14 de Abril de 2024
Tercer Domingo de Pascua
MARCADO CON HERIDAS
MORIR Y RESUCITAR CON CRISTO
Saludo (Ver Primera Lectura)
Dios ha glorificado a Jesús, su Siervo,
el Santo, el Justo,
el príncipe de la Vida.
Dios lo resucitó de entre los muertos
y nosotros somos testigos de ese acontecimiento.
En su nombre estamos reunidos aquí.
Que el Señor Resucitado
esté siempre con ustedes.
1. Marcado con heridas
Nuestra fe en el Señor Resucitado es una fe concreta, una fe en alguien que ha resucitado, sí, pero que no es un “fantasma”, ni un producto de la imaginación, sino alguien real y totalmente como nosotros en todo menos en el pecado, sin excluir heridas, cicatrices y dificultades. ¿Es éste el Cristo en quien creemos, que camina con nosotros en el camino de la vida, que nos sostiene con su amor y fortaleza cuando tenemos problemas y nos sentimos heridos? Él ha resucitado realmente, y viene con nosotros para ayudarnos a levantarnos ahora, ya en esta vida, por encima de nuestros problemas, temores y cobardías, hasta que nos acoja en su eterna alegría y felicidad. Que sea este Jesús el que esté con nosotros, con el que nos podemos identificar y del que damos testimonio en la vida de cada día.
2. Muriendo y resucitando con Cristo
¿Acaso nosotros, en nuestra vida cotidiana, no cometemos errores y procuramos remediarlos? ¿No tropezamos y nos ponemos nuevamente de pie? Para un cristiano esta vida es un repetido morir y resucitar con Cristo. La Resurrección no es meramente algo que nos ocurrirá en el Juicio o cuando entremos a la morada de Dios después de la muerte. La Resurrección está aquí con nosotros de forma bella y repetida. Por la gracia de la Resurrección de nuestro Señor seguimos, incluso ahora, muriendo y resucitando. Compartamos en esta eucaristía el banquete de Resurrección con el Señor Resucitado.
Acto Penitencial
Si tuviéramos más fe en la cercanía del Señor Resucitado
caeríamos menos en el pecado.
Imploremos el perdón del Señor.
(Pausa)
Jesús, Señor Resucitado,
tú nos muestras tus manos y tus pies,
pues estás cerca de nosotros.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo Jesús, Señor Resucitado,
antes de resucitar sufriste y te entregaste a la muerte
para traernos perdón y vida.
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
Jesús, Señor Resucitado, tú nos invitas a comer contigo
para compartir con nosotros tu fuerza y tu vida.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Señor, por el poder de tu Amor,
transfórmanos, perdona todos nuestros pecados
y acompáñanos en el camino
que nos conduce a la vida eterna.
Oración Colecta
Oremos para que sepamos vivir la nueva vida
de Jesús Resucitado.
(Pausa)
Oh Dios de los vivientes,
¿quién creerá que tu Hijo ha resucitado
si Él no vive entre nosotros hoy?
No permitas que la muerte del pecado nos atrape,
ya que él nos ha hecho libres por su sangre.
Que su vida se desborde en nosotros
de modo que fluya sobre los que nos rodean
con obras de perdón compasivo y de generosidad sin medida.
Nútrenos con esa vida en la eucaristía,
banquete de Jesucristo tu Hijo, nuestro Señor.
Primera Lectura: Hechos 3,13-15,17-19 Pedro, testigo del Señor Resucitado
En esta predicación, Pedro da testimonio firme de que Cristo resucitó de entre los muertos. Pide a sus oyentes volver a Cristo y permitirle que los renueve.
R. (7a) En ti, señor, confío. Aleluya.
Tú que conoces lo justo de mi causa,
Señor, responde a mi clamor.
Tú que me has sacado con bien de mis angustias,
apiádate y escucha mi oración.
R. En ti, señor, confío. Aleluya.
Admirable en bondad
ha sido el Señor para conmigo,
y siempre que lo invoco me ha escuchado;
por eso en él confío.
R. En ti, señor, confío. Aleluya.
En paz, Señor, me acuesto
y duermo en paz,
pues sólo tú, Señor,
eres mi tranquilidad.
R. En ti, señor, confío. Aleluya.
Segunda Lectura: 1 Juan 2,1-5a Fieles al Señor Resucitado
Cuando seguimos los mandamientos del amor de Cristo, somos fieles a Cristo Resucitado y crecemos en el amor de Dios.
