Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

Cuarto Domingo de Pascua

Description

Domingo 21 de Abril, 2024

 

Cuarto Domingo de Pascua

 

Un Pastor con corazón

 

“Yo conozco a los míos y los míos me conocen”

 

Saludo (Ver Primera Lectura)

No hay otro nombre

por el que nos salvemos

que el nombre de Jesucristo,

crucificado, pero resucitado de entre los muertos.

Que Jesús, el Señor Resucitado,

esté siempre con ustedes.

 

Introducción

 

1. Un Pastor con corazón

Siempre esperamos que gente que está a cargo de otros, especialmente en tareas de liderazgo y servicio –médicos, trabajadores sociales, sacerdotes y ministros sagrados– se dediquen responsablemente a los que confían en ellos. Los cristianos no tienen otro modelo que Jesús, el Buen Pastor. Él era todo corazón para con las personas, y estuvo dispuesto a ir tan lejos como dar su vida por ellas. Todos los que tienen responsabilidad para con otros debieran ser como él: no fríos funcionarios, no gente que se contenta sólo con hacer su trabajo, sino gente de corazón, sean laicos, ministros ordenados o pastores; gente totalmente dedicada y comprometida incluso a costa de sí misma. Y no olvidemos que nos han confiado el cuidado de unos a otros como hermanos. Que Jesús, en medio de nosotros, nos inspire y nos guíe siempre.

 

2. “Yo conozco a los míos y los míos me conocen”

Nos sorprendemos gratamente cuando, a la vuelta de muchos años, alguien nos reconoce y nos llama por nuestro nombre. “¡Él / Ella todavía me recuerda!”, decimos. Jesús nos asegura hoy: “Yo conozco a los míos y los míos me conocen a mí”. Por medio de Jesús, que es uno de nosotros, Dios nos conoce y nos ama y nos llama hijos suyos. Con gratitud celebremos esta eucaristía con Jesús, nuestro Buen Pastor, que nos conoce y nos ama.

 

Acto Penitencial

Pidamos al Buen Pastor, Jesús, que nos perdone.

Él busca la oveja perdida y no la condena.

Confiamos en su Amor y misericordia.

                   (Pausa)

Señor Jesús, nuestro Buen Pastor,

tú entregaste tu vida por tus ovejas,

por todos los hombres a quienes viniste a salvar.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Cristo Jesús, nuestro Buen Pastor,

tú conoces a tus ovejas, a toda tu gente,

y los que te acogen también te conocen a ti.

R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

 

Señor Jesús, nuestro Buen Pastor,

tú tienes todavía otras ovejas que están fuera

y quieres que se integren y pertenezcan a tu rebaño.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Ten misericordia de nosotros, Señor;

ven en nuestra búsqueda

y otórganos a todos la paz de tu perdón y tu amor.

Y llévanos a la vida eterna.

 

Oración Colecta

Oremos para que Jesús sea el Pastor de nuestras vidas.

            (Pausa)

Oh Dios, Padre nuestro:

Por su propia y libre voluntad

Jesús entregó su vida por nosotros

para que viviéramos y nos salváramos.

Danos valor para escuchar su voz

y para seguirlo en nuestro caminar hacia ti.

Que nosotros también

sepamos reflejar el Amor que nos ha mostrado,

preocupándonos los unos por los otros

con la misma generosa amabilidad

que él nos ha mostrado a nosotros.

Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

 

Primera Lectura: Hechos 4,8-12 Salvados en el nombre de Jesús Resucitado

Pedro profesa sin miedo alguno su fe en Cristo Resucitado, en cuyo nombre ha curado de su discapacidad a un lisiado. Jesús es el nombre por el que todos nos salvamos.

En aquellos días, Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: "Jefes del pueblo y ancianos, puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, para saber cómo fue curado, sépanlo ustedes y sépalo todo el pueblo de Israel: este hombre ha quedado sano en el nombre de Jesús de Nazaret, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de entre los muertos. Este mismo Jesús es la piedra que ustedes, los constructores, han desechado y que ahora es la piedra angular. Ningún otro puede salvarnos, pues en la tierra no existe ninguna otra persona a quien Dios haya constituido como salvador nuestro".

 

Salmo Responsorial

Salmo 117, 1 y 8-9. 21-23. 26 y 28cd y 29

R. (22) La piedra que desecharon los constructores
es ahora la piedra angular. Aleluya.

Te damos gracias, Señor, porque es bueno,
porque tu misericordia es eterna.
Más vale refugiarse en el Señor,
que poner en los hombres la confianza;
más vale refugiarse en el Señor
que buscar con los fuertes una alianza.
R. La piedra que desecharon los constructores
es ahora la piedra angular. Aleluya.

Te doy gracias pues me escuchaste
y fuiste para mí la salvación.
La piedra que desecharon los constructores,
es ahora la piedra angular.
Esto es obra de la mano del Señor
Es un milagro patente.  
R. La piedra que desecharon los constructores
es ahora la piedra angular. Aleluya.

Bendito el que viene en nombre del Señor.
Que Dios desde su templo nos bendiga.
Tú eres mi Dios, te doy gracias.
Tú eres mi Dios, y yo te alabo.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno,
Porque tu misericordia es eterna.  
R. La piedra que desecharon los constructores
es ahora la piedra angular. Aleluya.

 

Segunda lectura: 1 Juan 3,1-2 ¡Realmente hijos de Dios!

Queridos hijos: Miren cuánto amor nos ha tenido el Padre, pues no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos. Si el mundo no nos reconoce, es porque tampoco lo ha reconocido a él.

