Martes 28 de Noviembre
34a Semana Ordinario
“¡CUIDADO, NO SE DEJEN ENGAÑAR!”
Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
Nuestra fe no es una serena posesión
de la verdad y de ritos religiosos que nos dan seguridad.
Haz que nos percatemos de que la fe sufre pruebas
y de que tú nos llamas
para que seamos testigos creíbles
–en nuestro tiempo y en nuestra situación–
de la Pasión y Resurrección de tu Hijo.
Danos tu Santo Espíritu para que nos guíe
y para que guarde viva nuestra fe y esperanza
de que Jesucristo es Señor nuestro
y tú, nuestro Padre Dios por los siglos de los siglos.
Primera Lectura: Dn 2,31-45: Dios suscitará un reino
La lectura de hoy trae un guiño de esperanza a nuestro intento por construir, con todas nuestras limitaciones, una auténtica vida cristiana. No podemos solos. Las personas, como los Reinos, construidos sin Dios se desmoronan. El Señor de la historia sostiene su Reino. Y es indestructible.
Evangelio: Lc 21,5-11: «Este Templo será derribado»
En este evangelio, la caída de Jerusalén simboliza el fin de los tiempos. Pero, para nosotros, que no sabemos ni el día ni la hora, el tiempo del Juicio es ahora: lo creamos ahora conforme el modo en que vivimos individualmente y como comunidad. “¡No se dejen engañar!”, dice Jesús. En otras palabras, su mensaje intenta sacudirnos, despertarnos para vivir ahora más radicalmente el Evangelio.
En aquel tiempo, a unos que elogiaban las hermosas piedras del Templo y la belleza de su ornamentación Jesús les dijo: «6Llegará un día en que todo lo que ustedes contemplan será derribado sin dejar piedra sobre piedra». 7Le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederá eso y cuál es la señal de que está por suceder?»8Respondió: «¡Cuidado, no se dejen engañar! Porque muchos se presentarán en mi nombre diciendo: “Yo soy; ha llegado la hora”. No vayan tras ellos. 9Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, no se asusten. Primero ha de suceder todo eso; pero el fin no llega enseguida». 10Entonces les dijo: «Se alzará pueblo contra pueblo, reino contra reino; 11habrá grandes terremotos, en diversas regiones habrá hambres y pestes, y en el cielo señales grandes y terribles».
Oración de los Fieles
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Ya que tú vas a santificar este pan y este vino
y transformarlos en Jesús, tu Hijo,
que el poder de tu Santo Espíritu
nos transforme en gente totalmente imbuida
de las actitudes y mentalidad de Jesucristo.
Haz que seamos más como él,
para que vivamos los unos para los otros
y no tengamos nada que temer
cuando nos llames a ti,
Dios nuestro por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
En esta eucaristía nos has dado
la Palabra y el Cuerpo de tu Hijo.
No permitas que nos dejemos engañar
por cualquiera que proclame un mensaje demasiado fácil.
Que nuestro único guía seguro y fiable sea
Aquel que es nuestro camino, verdad y vida,
nuestra esperanza y nuestra Resurrección,
Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Somos gente de esperanza. No tendríamos que preocuparnos sobre la cuestión de cuándo llegará el fin del mundo sino vivir como cristianos el Evangelio cada día. Si hacemos esto, no tenemos ningún motivo para temer. Que Dios todopoderoso los guarde seguros y salvos, y los bendiga, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Es importante sabernos personas co-creadoras o continuadoras de la obra de Dios, desde esa custodia de la vida en todas sus formas. Uno de los grandes errores del mundo contemporáneo es el desplazamiento de Dios, creyéndolo invento de mentes débiles y pretexto para no asumir responsabilidades. Respetando esa perspectiva atea que prescinde de Dios, el ser humano necesita de la trascendencia para no dejarse llevar por el instinto que lo extravía o lo abroquela cuando se encuentra vulnerable frente a su finitud. Para las personas de fe y que confían en algo que va más allá de sus fuerzas terrenales, toda adversidad o crisis es una oportunidad de reinventarse o re generarse. Es necesario caminar vigilantes, con los pies en la tierra y con la mirada hacia Dios, para no dejarnos vencer por la adversidad. Propiciemos en este tiempo una renovación integral de nuestras vidas en compañía de la madre naturaleza que nos da ejemplo con su resiliencia. Acércate a la encíclica Laudato si’ y comprométete a cuidar la VIDA.