Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

Ascensión del Señor

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Domingo 12 de Mayo, 2024

 

ASCENSIÓN DEL SEÑOR

 

El Señor de todo y de todos


Se necesitan testigos

 

Saludo (Ver Segunda Lectura)

Hagan todo lo que puedan para preservar la unidad del Espíritu
por medio de la paz que los une como un Cuerpo.
Que el Señor les envíe su Espíritu de unidad
y esté siempre con ustedes.

 

Introducción

 

1. El Señor de todo y de todos

Celebramos hoy la Ascensión del Señor. ¿Quiere esto decir que Jesús nos ha dejado, que ha desaparecido para siempre? Es cierto que ya no podemos verlo ni tocarlo como pudieron hacerlo los apóstoles y los primeros discípulos. Jesús no pertenece ya sólo a un grupo minúsculo, sino a todos los hombres y mujeres de la Tierra que quieran aceptarlo. Él es ahora el Señor de todo y de todos, el Señor de la gloria, y aun así todavía uno de nosotros, muy cercano, más intimo a nosotros que nosotros mismos; él es el corazón de nuestro corazón por medio de su Espíritu, vivo en nosotros. Nosotros, su Iglesia, tenemos que continuar el trabajo y la misión que él comenzó y dar testimonio de que él es nuestro Señor vivo y resucitado. Escuchémoslo conforme nos habla en esta eucaristía y démosle gloria y alabanza a él y al Padre.

 

2. Se necesitan testigos

Hoy es el día de la Ascensión del Señor a los cielos, día de alegría, porque una parte de nosotros está ya ahora muy cerca de Dios: nuestro hermano Jesús, que es uno de nosotros, el primero en resucitar de entre los muertos y el primero en vivir plenamente en la gloria y alegría de Dios. Él nos conduce y nos muestra el camino. Pero, en el entretanto, tenemos que llevarlo a nuestro mundo y a la gente de nuestro tiempo. Proclamemos con nuestra vida que él vive. Demos a conocer la Buena Noticia de Salvación. Jesús actuará con nosotros por medio del Espíritu que él mismo nos da; y él confirmará todo lo que decimos y hacemos.


Acto Penitencial

Nuestro testimonio del Señor vivo y resucitado

es seguramente pobre.
Nuestra forma de vida no siempre muestra que creemos
que su Espíritu nos guía.

Pidamos al Señor que nos perdone.

(Pausa)

Señor Jesús, tú fuiste elevado a la gloria del Padre,

y, aun así, permaneces presente donde

dos o tres se reúnen en tu nombre.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Cristo Jesús, tú preparas un lugar en el cielo

para los que creen en ti y viven en tu amor.
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

 

Señor Jesús, tú nos envías

a todos los rincones del mundo

para ser tus testigos y compartir

la Buena Nueva de tu amor.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Ten misericordia de nosotros, Señor;

no nos abandones a nuestros pecados,

sino otórganos tu perdón, ayúdanos

a vivir en tu presencia y llévanos a la vida eterna.

 

Oración Colecta

Oremos y alabemos al Padre por medio de Cristo.

(Pausa)
Oh Dios y Padre nuestro:
No te hemos visto nunca,
pero, por medio de tu Hijo, Jesús,
hemos llegado a conocerte.
Él vive ahora en tu gloria.
Danos la gracia de no sentirnos abandonados,
sino más bien fortalécenos con la convicción
de que él permanece con nosotros

en nuestros hermanos
hasta el fin de los tiempos.
Que su Espíritu nos guíe y fortalezca
para dar testimonio de que él está vivo
en nuestras comunidades de fe y de amor
y para proclamar a todo el mundo
su Buena Noticia de Salvación.
Te lo pedimos por medio del mismo Jesucristo,
nuestro Señor.

 

Primera Lectura: Hechos 1,1-11¿Por qué se quedan embobados mirando al cielo?”

En su Ascensión, Jesús confía su misión a los apóstoles. El Espíritu Santo les dará fuerza para ser testigos de Cristo, el Señor, en todo el mundo.

En mi primer libro, querido Teófilo, escribí acerca de todo lo que Jesús hizo y enseñó, hasta el día en que ascendió al cielo, después de dar sus instrucciones, por medio del Espíritu Santo, a los apóstoles que había elegido. A ellos se les apareció después de la pasión, les dio numerosas pruebas de que estaba vivo y durante cuarenta días se dejó ver por ellos y les habló del Reino de Dios.

Un día, estando con ellos a la mesa, les mandó: “No se alejen de Jerusalén. Aguarden aquí a que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que ya les he hablado: Juan bautizó con agua; dentro de pocos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo”.

Los ahí reunidos le preguntaban: “Señor, ¿ahora sí vas a restablecer la soberanía de Israel?” Jesús les contestó: “A ustedes no les toca conocer el tiempo y la hora que el Padre ha determinado con su autoridad; pero cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes, los llenará de fortaleza y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los últimos rincones de la tierra”.

