Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

Cuarto Domungo de Cuaresma

Description

10 de Marzo, 2024

 

CUARTO DOMINGO DE CUARESMA

 

Tanto amó Dios al mundo…

 

Mirando a la Cruz

 

Saludo (Ver Segunda Lectura)

Hemos sido salvados por la gracia,
no por mérito alguno de nuestra parte
sino por un don de Dios.
Somos obra de arte de Dios,
creados en Cristo Jesús.
Que la gracia y la luz de Jesús, el Señor,
esté siempre con ustedes.

 

Introducción

Tanto amó Dios al Mundo…

Si fuéramos realmente conscientes de cuánto nos ama Dios, ¿cómo podríamos permanecer indiferentes o rehusarnos a él? Si creyéramos firmemente que él nos encuentra dignos de amor, ¿cómo no le daríamos nuestra total confianza? Él no nos fuerza; simplemente nos invita: "Éste es mi amor hacia ti; ¿te gustaría aceptarme a mí y mi amor? ¿Te gustaría compartir mi amor con otros amándolos a ellos también?" ¿Qué respuesta le damos a Dios por medio de Jesucristo?

 

Mirando a la Cruz

En nuestras Iglesias y en la mayoría de nuestros hogares damos al crucifijo un lugar de honor. ¿Quiere ello decir que debemos amar las cruces? No, pero indica que creemos en nuestro Señor crucificado y que lo amamos de corazón. Él nos salvó por su Cruz y Resurrección. Él es la señal de que Dios nos ama tanto que nos entregó a su único Hijo para traernos perdón, vida y amor. Es a Cristo Jesús a quien alzamos nuestra mirada buscando fuerza para llevar las cruces que vienen a nosotros en las dificultades de la vida. También lo miramos buscando alegría y felicidad en nuestro peregrinar y buscando vida eterna más allá de la muerte. Con Jesús celebramos ahora, en la eucaristía, el memorial de su sacrificio en la Cruz y de su Resurrección.

 

Acto Penitencial

Pidamos perdón al Señor

por las veces que hemos rechazado su amor

o hemos permanecido indiferentes a él.

(Pausa)

Señor Jesús, tu Padre nos ama con tanto amor

que te entregó a nosotros.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Cristo Jesús, tu Padre te envió al mundo

no para condenarnos sino para salvarnos

a nosotros y a toda la humanidad.
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

 

Señor Jesús, tú quieres que brindemos a otros

el gran Amor con que tú nos amas.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Oh Dios misericordioso, confiamos en tu Amor

que perdona todos nuestros pecados.

Renuévanos en tu Amor y llévanos a la vida eterna.

 

Oración Colecta

Oremos a nuestro Padre
que, con Cristo, nos llevó a la vida.
                           (Pausa)
Oh Padre, lleno de gracia y de amor:
Tú todavía amas tanto al mundo
que sigues entregándole a Jesús, tu Hijo.
Que su cruz sea para nosotros la señal
de que estás con nosotros
en días de miseria y aflicción.
Que podamos mirarlo como modelo y aprender de él
a abrir nuestras manos y corazones unos a otros
y a darnos a nosotros mismos con nuestros dones.
Y que esto ayude al mundo a percibir tu luz
y a aceptar al Hijo que nos has dado,
Jesucristo, nuestro Señor,
por los siglos de los siglos.

 

Primera Lectura (2 Cr 36,14-16,19-23): Dios da a su Pueblo nuevas oportunidades

Incluso cuando Dios castiga a su Pueblo con el exilio, no puede menos que ser fiel. Utiliza incluso a los paganos para hacerlos regresar a la Tierra Prometida.

 

En aquellos días, todos los sumos sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades, practicando todas las abominables costumbres de los paganos, y mancharon la casa del Señor, que él se había consagrado en Jerusalén. El Señor, Dios de sus padres, los exhortó continuamente por medio de sus mensajeros, porque sentía compasión de su pueblo y quería preservar su santuario. Pero ellos se burlaron de los mensajeros de Dios, despreciaron sus advertencias y se mofaron de sus profetas, hasta que la ira del Señor contra su pueblo llegó a tal grado, que ya no hubo remedio.

