Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

Capaces de oír

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Viernes 9 de Febrero, 2024

 

Quinta Semana del Tiempo Ordinario

 

Capaces de oír

 

Oración Colecta

Oh Dios, Salvador nuestro:
Tu Hijo Jesús hizo oír a los sordos
y hablar a los mudos.
Haz que nos percatemos
de que, con frecuencia, nosotros también somos
tartamudos y duros para escuchar.
Abre nuestros oídos al mensaje de tu Hijo
para que sacuda nuestros corazones y cambie nuestras vidas.
Suelta nuestras lenguas para proclamar las maravillas
que tú haces por nosotros
por medio de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador,
por los siglos de los siglos.

 

Primera lectura: 1 Re 11,29-32; 12,19 Se independizó Israel de la casa de David

Sabio como era antes, Salomón en sus últimos años se volvió sordo a Dios; esta fue la causa de la división de su reino.

En aquel tiempo, Jeroboam, siervo de Salomón, salió de Jerusalén y se encontró por el camino al profeta Ajías, de Siló, que llevaba puesto un manto nuevo.

Estaban los dos solos en el campo. Ajías tomó su manto, lo rasgó en doce pedazos y le dijo a Jeroboam: "Toma diez pedazos, pues el Señor, Dios de Israel, te manda decir: 'Voy a desgarrar el reino de Salomón. A ti te daré diez tribus, y a Salomón solamente le dejaré una en consideración a David, mi siervo, y a Jerusalén, la ciudad que elegí entre todas las tribus de Israel'".

Y desde entonces hasta el día de hoy, Israel se separó de la casa de David.

 

Sal 81: “Yo soy el Señor Dios tuyo – escucha mi voz”

R. (cf. 11a y 9a) Israel, yo soy tu Dios: cumple mis mandatos.
No tendrás otro Dios fuera de mí,
ni adorarás a dioses extranjeros.
Pues yo, el Señor, soy el Dios tuyo,
el que te sacó de Egipto, tu destierro.
R. Israel, yo soy tu Dios: cumple mis mandatos.
Pero Israel no oyó mi voz
y mi pueblo no quiso obedecerme.
Los entregué, por eso, a sus caprichos
y los dejé vivir como quisiesen.
R. Israel, yo soy tu Dios: cumple mis mandatos.
¡Ojalá que mi puebla escuchara
y cumpliera Israel con mis mandatos!
Yo, al punto, humillaría a sus enemigos
y sentirían mi mano sus contrarios.
R. Israel, yo soy tu Dios: cumple mis mandatos.

Aclamación antes del Evangelio

Cfr Hechos 16, 14
R. Aleluya, aleluya.
Abre, Señor, nuestros corazones,
para que aceptemos las palabras de tu Hijo.
R. Aleluya.

Evangelio: Mc 7,31-37: Hace oír a los sordos y hablar a los mudos

Una señal de que Jesús es el Salvador Prometido es que él primera y primariamente se dirige a los pobres, a los enfermos, a los marginados, porque son los que más lo necesitan. No nos referimos solo a pobreza material. Nosotros seguramente somos los sordos y los mudos, los duros de oído y los tartamudos, enclaustrados dentro de nosotros mismos, cerrados con frecuencia a Dios y a los hermanos. Jesús viene para abrir nuestros oídos y nuestras bocas a las palabras y a las obras maravillosas de Dios, para que podamos escuchar su mensaje salvador y responder generosamente a su amor, y para que sepamos escuchar también los gritos angustiosos de los pobres y llevarles la Buena Noticia. Notemos que este milagro descrito en el evangelio de hoy ocurre también en territorio pagano. Que ojalá Jesús nos cure en esta eucaristía, y nos mueva a comprometernos con Dios y a entregarnos a los hermanos.

