Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

Segundo Dominfo de Cuaresma

Description

25 de Febrero 2024

 

SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA

 

Cruz y Gloria

 

En la montaña… de momento

 

Saludo (Ver Segunda Lectura)

"Dios no perdonó a su propio Hijo,
sino que lo entregó para beneficiarnos a todos".
Prefirió que muriera su Hijo
antes que renunciar a su amor por los hombres.
Ese Jesús está ahora con nosotros,
como la garantía del Amor de Dios.
Que Jesús, el Señor, esté siempre con ustedes.

 

Introducción del Celebrante (Dos opciones)

Cruz y Gloria

Cuando estamos sufriendo, nos hace mucho bien que alguien ponga atención en nosotros y nos dé una palabra de ánimo. Cuando en la oscuridad de nuestros problemas y dificultades, nos llega un rayo de luz, eso también nos asegura que Jesús viene con nosotros en nuestro fatigoso caminar. De la misma manera nos reconforta que Jesús mismo nos anticipe fugazmente su victoria sobre el dolor y la muerte, su Pascua, en el episodio de la Transfiguración. Como los discípulos elegidos, queremos que su Luz dure. El desafío es volver a las realidades de la vida conservando dentro nuestro esa misma Luz... que transforme adentro y afuera irradiando a todos por igual.

 

En la montaña… de momento

Seguimos nuestra aventura a través de la Cuaresma. ¿A dónde nos conducirá el camino? A Jesús, el camino lo llevó a Jerusalén, a la cruz. Nosotros, con Jesús, tenemos que cargar con nuestra cruz; pero sabemos también que, con él, la meta no será la muerte sino la vida; no será el sufrimiento sino la resurrección. Este consuelo, que a veces nos sabe a poco, es para nosotros real. No pedimos el sufrimiento pero, si llega, lo asumimos, como Jesús, por amor a Dios a nuestras hermanas y hermanos. Sin olvidar la visión de su gloria, que será la nuestra, allá, en la montaña.


Acto Penitencial

Nuestros caminos no son siempre los caminos del Señor.
Pidámosle a Jesús, el Señor,

que nos perdone y que transforme nuestras vidas.

(Pausa)

Señor Jesús, en nuestra aflicción

y en nuestras pruebas, seguimos confiando en ti.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Cristo Jesús, nosotros somos tus siervos.

Nos has liberado de las amarras del pecado.

R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

 

Señor Jesús, tú eres el Hijo amado del Padre.

Queremos escucharte, acogerte y seguirte.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Ten misericordia de nosotros, Señor,

y perdónanos todos nuestros pecados.
Muéstranos la luz de tu rostro y llévanos a la vida eterna.

 

Oración Colecta

Oremos al Padre
que la luz de Cristo resplandezca sobre nosotros.

(Pausa)

Oh Padre amoroso:
Durante un breve tiempo
transfiguraste y glorificaste a tu Hijo en el monte Tabor
para animarlo a llevar a cabo su misión
y para fortalecer a sus discípulos.
Que la presencia de Jesús aquí con nosotros,
en esta nuestra eucaristía,
y las palabras que él nos dirige
nos transformen y nos den luz y fuerza
para tomar con responsabilidad nuestra misión en la vida
y para aliviar la carga de nuestros hermanos y hermanas,
hasta que nos transformes a imagen y semejanza suya
en la luz eterna de tu gloria.
Te lo pedimos en el nombre de Jesús, el Señor.

 

Primera Lectura (Gén 22,1-2, 9-13, 15-18): Sin rehusar nada a Dios

Como hombre de fe profunda, Abrahán estaba dispuesto a sacrificar su propio hijo a Dios. Pero el Dios de la Vida se lo devolvió como señal de la Alianza.

 

En aquel tiempo, Dios le puso una prueba a Abraham y le dijo: "¡Abraham, Abraham!" Él respondió: "Aquí estoy". Y Dios le dijo: "Toma a tu hijo único, Isaac, a quien tanto amas; vete a la región de Moria y ofrécemelo en sacrificio, en el monte que yo te indicaré".

Cuando llegaron al sitio que Dios le había señalado, Abraham levantó un altar y acomodó la leña. Luego ató a su hijo Isaac, lo puso sobre el altar, encima de la leña, y tomó el cuchillo para degollarlo.

Pero el ángel del Señor lo llamó desde el cielo y le dijo: "¡Abraham, Abraham!" Él contestó: "Aquí estoy". El ángel le dijo: "No descargues la mano contra tu hijo, ni le hagas daño. Ya veo que temes a Dios, porque no le has negado a tu hijo único".

Abraham levantó los ojos y vio un carnero, enredado por los cuernos en la maleza. Atrapó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo.

El ángel del Señor volvió a llamar a Abraham desde el cielo y le dijo: "Juro por mí mismo, dice el Señor, que por haber hecho esto y no haberme negado a tu hijo único, yo te bendeciré y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y las arenas del mar. Tus descendientes conquistarán las ciudades enemigas. En tu descendencia serán bendecidos todos los pueblos de la tierra, porque obedeciste a mis palabras".
 

Salmo Responsorial

Salmo 115, 10 y 15. 16-17. 18-19
 
R. (Sal 114, 9) Siempre confiaré en el Señor.
Aun abrumado de desgracias,
siempre confié en Dios.
A los ojos del Señor es muy penoso
que mueran sus amigos.
R. Siempre confiaré en el Señor.
De la muerte, Señor, me has librado,
a mí, tu esclavo e hijo de tu esclava;
te ofreceré con gratitud un sacrificio
e invocaré tu nombre.  
R. Siempre confiaré en el Señor.
Cumpliré mis promesas al Señor
ante todo su pueblo,
en medio de su templo santo,
que está en Jerusalén.  
R. Siempre confiaré en el Señor.

