7 de Abril de 2024
Segundo Domingo de Pascua
Creyendo en el Señor Resucitado
Todos uno en el Señor Resucitado
Saludo (Ver el Evangelio)
A los discípulos reunidos como comunidad
se les apareció Jesús y les deseó la paz.
A todos ustedes, reunidos aquí
como comunidad del Señor,
los saludo con el mismo deseo
y con las mismas palabras de Jesús:
“¡Que la paz esté con ustedes!”
Introducción
1. Creer en el Señor Resucitado
Creemos que Cristo ha resucitado y vive para siempre. ¿Qué significa esa fe para nosotros? ¿Está Jesús tan vivo para nosotros de forma que podemos encontrarlo personalmente en oración, escuchándolo y hablándole como de amigo a amigo, de corazón a corazón? ¿Tocamos las heridas de los hermanos heridos por la vida en sus cuerpos o en sus corazones? ¿Lo encontramos en nuestras propias tristezas? ¿Lo encontramos en nuestras alegrías y en las alegrías de nuestros amigos? ¿Está Jesús vivo en nuestra comunidad cristiana y lo encontramos ahí? Pidamos al Señor en esta eucaristía que lo encontremos vivo y real en todos y cada uno de nosotros.
2. Todos uno en el Señor Resucitado
Sabemos lo desalentados y deprimidos que estaban los apóstoles y discípulos del Señor después que Jesús murió en la cruz. Cuando experimentaron que había resucitado, supieron que estaba vivo y presente entre ellos. Su fe en el Señor Resucitado los unió a todos como “un solo corazón y una sola alma” y los movió a preocuparse los unos por los otros. Y nosotros ¿qué? Nos hemos reunido aquí en la presencia del Señor Resucitado. ¿Somos todos uno en él? ¿Nos preocupamos los unos de los otros?
Acto Penitencial (Dos opciones)
1. Creyendo en el Señor Resucitado
Pidamos perdón al Señor porque
con demasiada frecuencia no somos conscientes
de que él está con nosotros.
(Pausa)
Señor Jesús, tú viniste a eliminar nuestros pecados
y todavía hoy nos brindas la paz de tu perdón.
Señor y Dios nuestro.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo Jesús, tú nos has otorgado vida eterna
y todavía hoy nos colmas con tu vida.
Señor y Dios nuestro.
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, tú has resucitado y vives para siempre
y nos haces resucitar contigo.
Señor y Dios nuestro.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Señor, derrama sobre nosotros tu Espíritu de paz
que nos libre de todos nuestros pecados.
Haznos vivir con tu nueva vida
y llévanos a la vida eterna.
2. Todos uno en el Señor Resucitado
¿Formamos nosotros una comunidad
en la que Jesús vive?
Examinémonos ante el Señor y ante los hermanos.
(Pausa)
Señor Resucitado, tú estás presente
donde las personas se sienten unidas en alma y corazón,
en una fe y un amor.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo Resucitado, tú estás presente
donde las personas son sensibles a las necesidades de los demás
y se preocupan unos de otros.
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor Resucitado, tú estás presente
donde los miembros de las comunidades
comparten con los necesitados
y se sirven unos a otros.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Ten misericordia de nosotros, Señor,
y perdona todos nuestros pecados.
Que nos conozcan por nuestro amor
como comunidades en las que tú vives.
Y llévanos a la vida eterna.
Oración Colecta (Dos opciones)
1. Creyendo en el Señor Resucitado
Oremos para llegar a ser realmente
una comunidad de fe y amor.
(Pausa)
Señor Dios nuestro, Padre amoroso:
Nosotros no hemos visto a tu Hijo Resucitado,
ni hemos metido nuestras manos en su costado,
pero creemos que él es nuestro Señor.
Que esta fe nos una en amor
y nos haga responsables
de cualquiera que esté necesitado entre nosotros.
Que seamos realmente una comunidad
unida en alma y corazón,
creyendo, esperando, compartiendo,
partiendo el pan unos con otros con alegría,
y alabándote a ti, Dios nuestro,
por medio de Jesucristo nuestro Señor.
2. Todo uno en el Señor Resucitado
Oremos para que Cristo Resucitado
permanezca con nosotros y obre en nosotros.
(Pausa)
A ti, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
sean dadas toda alabanza y toda acción de gracias.
Tú nos has dado a tu Hijo Resucitado
para que estemos vivos y comprometidos en nuestras comunidades.
Danos la gracia de verle con los ojos de la fe,
para que él nos una, con “un solo corazón y una sola alma”.
Que su presencia dinámica entre nosotros
nos mueva a llegar a ser con él
pan de vida los unos para los otros,
de modo que nadie entre nosotros viva en necesidad
de alimento, o de amor, o de ayuda en la dificultad.