Dicho esto, se fue elevando a la vista de ellos, hasta que una nube lo ocultó a sus ojos. Mientras miraban fijamente al cielo, viéndolo alejarse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: “Galileos, ¿qué hacen allí parados, mirando al cielo? Ese mismo Jesús que los ha dejado para subir al cielo, volverá como lo han visto alejarse”.

 

Salmo Responsorial

Salmo 46, 2-3. 6-7. 8-9

R. (6) Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono. Aleluya.
Aplaudan, pueblos todos,
aclamen al Señor, de gozos llenos;
que el Señor, el Altisimo, es terrible
y de toda la tierra, rey supremo. R.  
R. Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono. Aleluya.
Entre voces de júbilo y trompetas,
Dios, el Señor, asciende hasta su trono.
Cantemos en honor de nuestro Dios,
al rey honremos y cantemos todos. R.  
R. Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono. Aleluya.
Porque Dios es el rey del universo, 
cantemos el mejor de nuestros cantos.
Reina Dios sobre todas las naciones
desde su trono santo. R.  
R. Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono. Aleluya.

 

Segunda Lectura: Efesios 1,17-23 Ascendió para darnos sus dones

Para Pablo el misterio de la Ascensión significa que Jesús, el Señor, comenzó a derramar sus dones a los hombres cuando subió a los cielos.

Hermanos: Pido al  Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, que les conceda espíritu de sabiduría y de revelación para conocerlo.

Le pido que les ilumine la mente para que comprendan cuál es la esperanza que les da su llamamiento, cuán gloriosa y rica es la herencia que Dios da a los que son suyos y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros, los que confiamos en él, por la eficacia de su fuerza poderosa.

Con esta fuerza resucitó a Cristo de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en el cielo, por encima de todos los ángeles, principados, potestades, virtudes y dominaciones, y por encima de cualquier persona, no sólo del mundo actual sino también del futuro.

Todo lo puso bajo sus pies y a él mismo lo constituyó cabeza suprema de la Iglesia, que es su cuerpo, y la plenitud del que lo consuma todo en todo.

O bien: 
Ef 4, 1-13

Hermanos: Yo, Pablo, prisionero por la causa del Señor, los exhorto a que lleven una vida digna del llamamiento que han recibido. Sean siempre humildes y amables; sean comprensivos y sopórtense mutuamente con amor; esfuércense en mantenerse unidos en el Espíritu con el vínculo de la paz.

Porque no hay más que un solo cuerpo y un solo Espíritu, como es también sólo una la esperanza del llamamiento que ustedes han recibido. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que reina sobre todos, actúa a través de todos y vive en todos.

Cada uno de nosotros ha recibido la gracia en la medida en que Cristo se la ha dado. Por eso dice la Escritura: Subiendo a las alturas, llevó consigo a los cautivos y dio dones a los hombres.

¿Y qué quiere decir “subió”? Que primero bajó a lo profundo de la tierra. Y el que bajó es el mismo que subió a lo más alto de los cielos, para llenarlo todo.

Él fue quien concedió a unos ser apóstoles; a otros, ser profetas; a otros, ser evangelizadores; a otros, ser pastores y maestros. Y esto, para capacitar a los fieles, a fin de que, desempeñando debidamente su tarea, construyan el cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a estar unidos en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, y lleguemos a ser hombres perfectos, que alcancemos en todas sus dimensiones la plenitud de Cristo.

O bien: 
Ef 4, 1-7. 11-13

Hermanos: Yo, Pablo, prisionero por la causa del Señor, los exhorto a que lleven una vida digna del llamamiento que han recibido. Sean siempre humildes y amables; sean comprensivos y sopórtense mutuamente con amor; esfuércense en mantenerse unidos en el Espíritu con el vínculo de la paz.

Porque no hay más que un solo cuerpo y un solo Espíritu, como es también sólo una la esperanza del llamamiento que ustedes han recibido. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que reina sobre todos, actúa a través de todos y vive en todos. 

Cada uno de nosotros ha recibido la gracia en la medida en que Cristo se la ha dado. Él fue quien concedió a unos ser apóstoles; a otros, ser profetas; a otros, ser evangelizadores; a otros, ser pastores y maestros. Y esto, para capacitar a los fieles, a fin de que, desempeñando debidamente su tarea, construyan el cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a estar unidos en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, y lleguemos a ser hombres perfectos, que alcancemos en todas sus dimensiones la plenitud de Cristo.

 

Aclamación antes del Evangelio

Mt 28, 19. 20

R. Aleluya, aleluya.
Vayan y enseñen a todas las naciones, dice el Señor,
y sepan que yo estaré con ustedes todos los días,
hasta el fin del mundo.
R. Aleluya.