Hermanos míos, ahora somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado cómo seremos al fin. Y ya sabemos que, cuando él se manifieste, vamos a ser semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
 

Aclamación antes del Evangelio

Jn 10, 14
R. Aleluya, aleluya.
Yo soy el buen pastor, dice el Señor;
yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí.
R. Aleluya.
 
 
Evangelio: Juan 10,11-18 Jesús, nuestro Buen Pastor

Aun cuando la imagen de un pastor y sus ovejas no sea familiar o cotidiana para muchos de nosotros, podemos llegar a comprender la metáfora: Jesús, nuestro Buen Pastor, ha entregado su vida por nosotros y, como Señor Resucitado, nos conduce y nos une, no por la fuerza sino por el conocimiento personal y el amor que tiene por cada uno de nosotros.

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas. En cambio, el asalariado, el que no es el pastor ni el dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; el lobo se arroja sobre ellas y las dispersa, porque a un asalariado no le importan las ovejas.

Yo soy el buen pastor, porque conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Yo doy la vida por mis ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de este redil y es necesario que las traiga también a ellas; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor.

El Padre me ama porque doy mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita; yo la doy porque quiero. Tengo poder para darla y lo tengo también para volverla a tomar. Éste es el mandato que he recibido de mi Padre’’.

 

Oración de los Fieles

Estamos salvados en el nombre de Jesús, nuestro Buen Pastor, que vive y ruega al Padre por nosotros. Con esta convicción digámosle: R/ Señor, guárdanos en tu Amor.

  • Por todos los ministros de la Iglesia. Para que cuiden a sus encomendados con generosa dedicación, siempre altruista, roguemos al Señor.
  • Por los líderes de las naciones y por todos los servidores públicos. Para que pongan los intereses de sus encomendados por encima de su provecho y ganancia personal y de su propio bienestar, roguemos al Señor.
  • Por todas las iglesias cristianas. Para que trabajen sin descanso para llegar a ser un solo rebaño bajo el único Pastor: Jesucristo, roguemos al Señor.
  • Por los que todavía no conocen a Cristo. Para que puedan encontrarlo y escuchar su voz a través de los misioneros y de otras personas que hagan a Cristo visible por la forma como ellos reflejan su vida, roguemos al Señor.
  • Por los abandonados, por las víctimas de la injusticia y la pobreza, y por todos los que sufren. Para que se encuentren con hermanos dedicados y generosos que les den esperanza y dirección, roguemos al Señor.
  • Por todas las comunidades cristianas. Para que vivamos según creemos y así hagamos creíble el Evangelio en nuestro tiempo, roguemos al Señor.

Señor Jesús, Pastor y hermano nuestro, guárdanos en tu Amor. Que te conozcamos siempre, y respondamos siempre a tu llamado, pues tú eres nuestro Señor por los siglos de los siglos.

 

Oración sobre las Ofrendas

Señor Dios nuestro, Padre amoroso:

Tu Hijo Jesucristo entregó su vida por nosotros

como Buen Pastor

y se entregará de nuevo por nosotros

en estos signos de pan y vino, en esta eucaristía.

Que reconozcamos su voz

en el grito de nuestros prójimos en necesidad

y les demos lo mejor de nosotros mismos

como él hizo por nosotros,

porque él es Hijo tuyo y Señor nuestro,

por los siglos de los siglos.

 

Introducción a la Plegaria eucarística

En la Plegaria Eucarística damos gracias a Dios por habernos hecho sus hijos e hijas por medio de Jesús, nuestro Buen Pastor, que murió por nosotros para ser nuestra luz y nuestra vida. Sentimos una auténtica alegría diciéndole al Señor de corazón “¡Gracias!”.

 

Invitación al Padre Nuestro

Como hijas e hijos queridos de Dios

oramos a nuestro Padre

con la oración de Jesús, nuestro Buen Pastor.

R/ Padre nuestro…

 

Líbranos, Señor

Líbranos, Señor, de todos los males,

ya que nos has dado a tu Hijo como nuestro Pastor,

para liberarnos del pecado y de toda perturbación

y para unirnos a todos como tu Pueblo.

Guárdanos en tu Amor,

mientras esperamos con gozo

la venida gloriosa de nuestro Salvador, Jesucristo.

 

Al partir el Pan

Jesús se dejó “romper” por nosotros

para que fuéramos uno en él.

Como él, nosotros también deberíamos “rompernos”

y compartirnos a nosotros mismos

unos con otros.

 

Invitación a la Comunión

Éste es Jesús, el Buen Pastor,

que entregó su vida por nosotros

y que nos conoce por nuestro nombre.

Dichosos nosotros invitados a su mesa.

R/ Señor, no soy digno…

 

Oración después de la Comunión

Señor Dios, Padre amoroso:

Te damos gracias por el Pan de sí mismo

que nuestro Buen Pastor nos ha dado

en esta eucaristía.

Que él sea la piedra angular, el fundamento,

sobre el que construyamos nuestras vidas

y tu Reino en la tierra,

un Reino de justicia y amor,

de fraternidad y paz.

Y que aprendamos de él

a vivir los unos para los otros.

Te lo pedimos en nombre de Jesús, el Señor.

 

Bendición

Hermanos: Dios nos ama. Estamos seguros de ello. No somos extraños para él. Él está cerca de nosotros en todo lo que hacemos. Que él nos dé la gracia de no ser extraños unos para otros. Que nos edifiquemos mutuamente con la bendición del Señor. Y así, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.

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