte y servirte a ti y a los hermanos en Espíritu y en verdad, por medio de aquel que es nuestro camino hacia ti, Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios y Padre nuestro:
Con estos signos de pan y vino
celebramos el memorial
de la muerte y resurrección de tu Hijo.
Él nos mostró cuán profundo y fiable era su amor
hacia ti y hacia nosotros.
Danos la gracia
de que nuestro amor sea tan genuino como el suyo,
abierto a tu presencia en cada uno de nosotros,
capaz de perdonar las ofensas
y dispuesto siempre a compartir
lo mejor de nosotros.
Haz que esto se haga realidad en nuestras vidas;
que nuestra ofrenda exprese lo que hay en nosotros
en espíritu y en verdad.
Te pedimos todo esto, Padre bueno,
en nombre de Jesucristo el Señor.
Introducción a la Plegaria Eucarística
Con Jesús, que vino a nosotros como siervo de todos, damos gracias al Padre.
Introducción al Padre Nuestro
Sólo tenemos un Padre, el del cielo.
A él nos dirigimos en oración
con Jesús, nuestro hermano..
R/ Padre nuestro…
Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todos los males,
de falsas apariencias
y de pretensiones de que somos mejores
de lo que realmente somos.
Arranca nuestras máscaras
y pon en nuestros labios
palabras llenas y ricas
del calor de la amistad,
para que entre nosotros
el amor no sea solamente una palabra
sino un gesto de esperanza
en la venida de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
R/ Tuyo es el reino…
Invitación a la Comunión
Éste es Jesús, el Señor, que dice:
“Quien come mi carne y bebe mi sangre
vivirá a causa de mí.”
R/ Señor, no soy digno…
Oración después de la Comunión
Oh Dios y Padre nuestro:
¿Quiénes somos nosotros
para jactarnos o para aparentar?
Eres tú quien nos ha elegido
y nos ha colmado con tus dones.
Hasta nuestra capacidad de hacer el bien
procede de tu bondad.
Por la fuerza de esta eucaristía
haznos sencillos y humildes sin fingimiento
ante ti y ante el bien presente en los hermanos.
Que sepamos servirte con alegría
en la simplicidad de nuestros corazones,
y proclamar nuestra fe con obras vivas y reales.
Concédenoslo, Dios Padre,
por medio de Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Ustedes tienen un solo Padre, el del cielo. Ustedes tienen un solo Maestro: Jesús, el Señor. Sírvanse unos a otros en el Espíritu de verdad y amor. Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, vivo y fiel, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y les acompañe siempre.
En este domingo la liturgia de la Palabra nos invita a purificar nuestras imágenes sobre Dios, porque en la medida en la que lo conozcamos mejor cambiará la forma en la que nos relacionamos tanto dentro como fuera de la Iglesia. El Dios Padre de todos que nos presenta el profeta Malaquías es aquel que estamos invitados a honrar, sintiéndonos hijos e hijas con igual dignidad y con las mismas oportunidades. San Pablo, por su parte, reconoce esos rasgos maternales que han de caracterizar el buen trato de los que lideran y animan al Pueblo de Dios.
Aunque en las últimas generaciones hemos constatado que la “palabra”, por su mal uso, ha sufrido vaciedad y descrédito, su fuerza aún motiva, dignifica y construye. Ella se empodera cuando la sustenta el testimonio. Es indudable que el mejor testimonio de lo que creemos lo demostramos en nuestro trato amable y humilde. Los textos que hoy nos acompañan tienen un tono de dulce advertencia o aclaración: honrar a Dios es “seguir sus caminos”, “tratar a todas las personas por igual”, reconocer la hermandad que nos dispone al “encuentro”. Sabernos imagen de Dios nos ha de impulsar al “buen vivir” con quienes nos rodean, siendo promotores de la ternura revolucionaria, signos de su Providencia.
Las palabras de Jesús sustentadas en sus acciones son las que las comunidades de fe estamos llamadas a retomar y actualizar. El camino que nos propone el Evangelio es el del servicio y la donación. Quienes siguen a Jesús reciben la invitación a la coherencia de vida y es más radical si tenemos una responsabilidad frente a la comunidad o la familia; reconocernos no sólo portadores sino receptores de la Buena Noticia que compartimos con todas las personas de nuestro entorno.
Actualmente, y a causa del plano virtual en el que nos movemos para comunicarnos en gran medida, es necesario activar las alertas para no convertirnos en portadores de palabras carentes de testimonio. Que nuestra presencia en las redes pueda hacernos bien y hacerles bien a las personas. Si predicamos, que sea con el ejemplo y la coherencia de quien reconoce su fragilidad, pero se sabe sostenido por la gracia.
En esta semana la Palabra nos quiere alertar sobre la actitud farisea o hipócrita para no reproducirla en nuestras comunidades. Es una buena oportunidad para poner atención en tus relaciones interpersonales y descubrir si están basadas más en la apariencia que en la verdad. La sinceridad vale más que muchas mentiras sostenidas. Que tu experiencia de Dios “Padre-Madre” continué madurando para que sepas amar más y mejor.