Hijitos míos: Les escribo esto para que no pequen. Pero, si alguien peca, tenemos como intercesor ante el Padre, a Jesucristo, el justo. Porque él se ofreció como víctima de expiación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino por los del mundo entero.
En esto tenemos una prueba de que conocemos a Dios, en que cumplimos sus mandamientos. El que dice: "Yo lo conozco", pero no cumple sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él. Pero en aquel que cumple su palabra, el amor de Dios ha llegado a su plenitud, y precisamente en esto conocemos que estamos unidos a él.
Evangelio: Lucas 24,35-48 Testigos del Señor Resucitado
Jesús se apareció a sus discípulos, que dudaban, para fortalecer su fe en la Resurrección. Después los envió –como nos envía a nosotros– a dar testimonio de su perdón y de su nueva vida.
Cuando los dos discípulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde estaban reunidos los apóstoles, les contaron lo que les había pasado en el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.
Oración de los Fieles
Oh Dios, Padre nuestro, tú nos ayudas a los que acudimos a ti porque tu Hijo Jesucristo permanece con nosotros y habla en nuestro nombre. Te decimos: R/ Señor, Dios nuestro, escucha a tu Pueblo.
Oh Dios Padre amoroso, que tu Hijo Resucitado viva entre nosotros, en nuestras palabras y acciones. Oye las súplicas de tu Pueblo, a causa de Aquel que permanece contigo y con nosotros, Jesucristo, nuestro Señor, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las Ofrendas
Oh Padre bondadoso, fuente de vida:
Con pan y vino celebramos en esta eucaristía
la presencia de tu Hijo en medio de nosotros,
aquí alrededor de esta mesa
y en la vida de cada día.
Que lo podamos experimentar aquí
como el gran don que tú nos brindas
y que permanezca con nosotros
en nuestra inacabada búsqueda
de ser tu Pueblo libre de pecado
y de vivir la vida nueva
de Jesucristo Resucitado, nuestro Señor.
Introducción a la Plegaria Eucarística
¿Dónde puede Jesús estar más cerca de nosotros que aquí en la eucaristía? Él nos habla y lo escuchamos; se hace alimento para nosotros. Nos asegura que él nos acompaña en nuestro caminar, a veces agotador. Demos gracias al Padre por darnos a Jesús su Hijo.
Invitación al Padre Nuestro
Jesús está con nosotros
y vive en la presencia del Padre
para interceder por nosotros.
Con él oramos a nuestro Padre del cielo:
R/ Padre nuestro…
Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todos los males
y concédenos la fe y la paz en nuestros días
por medio de la presencia de tu Hijo Resucitado.
Que él esté con nosotros en nuestras penas y temores
para que con él podamos superarlos.
Que él esté también con nosotros
en días de risa y de alegría,
para que él haga más profunda nuestra felicidad.
Que la esperanza crezca en nosotros
mientras anhelamos el día de su venida gloriosa
como Señor y Salvador nuestro, Jesucristo.
R/ Tuyo es el Reino…
Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo.
Él murió por nosotros, pero vive para siempre.
Dichosos nosotros por recibirlo
como nuestro Pan de Vida.
R/ Señor, no soy digno…
Oración después de la Comunión
Oh Dios de vida y de Amor salvador:
Hemos gozado de la presencia de tu Hijo entre nosotros
porque nos hemos reunido en su nombre.
Él nos ha proclamado su Palabra de Vida
y hemos participado en su banquete de Salvación.
Que él siga viviendo en nuestra comunidad
por nuestra presencia atenta hacia los otros,
por nuestra fe común expresada
en nuestras obras de amor y servicio,
de gratitud y perdón,
por nuestros esfuerzos en crear un mundo mejor
donde haya justicia y esperanza para todos.
Y de este modo queremos caminar juntos hacia ti
y dar testimonio de que Jesucristo
es Señor y Salvador nuestro, por los siglos de los siglos.
Bendición
Hermanos: Cristo nos llama a dar testimonio de su presencia entre nosotros como nuestro Señor Resucitado. Vivamos, pues, como nuevo Pueblo de Dios, llenos de fe, esperanza, amor y perdón mutuo. Y, para que podamos llevar este don al mundo, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.