 

Evangelio: Marcos 16,15-20Vayan al mundo entero”

En nombre de Jesús, sus misioneros, y cada cristiano, proclaman el mensaje gozoso de su Evangelio.

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado. Éstos son los milagros que acompañarán a los que hayan creído: arrojarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos”.

El Señor Jesús, después de hablarles, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba su predicación con los milagros que hacían.


Oración de los Fieles

Jesús, el Señor, nos ha confiado su misión. Él está con nosotros y actúa en nosotros por medio de su Espíritu, de modo que podamos hacer todo en su nombre. Así le decimos: R/ Quédate con nosotros, Señor.

  • Hazte presente en tu Iglesia, Señor, para que ella difunda la Buena Nueva de tu Amor y de tu Reino a todos los pueblos, lenguas y culturas, y así te decimos…
  • Hazte presente a todos tus profetas y misioneros, para que proclamen sin miedo tu mensaje de justicia, verdad y misericordia incluso a los que no tienen deseos de escucharlo; y así te decimos…
  • Hazte presente a todos los gobernantes y líderes de las naciones, Señor, cuando intentan establecer una paz casi imposible a un mundo roto por la violencia y la guerra. Que sus esfuerzos no sean en vano. Y así te decimos…
  • Hazte presente a los oprimidos y a los que sufren, Señor; reaviva en ellos su esperanza en ti y en los hermanos; abre los ojos y las manos de tus seguidores para otorgarles tu amor y cuidado llenos de ternura; y así te decimos
  • Hazte presente a nosotros y a todas las comunidades cristianas, Señor; dales señales de tu presencia por su espíritu de oración, su unidad, su amabilidad y paciencia; y así te decimos…

 

     Oh Jesús, Señor nuestro: por la fuerza de tu Espíritu guíanos en nuestra peregrinación al hogar donde tú vives en gloria con el Padre y el Espíritu Santo, ahora y por los siglos de los siglos.



Oración sobre las Ofrendas

Señor Dios nuestro:
En los signos de este pan y de este vino
tu Hijo Jesús va a estar enseguida con nosotros.
Que él nos dé su Espíritu de fortaleza,
para que no nos quedemos mirando al cielo,
a no ser para implorar tu ayuda en nuestra tarea.
Que prefiramos enfrentarnos al mundo
y comprometernos a la misión
de transformarlo en tu mundo,
por el poder del Espíritu de Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro
por los siglos de los siglos.

 

Introducción a la Plegaria Eucarística

Con gran alegría demos gracias al Padre porque Jesús, aunque elevado al cielo, sigue todavía con nosotros por medio de su Espíritu Santo, aquí en esta eucaristía, en la Iglesia y en los hermanos que nos rodean.


Invitación al Padre Nuestro

Jesús, el Señor, vive ahora en la gloria del Padre en el cielo;
Allí intercede por nosotros.
Por medio de él y con sus mismas palabras
oremos a Dios, nuestro Padre.
R/ Padre nuestro...

 

Líbranos, Señor

Líbranos, Señor, de toda forma de egoísmo
que nos aísla de nuestros hermanos.
Guárdanos libres de todo pecado
que ponga en peligro el amor entre nosotros;
y danos la paz de la unidad.
Haznos atentos y abiertos a todos,
mientras aguardamos con gozosa esperanza
la venida de nuestro Salvador Jesucristo.
R/ Tuyo es el Reino...

Invitación a la Comunión

Éste es Jesús, el Señor, que nos dijo:
“Sepan que estoy con ustedes siempre
hasta el fin de los tiempos”.
Éste es su Cuerpo, glorioso y resucitado.
Felices nosotros, ya que él es nuestro Pan
en nuestro caminar hacia el Padre.

Oración después de la Comunión

Señor Dios nuestro:
Te damos gracias por confiar tanto en nosotros
que nos has confiado la misión misma de tu Hijo:
hacerte presente en el mundo.
Que reinemos con él aprendiendo a servir,
de forma que nuestros hermanos vean palpablemente
que Cristo vive
porque somos su Cuerpo visible en la historia.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Bendición

Jesús, el Señor, nos dice a nosotros como les dijo a los apóstoles: “Sean mis testigos en el mundo entero”. No nos quedemos embobados mirando al cielo; seamos su mensaje de esperanza para los hombres y mujeres del mundo por la forma cómo vivimos el Evangelio. Y pidamos la bendición solemne del Señor:

  • Que sepamos llevar el mensaje del Señor a nuestro tiempo y a nuestros hermanos. R/ Amén.
  • Que siga él haciendo el bien por medio de nosotros y que nosotros lo hagamos visible hoy ante nuestros hermanos. R/ Amén.
  • Que permanezca él con nosotros por medio de su Espíritu ahora y hasta el fin de los tiempos. R/ Amén.
  • Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre. R/ Amén.

 

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