                                       
Segunda Lectura (Rom 8,31-34): Dios sacrificó a su propio Hijo por nosotros

Dios no quiso ahorrarle a su propio Hijo la cruz ni la muerte sino que las permitió para que fueran el camino de Jesús hacia su victoria y la fuente de la nuestra.

Hermanos: Si Dios está a nuestro favor, ¿quién estará en contra nuestra? El que no nos escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no va a estar dispuesto a dárnoslo todo, junto con su Hijo? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Si Dios mismo es quien los perdona, ¿quién será el que los condene? ¿Acaso Jesucristo, que murió, resucitó y está a la derecha de Dios para interceder por nosotros?
 

Aclamación antes del Evangelio

Cf Mc 9,7
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre, que decía:
"Éste es mi Hijo amado; escúchenlo".
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.


Evangelio (Mc 9,2-10): Antes de la Cruz, una visión fugaz de la Gloria

Jesús y sus discípulos más cercanos vislumbran apenas la gloria que Jesús mismo gozará en su Resurrección. Esta visión fugaz los mantendrá de pie, aun con todos sus temores, durante la Pasión del Señor.

 

En aquel tiempo, Jesús tomó aparte a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos a un monte alto y se transfiguró en su presencia. Sus vestiduras se pusieron esplendorosamente blancas, con una blancura que nadie puede lograr sobre la tierra. Después se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.

Entonces Pedro le dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué a gusto estamos aquí! Hagamos tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". En realidad no sabía lo que decía, porque estaban asustados.

Se formó entonces una nube, que los cubrió con su sombra, y de esta nube salió una voz que decía: "Éste es mi Hijo amado; escúchenlo".

En ese momento miraron alrededor y no vieron a nadie sino a Jesús, que estaba solo con ellos.

Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos guardaron esto en secreto, pero discutían entre sí qué querría decir eso de 'resucitar de entre los muertos'.


Oración de los Fieles

Dios no ha ahorrado el sufrimiento a su propio Hijo. Nosotros podemos estar seguros de que, después de semejante don, él no nos rehusará nada de lo que puede darnos. Con fe oramos a nuestro Padre diciéndole: R/¡Escucha a tu Pueblo, Señor!

  • Pidiendo confianza en que Dios está también cercano a nosotros en nuestra más profunda soledad y en todas nuestras pruebas, roguemos al Señor.
  • Pidiendo valor y constancia para seguir obrando lo que es recto y bueno, aun cuando ello exija dolor y esfuerzo, roguemos al Señor.
  • Pidiendo manos y corazones abiertos, dispuestos a ayudar a todos los que sufren, roguemos al Señor.
  • Pidiendo paz, que sólo Dios puede dar y que aleja todos los miedos y vacilaciones, roguemos al Señor.
  • Pidiendo solidaridad y cooperación en nuestras comunidades cristianas y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, roguemos al Señor.
  • Pidiendo fe confiada en que no estamos perdidos en la muerte sino salvados con Cristo en las manos de Dios, roguemos al Señor.

Señor, si tú estás a nuestro lado, ¿quién puede estar contra nosotros? Tu Hijo Jesús intercede por nosotros. Escúchanos y escúchalo a él, ahora y por los siglos de los siglos.



Oración sobre las Ofrendas

Señor Dios nuestro:
Te presentamos ahora este pan y este vino.
Transfórmalos en Jesús, tu Hijo,
y ayúdanos a ver, más allá de las apariencias,
a Aquel que es nuestra fuerza y alegría
y el camino que nos une entre hermanos.
Te lo pedimos por medio del mismo Jesucristo, nuestro Señor.


Invitación al Padre Nuestro

Oremos con toda confianza
la oración de Jesús, nuestro Señor,
que intercede por nosotros ante el Padre.
R/ Padre nuestro…


Líbranos, Señor

Líbranos, Señor, de todo pecado
y del temor al cambio
y a hacernos más semejantes a tu Hijo.
Líbranos de nuestros intereses personales
y abre nuestros ojos a las necesidades de los hermanos.
Ayúdanos a trabajar sin miedo
por un mundo donde tus hijos e hijas

puedan vivir, reír y ser felices,
y prepararse con esperanza
para la venida gloriosa de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
R/ Porque tuyo es el Reino…


Invitación a la Comunión

Éste es Jesucristo, el Señor.
Recibámoslo con fe
y que su Espíritu nos guíe
para cuidarnos los unos a los otros.
R/Señor, no soy digno…


Oración después de la Comunión

Señor Dios y Padre nuestro:
Junto con los apóstoles,
y con los ojos de la fe,
hemos visto a tu Hijo transfigurado
Que él nos fortalezca a nosotros también
para afrontar las realidades y dificultades de la vida
y comprometernos con mayor audacia
a animar y alegrar la vida de nuestros hermanos
aliviando sus pesadas cargas.
Otórganoslo por medio de Jesucristo nuestro Señor.


Bendición

Hermanos: No hay nada en el mundo que nos prevenga de aceptar el dolor de la renovación, de la transfiguración, es decir, de la transformación en nosotros mismos, en la Iglesia que amamos y en el mundo que nos rodea, ya que Dios está de nuestro lado y Jesús permanece con nosotros. Que Dios nos bendiga, para que logremos ser bendición para todos. Y así, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.

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