Envió entonces contra ellos al rey de los caldeos. Incendiaron la casa de Dios y derribaron las murallas de Jerusalén, pegaron fuego a todos los palacios y destruyeron todos sus objetos preciosos. A los que escaparon de la espada, los llevaron cautivos a Babilonia, donde fueron esclavos del rey y de sus hijos, hasta que el reino pasó al dominio de los persas, para que se cumpliera lo que dijo Dios por boca del profeta Jeremías: Hasta que el país haya pagado sus sábados perdidos, descansará de la desolación, hasta que se cumplan setenta años.

En el año primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento de las palabras que habló el Señor por boca de Jeremías, el Señor inspiró a Ciro, rey de los persas, el cual mandó proclamar de palabra y por escrito en todo su reino, lo siguiente: “Así habla Ciro, rey de Persia: El Señor, Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra y me ha mandado que le edifique una casa en Jerusalén de Judá. En consecuencia, todo aquel que pertenezca a este pueblo, que parta hacia allá, y que su Dios lo acompañe”.

 

Salmo Responsorial

Salmo 136, 1-2. 3. 4-5. 6

R. (6a) Te recuerdo, Señor, es mi alegría. 
Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos
a llorar de nostalgia;
de los sauces que esteban en la orilla
colgamos nuestras arpas. R.
R. Te recuerdo, Señor, es mi alegría.
Aquello que cautivos nos tenían
pidieron que cantáramos. 
Decían los opresores:
“Algún cantar de Sión, alegres, cántennos”. R.
R. Te recuerdo, Señor, es mi alegría.
Pero, ¿cómo podríamos cantar 
un himno al Señor en tierra extraña?
¡Que la mano derecha se me seque,
si de ti, Jerusalén, yo me olvidara! R.
R. Te recuerdo, Señor, es mi alegría.
¡Que se me pegue al paladar la lengua,
Jerusalén, si no te recordara,
o si, fuera de ti,
alguna otra alegría yo buscara! R. 
R. Te recuerdo, Señor, es mi alegría.


Segunda Lectura (Ef 2,4-10): Todo es gracia

Por su gracia, Dios ha salvado a su Pueblo del exilio. Y por la gracia de Dios, su Hijo Jesús nos salva de la muerte del pecado. En el plan de Dios todo es un don gratuito de gracia.

 

Hermanos: La misericordia y el amor de Dios son muy grandes; porque nosotros estábamos muertos por nuestros pecados, y él nos dio la vida con Cristo y en Cristo. Por pura generosidad suya, hemos sido salvados. Con Cristo y en Cristo nos ha resucitado y con él nos ha reservado un sitio en el cielo. Así, en todos los tiempos, Dios muestra, por medio de Jesús, la incomparable riqueza de su gracia y de su bondad para con nosotros.

En efecto, ustedes han sido salvados por la gracia, mediante la fe; y esto no se debe a ustedes mismos, sino que es un don de Dios. Tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir, porque somos hechura de Dios, creados por medio de Cristo Jesús, para hacer el bien que Dios ha dispuesto que hagamos.

 

Aclamación antes del Evangelio

Jn 3, 16

R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único,
para que todo el que crea en él tenga vida eterna.
R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

 

Evangelio (Jn 3,14-21): Salvador por la Cruz de Cristo

Cristo tenía que morir en la cruz para salvarnos y darnos vida eterna, ya que Cristo vino no a condenarnos sino a salvarnos.

 

En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: “Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna.

Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él. El que cree en él no será condenado; pero el que no cree ya está condenado, por no haber creído en el Hijo único de Dios.

La causa de la condenación es ésta: habiendo venido la luz al mundo, los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo aquel que hace el mal, aborrece la luz y no se acerca a ella, para que sus obras no se descubran. En cambio, el que obra el bien conforme a la verdad, se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios’’.

 

Oración de los Fieles

Oremos con la mayor confianza a Dios, nuestro Padre misericordioso, que nos amó
tanto que nos entregó a su Hijo Jesucristo, y digamos: R/ Señor, ten piedad de tu Pueblo.

