Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

"Oigan y respondan a Dios"

Description

Miércoles 10 de Enero, 2024

 

Primara Semana del Tiempo Ordinario

 

"Oigan a Dios y respóndanle"

 

Oración Colecta

Señor, Dios y Padre nuestro:

Nos llamas a escuchar

la Palabra de amor y de misión

que tú nos diriges en esta eucaristía.

Haznos receptivos a tu Palabra,

y que ella mueva nuestros corazones.

Ponnos en sintonía también con tu voz

que habla en los hermanos

y en los acontecimientos de la vida.

Y haznos atentos a tu silencio.

Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

 

Primera Lectura: 1Sm 3,1-10.19-20: “Habla, Señor, que tu siervo te escucha”

La Primera Lectura de hoy nos narra la bonita historia de la vocación de Samuel. Él es el hombre atento a los signos de la presencia de Dios: oye lo inaudible, ve lo invisible, donde otros no ven ni oyen absolutamente nada. Él está en contacto con Dios, como lo hacía Jesús cuando se retiraba a un lugar solitario para orar. Cuando todo es silencio en nosotros es cuando mejor oímos a Dios.

 

En los tiempos en que el joven Samuel servía al Señor a las órdenes de Elí, la palabra de Dios se dejaba oír raras veces y no eran frecuentes las visiones.

Los ojos de Elí se habían debilitado y ya casi no podía ver. Una noche, cuando aún no se había apagado la lámpara del Señor, estando Elí acostado en su habitación y Samuel en la suya, dentro del santuario donde se encontraba el arca de Dios, el Señor llamó a Samuel y éste respondió: “Aquí estoy”. Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo: “Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?” Respondió Elí: “Yo no te he llamado. Vuelve a acostarte”. Samuel se fue a acostar. Volvió el Señor a llamarlo y él se levantó, fue a donde estaba Elí y le dijo: “Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?” Respondió Elí: “No te he llamado, hijo mío. Vuelve a acostarte”.

Aún no conocía Samuel al Señor, pues la palabra del Señor no le había sido revelada. Por tercera vez llamó el Señor a Samuel; éste se levantó, fue a donde estaba Elí y le dijo: “Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?”

Entonces comprendió Elí que era el Señor quien llamaba al joven y dijo a Samuel: “Ve a acostarte, y si te llama alguien, responde: ‘Habla, Señor; tu siervo te escucha’ ”. Y Samuel se fue a acostar.

De nuevo el Señor se presentó y lo llamó como antes: “Samuel, Samuel”. Éste respondió: “Habla, Señor; tu siervo te escucha”.

Samuel creció y el Señor estaba con él. Y todo lo que el Señor le decía, se cumplía. Todo Israel, desde la ciudad de Dan hasta la de Bersebá, supo que Samuel estaba acreditado como profeta del Señor.

 

Sal 40: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”

R. (cf. 8a y 9a) Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Esperé en el Señor con gran confianza;
él se inclinó hacia m
í y escuchó mis plegarias.

Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor,
y no acude a los idólatras,
que se extravían con engaños. R.

R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Sacrificios y ofrendas no quisiste,
abriste, en cambio, mis oídos a tu voz.
No exigiste holocaustos por la culpa,
as
í que dije: “Aquí estoy”. R.

R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
En tus libros se me ordena
hacer tu voluntad;
esto es, Se
ñor, lo que deseo:
tu ley en medio de mi corazón.
R.

R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
He anunciado tu justicia
en la gran asamblea;
no he cerrado mis labios:
tú lo sabes, Se
ñor. R.

R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

 

Aclamación antes del Evangelio

Jn 10, 27

R. Aleluya, aleluya.
Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor;
yo las conozco y ellas me siguen.

R. Aleluya.

 

Evangelio: Mc 1,29-39: Sanó a enfermos de diversas dolencias

El evangelio de hoy muestra la compasión de Jesús para con los afligidos con toda clase de desgracias, para con los desalentados y desolados. Jesús se compromete con la muerte y la miseria. ¿No es acaso ésa la misión que nos confía también a nosotros hoy?

 

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre, y enseguida le avisaron a Jesús. Él se le acercó, y tomándola de la mano, la levantó. En ese momento se le quitó la fiebre y se puso a servirles.

Al atardecer, cuando el sol se ponía, le llevaron a todos los enfermos y poseídos del demonio, y todo el pueblo se apiñó junto a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios, pero no dejó que los demonios hablaran, porque sabían quién era él.

De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, salió y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar. Simón y sus compañeros lo fueron a buscar, y al encontrarlo, le dijeron: “Todos te andan buscando”. Él les dijo: “Vamos a los pueblos cercanos para predicar también allá el Evangelio, pues para eso he venido”. Y recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando a los demonios.

 

Oración de los Fieles

  • Para que llevemos nuestros sufrimientos y problemas ante el Señor y hablemos de ellos con él en oración confiada, roguemos al Señor.
  • Para que las frustraciones y los fracasos no nos amarguen la vida, sino que nos ayuden a acercarnos más al Señor y a crecer como personas humanas, roguemos al Señor.
  • Para que nuestros propios sufrimientos nos ayuden a comprender mejor a los hermanos cuando los veamos inmersos en problemas. Que estemos siempre dispuestos a ofrecerles nuestra discreta pero eficaz ayuda, roguemos al Señor.

 

Oración sobre las Ofrendas

Señor Dios nuestro:

Estamos aquí ante ti

con estos dones de pan y vino

para participar en la mesa santa de tu Hijo.

Ayúdanos a ver

su velada presencia en medio de nosotros.

Y que prestemos oídos dóciles a su llamado

para comprometernos y entregarnos generosamente

los unos a los otros en servicio desinteresado.

Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

 

Oración después de la Comunión

Señor Dios nuestro:

Al dejar este templo, lugar de silencio y de oración,

te pedimos que sepamos crear entre nosotros

islas de paz y de silencio.

No permitas que nos perdamos

y nos olvidemos de ti y hasta de nosotros mismos

en el ajetreo y agitación de nuestro trabajo,

sino ayúdanos a volver siempre a ti,

que eres el centro de nuestro ser y de nuestra vida,

por medio de Jesucristo, nuestro Señor.

 

Bendición

Hermanos: Hay tantas formas en las que Dios continúa hablándonos en la vida. Estemos atentos a su presencia; aprendamos a verlo, a oírlo, a ser cercanos e íntimos suyos. Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y permanezca para siempre.

 

La sinagoga impedía el ingreso de toda persona enferma o poseída por la ley de pureza. Será la casa de Pedro el lugar de la manifestación de la misericordia y cercanía de Dios. La postración o parálisis es signo del mal que aqueja a la comunidad impidiéndole amar y servir. Por el contrario, el signo o efecto de la presencia de Dios es la invitación a la diakonía, al servicio desinteresado y agradecido de quien se siente amado y dignificado. La comunidad discipular ha de ser el espacio para enfrentar y vencer, con la ayuda de Dios, cualquier clase de mal o problema. Finalmente, el relato nos recuerda la disposición orante de quienes seguimos a Jesús, pues un proyecto de comunidad no se sostiene en esfuerzos o voluntades humanas. Sin el diálogo personal y sincero con Dios, no seremos fieles ni perseverantes y llegaremos a sucumbir a la tentación del protagonismo y la rutina. Cabe preguntarnos: Nuestra experiencia de seguimiento ¿se nutre de la oración y nos compromete a servir?

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