En aquel tiempo, salió Jesús de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la región de Decápolis. Le llevaron entonces a un hombre sordo y tartamudo, y le suplicaban que le impusiera las manos. Él lo apartó a un lado de la gente, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Después, mirando al cielo, suspiró y le dijo: "¡Effetá!" (que quiere decir "¡Ábrete!"). Al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y empezó a hablar sin dificultad.

Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero cuanto más se lo mandaba, ellos con más insistencia lo proclamaban; y todos estaban asombrados y decían: "¡Qué bien lo hace todo! Hace oír a los sordos y hablar a los mudos".
 

Oración de los Fieles

  • Por todos los miembros de la Iglesia. Para que no solamente amemos a los pobres y cuidemos de ellos, sino que tengamos suficiente valor para protestar y defenderlos con energía cuando sean injustamente oprimidos, roguemos al Señor.
  • Por los educadores de la fe –sacerdotes, religiosas, catequistas, maestros. Para que escuchen sapiencialmente la palabra de Dios y después sepan transmitirla con convicción, fervor y amor, roguemos al Señor.
  • Por los que se muestran sordos y ciegos a sus hermanos, sus necesidades y su amor. Para que sus ojos y corazones se abran a los tesoros de un amor comprometido y de un generoso compartir, roguemos al Señor.

 

Oración sobre las Ofrendas

Señor Dios nuestro, Padre misericordioso:
Tú preparas la mesa de tu Hijo
para ricos y pobres por igual.
Por la fuerza de este Pan de Vida,
no permitas que permanezcamos sordos
a tu voz desgarrada, que clama
desde las necesidades de los pobres y oprimidos.
Enséñanos y ayúdanos a dirigirnos a ellos
no sólo con palabras de compasión
sino sobre todo con obras de justicia,
de aprecio de su dignidad y de amor.
Que éste sea el signo y señal
de que tu Hijo Jesús vive entre nosotros,
que él que es nuestro Señor y Salvador
por los siglos de los siglos.

 

Oración después de la Comunión

Oh Dios, Salvador nuestro:
En tu Hijo Jesucristo tú has elegido
a los que son pobres y débiles en este mundo
para hacerlos ricos en fe y en amor
y para ser herederos de tu Reino.
Jesús todo lo hizo bien. Nosotros queremos seguirlo.
Dígnate hablar con fuerza por medio de nosotros
–que éramos timoratos
y nos quedábamos cortados por la timidez–,
con obras de misericordia y esperanza,
ya que nos has sanado y liberado a todos
por medio de Jesucristo nuestro Señor.

 

Bendición

Hermanos: Jesús ha estado con nosotros en esta celebración eucarística para sacudirnos y sacarnos de nuestro aislamiento y para abrirnos, con respeto y amor, a Dios y a nuestro prójimo, es decir, a todos. Que, como Jesús, nos hagamos disponibles, sobre todo para servir a los más pobres entre nosotros, de tal modo que puedan ellos sentir que, junto con Dios, nosotros también nos preocupamos y cuidamos de ellos. Que el Señor, con su bendición, nos dé esa apertura a los hermanos. Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y los acompañe siempre.

Jesús le dice al sordomudo Effatá (¡Ábrete!). Le ordena al oído cerrado y a la lengua inerte que se desaten para que pueda ser oyente y servidor del Reino, que está cerca. Desde el inicio del texto se resalta que los paganos valoran la misión de Jesús; le llevan a una persona sorda y muda e interceden para que le imponga las manos. La primera acción de Jesús es llevarlo aparte, sacarlo de la muchedumbre. Teológicamente, este movimiento simboliza que será liberado de la esclavitud como hizo Yahvé con su pueblo. Esta lección será una catequesis de fe para los discípulos, que también necesitan abrir el oído y desatar la lengua para proclamar la Buena Noticia del Reino. Los gestos con los que Jesús cura a este hombre apuntan a la escucha atenta del querer de Dios y al servicio misionero como concreción del Reino. En nuestras comunidades, necesitamos desarrollar un sentido crítico que nos haga menos ingenuos y más audaces en la evangelización.

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