Jueves 7 de Septiembre
PESCADORES DE HOMBRES
Liturgia de la Palabra
Primera Lectura: Col 1,9-14
En la comunidad cristiana de Colosas se estaban infiltrando doctrinas sectarias que prometían a sus seguidores un conocimiento intuitivo y secreto de las cosas divinas para alcanzar la Salvación, independiente de las enseñanzas de Jesús, de la tradición y de la autoridad de los apóstoles. Por eso Pablo ora por sus discípulos. Para que permanezcan en la voluntad de Dios.
Evangelio: Lc 5,1-11
Simón Pedro y sus compañeros estaban estupefactos. Un extraño, no un avezado pescador, se atrevía a decirles dónde pescar cantidad de peces, cuando ellos, pescadores de profesión, habían fracasado… Este Hombre era realmente extraordinario. Él los sedujo con su encanto y lo siguieron. Más tarde (después de su Resurrección), ellos remarían mar adentro, es decir, arriesgarían y entregarían su vida por seguirlo y “pescarían hombres” para Cristo y su Evangelio.
Oración Colecta
Oh Dios Santo, fuente de nuestra felicidad:
Tú confías tu Buena Nueva de Vida
a gente débil y falible.
Cólmanos con la fuerza de tu Santo Espíritu,
para que estemos dispuestos
a proclamar tu mensaje de Salvación
en el lenguaje vivo de nuestro tiempo.
Que Jesús, tu Hijo, obre y actúe con y en nosotros
para que cada uno de nosotros tengamos el valor de decir:
“Aquí me tienes, Señor, envíame como tu mensajero
a compartir con todos los que quieran escuchar
tu alegre noticia de felicidad.”
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Col 1,9-14: Nos ha trasladado al reino de su Hijo querido
Sal 98: El Señor nos ha mostrado su amor y su lealtad
Lc 5,1-11: «Serás pescador de hombres»
La gente se agolpaba junto a Jesús para escuchar la Palabra de Dios, mientras él estaba a la orilla del lago de Genesaret. 2Vio dos barcas junto a la orilla; los pescadores se habían bajado y estaban lavando sus redes. 3Subiendo a una de las barcas, la de Simón, le pidió que se apartase un poco de tierra. Se sentó y se puso a enseñar a la multitud desde la barca. 4Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Navega lago adentro y echa las redes para pescar». 5Le replicó Simón: «Maestro, hemos trabajado toda la noche y no hemos sacado nada; pero, ya que lo dices, echaré las redes». 6Lo hicieron y capturaron tal cantidad de peces que reventaban las redes. 7Hicieron señas a los socios de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Llegaron y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. 8Al verlo, Simón Pedro cayó a los pies de Jesús y dijo: «¡Apártate de mí, Señor, que soy un pecador!» 9ya que el temor se había apoderado de él y de todos sus compañeros por la cantidad de peces que habían pescado. 10Lo mismo sucedía a Juan y Santiago, hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas; en adelante serás pescador de hombres». 11Entonces, amarrando las barcas, lo dejaron todo y lo siguieron.
Oración de los Fieles
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios, Padre nuestro:
En estos signos de pan y vino
celebramos el acontecimiento central
que resume nuestra fe
y da sentido a lo que somos y hacemos:
La muerte y Resurrección de tu Hijo Jesucristo.
Purifica nuestros labios y corazones
con su Cuerpo y con su Sangre
y envíanos a proclamar con nuestras vidas
que Jesús es nuestro Señor, vivo y resucitado,
y que tú eres nuestro Padre
ahora y por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión.
Señor Dios nuestro:
En tu amor nos has convocado a cada uno de nosotros
para una misión en la vida
y para un puesto en tu Plan de Salvación
que nadie puede cumplir por nosotros;
tú has escogido a tu Iglesia, es decir a nosotros,
para ser signos irremplazables y testigos
de la muerte y Resurrección de tu Hijo.
Haznos a todos y a cada uno de nosotros
capaces de llevar fielmente a cabo nuestra misión.
Y envíanos “mar adentro”, a pescar hombres,
por la fuerza del Cuerpo y la Sangre
de nuestro único Salvador,
Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: El Señor nos envía y nos encomienda su Palabra y su Eucaristía. Vayamos ahora. Proclamemos su Palabra y seamos su Cuerpo visible en el mundo. Que el Señor nos bendiga y que seamos una bendición para todos, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Seguro que los planes de Simón eran otros después de aquella noche poco productiva; había que ir a casa para comer algo calentito y descansar. Sin embargo, nada dijo cuando Jesús subió a su barca para enseñar. A Pedro también le gustaban las enseñanzas breves de Jesús. Solo que, cuando le pidió volver lago adentro y echar las redes, tuvo que expresar su resistencia. Jesús era un jornalero y experto en el arte de hablar de Dios, pero no en el de pescar; en este menester, el maestro era Pedro. Con todo, se deja guiar por la palabra del Maestro y queda abismado por el resultado. Postrado, reconoce su falencia y Jesús lo impulsa a una tarea nueva pero impregnada de la gracia de Dios. Dios se nos muestra también en lo que mejor conocemos, aunque no necesariamente con nuestros parámetros de producción. ¡Nada se dice del dinero ganado con aquella pesca portentosa! Los signos de Dios están allí para asombrarnos e impulsarnos a nuevos derroteros. ¿Nos asombra Dios, o ya no?