Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

La semilla de la Palabra

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Sábado 20 de Septiembre, 2025

 

24 Semana en Tiempo Ordinario

 

LA SEMILLA DE LA PALABRA

 

Oración Colecta

Señor Dios nuestro:

Te damos gracias por hablarnos

la palabra de tu Hijo Jesucristo

y por sembrar en nuestras mentes y corazones

las semillas de la fe.

Abre nuestros oídos, día a día,

a la semilla de su palabra,

para que vaya creciendo en nosotros

con mezcla de dolor, esfuerzo y alegría.

Que la palabra arraigue cada vez más profundamente

en nuestros corazones

y dé frutos de justicia y amor,

hasta la segunda venida de Jesucristo,

Hijo tuyo y Señor nuestro,

por los siglos de los siglos.

 

Primera Lectura: 1 Tim 6,13-16: «Guarda el Mandamiento sin mancha hasta la venida del Señor»

Al final de su carta, Pablo propone a Timoteo un programa de vida para permanecer fiel al Señor Jesucristo.

Querido hermano: En presencia de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Cristo Jesús, que dio tan admirable testimonio ante Poncio Pilato, te ordeno que cumplas fiel e irreprochablemente todo lo mandado, hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo, la cual dará a conocer a su debido tiempo Dios, el bienaventurado y único soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único que posee la inmortalidad, el que habita en una luz inaccesible y a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A él todo honor y poder para siempre.

 

Salmo Responsorial:Sirvamos al Señor con alegría

Del Salmo 100

R. (2c) Sirvamos al Señor con alegría.
Reconozcamos que el Señor es Dios,
que él fue quien nos hizo y somos suyos, 
que somos su pueblo a su rebaño.
R. Sirvamos al Señor con alegría.
Entremos por sus puertas dando gracias, 
crucemos por sus atrios entre himnos, 
alabando al Señor y bendiciéndolo. 
R. Sirvamos al Señor con alegría.
Porque el Señor es bueno, bendigámoslo,
porque es eterna su misericordia,
y su fidelidad nunca se acaba. 
R. Sirvamos al Señor con alegría.

 

Aclamación antes del Evangelio

Cfr Lucas 8, 15

R. Aleluya, aleluya.
Dichosos los que cumplen la palabra del Señor
con un corazón bueno y sincero
y perseveran hasta dar fruto.
R. Aleluya.
 

Evangelio: Lc 8,4-15: Algunas semillas dieron fruto abundante

En aquel tiempo, mucha gente se había reunido alrededor de Jesús, y al ir pasando por los pueblos, otros más se le unían. Entonces les dijo esta parábola:

“Salió un sembrador a sembrar su semilla. Al ir sembrando, unos granos cayeron en el camino, la gente los pisó y los pájaros se los comieron. Otros cayeron en terreno pedregoso, y al brotar, se secaron por falta de humedad. Otros cayeron entre espinos, y al crecer éstos, los ahogaron. Los demás cayeron en tierra buena, crecieron y produjeron el ciento por uno”. Dicho esto, exclamó: “¡El que tenga oídos para oír, que oiga!”

Entonces le preguntaron los discípulos: “¿Qué significa esta parábola?” Y él les respondió: “A ustedes se les ha concedido conocer claramente los secretos del Reino de Dios; en cambio, a los demás, sólo en parábolas para que viendo no vean y oyendo no entiendan.

La parábola significa esto: la semilla es la palabra de Dios. Lo que cayó en el camino representa a los que escuchan la palabra, pero luego viene el diablo y se la lleva de sus corazones, para que no crean ni se salven. Lo que cayó en terreno pedregoso representa a los que, al escuchar la palabra, la reciben con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba, fallan. Lo que cayó entre espinos representa a los que escuchan la palabra, pero con los afanes, riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no dan fruto. Lo que cayó en tierra buena representa a los que escuchan la palabra, la conservan en un corazón bueno y bien dispuesto, y dan fruto por su constancia’’.

 

Oración de los Fieles

  • Señor, da sabiduría y valor a todos los maestros y predicadores en la Iglesia, para que nos ayuden a entender tu Palabra y la proclamen como Buena Noticia de Salvación; por eso te decimos.
  • Señor, inspira con tu Palabra a todos los poderosos de la tierra, para que aúnen fuerzas y lleven a todos paz duradera, alimento y dignidad humana; por eso te decimos.
  • Señor, haz que seamos receptivos a tu Palabra. Líbranos de la superficialidad y del miedo a perder nuestras seguridades y certezas. Danos una nueva actitud para acoger tu mensaje, y para vivir con coherencia según lo que firmemente creemos; por eso te decimos:

 

Oración sobre las Ofrendas

Señor Dios nuestro:

Acepta en este pan y este vino

nuestro anhelo de recibir a tu Hijo

y escuchar su Palabra

con corazón noble y generoso.

Dánoslo como nuestro compañero de camino;

que él siga hablándonos

en la gente y en los acontecimientos de la vida.

Y que ojalá lo acojamos gozosamente

y, como consecuencia, demos rica cosecha de vida

que dure y se perpetúe

por los siglos de los siglos.

 

Oración después de la Comunión

Señor Dios nuestro:

Que nuestras palabras y obras

sean el eco del mensaje de tu Hijo

y nos llenen con su vida.

Haz nuestras palabras humanas dignas de fiar

y que sirvan a la unidad y a la verdad.

Derrama sobre ellas tu compasión,

tu amor y tu alegría

para que nos den fuerza,

buena actitud y amistad,

por el poder de Jesucristo,

tu Palabra viva y Señor nuestro.

por los siglos de los siglos.

 

Bendición

Hermanos: Que la semilla de la palabra de Dios caiga en el buen terreno de nuestros anhelantes y receptivos corazones. Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Sant, descienda sobre ustedes y los acompañe siempre.

El mundo se rinde ante lo grande; de hecho, hay una frase que lo expresa bien: “mientras más grande mejor”. Esto no es raro ni nuevo, pues cada gobierno y gobernante han querido dejar su huella con alguna obra monumental, sin analizar la relación costo-utilidad. Jesús de Nazaret no fue por ahí ni lo aconsejó a sus seguidores. Más bien recomendó lo pequeño. La parábola de hoy habla de lo frágil y vulnerable, pero también de la fuerza y el dinamismo que tiene la palabra de Dios. Cabe pensar que la pequeñez de la Palabra nos solicita protección y cuidados, al tiempo que ella misma nos abriga y da seguridad. No olvidemos que la Palabra de Dios está hermanada con la palabra humana que intercambiamos unos con otros. Esta reclama que la cuidemos y la resguardemos porque es la que nos da rostro humano. Ella nos restaura la “imago Dei” y también crea comunidad. Mantengamos la palabra sincera y bondadosa.

 

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