 

  • Por el Papa, los obispos, los sacerdotes y las personas consagradas. Para que sepan predicar eficazmente el valor redentor de la cruz, roguemos al Señor.
  • Por la comunidad plena de la Iglesia. Para que realmente llegue a ser para todos los hombres signo del amor, la esperanza y el perdón de Dios, roguemos al Señor.
  • Por los gobernantes de las naciones y por todos los líderes políticos y económicos. Para que, por su preocupación por la justicia y la paz, sirvan para la felicidad de todos, roguemos al Señor.
  • Por los muchos desarraigados de hoy: las víctimas de la guerra y la opresión, los refugiados, los presos, los emigrantes, los sin techo… Para que encuentren esperanza en nuestra defensa de la justicia, y que sientan el calor de nuestro amor, plasmado en nuestro compromiso por mejorar su dolorosa situación, roguemos al Señor.
  • Por nosotros aquí reunidos, y por todas las comunidades cristianas. Para que la bondad y el amor de Jesús estén vivos y se hagan visibles en nosotros, porque Dios ha sido bueno con todos, roguemos al Señor.

 

Señor Dios nuestro, día tras día experimentamos tu increíble Amor. Escucha nuestras súplicas y haznos dignos de tu Amor, por medio de Jesucristo Nuestro Señor.

Oración sobre las Ofrendas

Oh Dios y Padre nuestro:
Hoy traemos a tu altar el pan duro
de nuestra cobardía e incapacidad
y el vino, agriado ya, de nuestros pecados.
Al unirnos a Jesús en su sacrificio,
te pedimos que se conviertan en Pan de gracia y de fuerza
y en vino de alegría y esperanza.
Que tu Hijo se quede con nosotros
para ensanchar y profundizar nuestro amor
y para que sepamos caminar juntos
por el camino de la amistad y de la vida.
Te lo pedimos por medio de Jesucristo nuestro Señor.

 

Introducción a la Plegaria Eucarística

Celebramos ahora el sacrificio de Jesús: él se alzó en la cruz por nosotros. Él es el don del Padre para nosotros. Demos gracias al Padre.


Invitación al Padre Nuestro

Agradecidos por el amor que el Padre nos mostró en Jesús,
nos dirigimos a él con toda confianza,
recitando la oración del mismo Jesús, nuestro Señor:
R/ Padre nuestro…

 

Líbranos, Señor

Líbranos, Señor, de nuestros pecados,
de nuestra cobardía ante el temor al cambio
y ante la defensa de los débiles.
Danos la seguridad de que tú estás con nosotros
en nuestras luchas y tentaciones,
y de que tu gracia puede vencer al mal.
Que marchemos hacia adelante sin miedo
y que preparemos la venida gloriosa entre nosotros
del Reino de bondad y misericordia
de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
R/ Tuyo es el Reino…

 

Invitación a la Comunión

Éste es Jesucristo, el Hijo mismo de Dios,
que fue alzado en la cruz
para salvarnos y para darnos vida y luz.
Dichosos nosotros de recibirlo ahora

en la comunión.
R/ Señor, no soy digno…

 

Oración después de la Comunión

Oh Dios, paciente y misericordioso:
Tú no nos condenaste,
sino que resucitaste a Jesús tu Hijo
sobre nosotros y en medio de nosotros
para alzarnos de nuestra culpa y tristeza.
Que con él, y en gratitud a ti,
seamos gracia y bondad unos para con otros.
Ayúdanos a levantar a los caídos y desolados,
a vendar sus heridas,

y a hacer posible que sean
plenamente humanos y libres como hijos tuyos,
en Jesucristo nuestro Señor.

 

Bendición

Hermanos: Dios ha sido muy bueno con nosotros. Todo lo que tocamos es gracia que procede de él. Hemos experimentado de nuevo su gran Amor en esta celebración eucarística. Con Jesús entre nosotros, ¿acaso no podemos intentar que este amor sea mutuo y tangible, especialmente para con los necesitados y afligidos? Que la bondad de Dios brille en nosotros. Y así, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y permanezca para siempre.

 

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