Te lo pedimos por medio de Jesucristo nuestro Señor.
Primera Lectura: Hechos 4,32-35 Un solo corazón y una sola alma
Las miembros de las primeras comunidades cristianas creían firmemente que el Señor Resucitado estaba vivo entre ellos. A causa de esta fe, eran “un solo corazón y una sola alma” y compartían con los necesitados. ¿Tenemos también nosotros esta fe y este amor?
Segunda Lectura: 1 Juan 5,1-6 Una vida de fe y amor
Nuestra fe y nuestro amor en Dios y en su Hijo, Jesucristo Resucitado, es fuente de nuestro amor por nuestras hermanas y hermanos. La fidelidad a sus Mandamientos nos hace Familia de Dios, hogar abierto a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
Evangelio: Juan 20,19-31 De la duda a la fe
A personas como nosotros, que no hemos visto a Cristo Resucitado, Juan nos relata la historia del incrédulo Tomás....
Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría.
De nuevo les dijo Jesús: "La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo". Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar".
Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor". Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré".
Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Luego le dijo a Tomás: "Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree". Tomás le respondió: "¡Señor mío y Dios mío!" Jesús añadió: "Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto".
Otros muchos signos hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritos en este libro. Se escribieron éstas para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre.
Oración de los Fieles
Confiemos y encomendemos a Cristo, nuestro Señor Resucitado, a su Iglesia y al mundo entero con todos los hombres y sus necesidades. Y digamos: R/ Señor, que tu paz esté con nosotros.
Señor Jesús, danos ojos para verte, oídos para escucharte, corazones que te comprendan y te amen, pues tú eres nuestro Señor por los siglos de los siglos.
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios y Padre nuestro:
Te pedimos alimento y bebida,
y tú nos das a tu Hijo.
Que nadie en nuestra comunidad pase hambre
o se sienta abandonado en miseria y aflicción,
sino que aprendamos de tu Hijo
a ser compañeros fieles de todos los que nos necesitan.
Que, junto con nuestro solaz y apoyo,
nos demos a nosotros mismos,
como hizo y sigue haciendo Jesús por nosotros,
él que es nuestro Señor por los siglos de los siglos.
Introducción a la Plegaria Eucarística
Cada vez que celebramos la eucaristía profesamos nuestra fe en Jesús, nuestro Señor Resucitado, por la aclamación después de la consagración. Hagámoslo hoy conscientemente y con alegría.
Invitación al Padre Nuestro
Como comunidad de fe y amor
hecha “un solo corazón y una sola alma” por el Espíritu
podemos orar al Padre de todos
con la oración de Jesús nuestro Señor.
R/ Padre nuestro…
Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todos los males
y concédenos en nuestros días
la certeza y la paz
que tu Hijo Resucitado otorgó a sus discípulos
en su hora de temor y de ansiedad.
Con tu compasión, conserva nuestra fe
libre de toda duda y vacilación,
mientras aguardamos con gozosa esperanza
la gloriosa venida de nuestro Salvador, Jesucristo.
R/ Tuyo es el Reino…
Invitación al Signo de la Paz
Nosotros intentamos ser una comunidad
que tiene “un solo corazón y una sola alma”.
Expresemos esto con nuestro saludo de paz.
Invitación a la Comunión
San Pablo apóstol dice:
“El hecho de que hay un solo pan significa
que, aunque seamos muchos,
formamos un solo Cuerpo,
porque todos compartimos
este único pan”.
Éste es el Cuerpo de Cristo
que nos hace su comunidad viva.
R/ Señor, no soy digno…
Oración después de la Comunión
Oh Dios y Padre nuestro:
Con fe hemos encontrado a tu Hijo Jesús
en esta celebración eucarística.
Que, con él a nuestro lado,
seamos una comunidad de fe profunda
en la que el amor y el compartir
no sean palabras huecas;
una comunidad que siga soñando
en que podemos encontrarnos unos a otros como hermanos
y crear juntos un nuevo futuro
en Jesucristo, nuestro Señor Resucitado,
que vive y reina contigo y también con nosotros
por los siglos de los siglos.
Bendición
Hermanos: Nuestra tarea no es fácil. Nosotros somos utópicos, gente que tiene grandes sueños de formar y ser una auténtica comunidad, y de construir un mundo nuevo y mejor en Cristo. Sabemos que estos sueños nunca se verán realizados a la perfección porque somos limitados, humanos, débiles; pero podemos seguir adelante intentándolo y creciendo. Éste es el desafío de nuestra fe. Lo podremos realizar si Cristo vive realmente entre nosotros. Que Dios nos bendiga para esta tarea y misión. Y así, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.