Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

CUERPO Y SANGRE DE CRISTO

Description

2 de Junio de 2024

 

CUERPO Y SANGRE DE CRISTO


“Mi Cuerpo y mi Sangre para ustedes”


La Sangre de la Alianza



Saludo:

Cristo vino al mundo,
y, por su propia sangre,
nos adoptó como hijas e hijos en el Amor de Dios,
por medio de una nueva y eterna Alianza.
Que él nos guarde unidos con Dios
y esté siempre con ustedes.

Introducción:


1. “Mi Cuerpo y mi Sangre para ustedes”

Admiramos grandemente a hombres y mujeres que dedicaron sus vidas para el bien de otros e incluso estuvieron dispuestos a morir por ellos. Esto es precisamente lo que celebramos siempre que nos congregamos en torno a la eucaristía. Celebramos la vida y la muerte de Jesús por nosotros y también celebramos su Resurrección, porque él está vivo aquí entre nosotros, en su Iglesia, en nuestro mundo. Pero cuando hacemos lo que él nos mandó –“Hagan esto en conmemoración mía”–, tenemos que aprender a entregarnos nosotros mismos a Dios y a los hermanos, como Cristo se entregó. En esta eucaristía, él quiere regalarnos esta disposición interior.

 

2.La Sangre de la Alianza

Muchos cuerpos son destrozados hoy por el uso de la fuerza bruta y de la tortura; se derrama mucha sangre de gente inocente y de niños. La violencia lleva al odio y a más violencia. Hoy, en esta fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo, oiremos de Alguien cuyo cuerpo quebrantado nos trajo paz, y cuya sangre derramada nos trajo el perdón y el amor de Dios. “Este es mi cuerpo entregado por ustedes. Esta es mi sangre de la Alianza eterna.” Cada eucaristía nos trae un mensaje de esperanza de que el Amor de Dios está con nosotros ahora y para siempre. Demos hoy gracias al Padre por el gran regalo de Jesús Eucaristía.


Acto Penitencial

Una pregunta: ¿Nos comprometemos a hacer el bien a los demás,

incluso cuando el costo es alto?

Examinémonos ante el Señor.

(Pausa)

Señor Jesús, tú dijiste: “Esto es mi Cuerpo. Este soy yo mismo

que se entrega por ustedes.”

Señor, ten piedad de nosotros.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

Jesucristo, tú dijiste: “Esta es mi Sangre de la Alianza

derramada por ustedes y por todos”.

Cristo, ten piedad de nosotros.

R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

Señor Jesús, tú dijiste: “Este es mi Cuerpo para la vida del mundo.

Quien lo coma posee la vida eterna”.

Señor, ten piedad de nosotros.

R/ Señor, ten piedad de nosotros

Señor, ten misericordia de nosotros, y por la eucaristía

concédenos el perdón de todos nuestros pecados

y llévanos a la vida eterna.

 

Oración Colecta

1. “Mi Cuerpo y mi Sangre para ustedes”

Oremos para que podamos ofrecer esta eucaristía
con la misma actitud de entrega de Jesús.

    (Pausa)

Señor Dios nuestro,
tú no aceptas nuestros lánguidos sacrificios
a no ser que nos comprometemos a ti
y a cada uno de nuestros hermanos
Aquí estamos ante ti sin otro sacrificio
que el de tu querido Hijo Jesucristo,
que derramó su sangre por Amor.
Cólmanos con su Espíritu
para que también nosotros
vivamos para ti y para los hermanos
con un amor generoso y altruista
que une a todos, ama a todos, sirve a todos.
Te lo pedimos en el nombre de Jesús, el Señor.

 

2. La Sangre de la Alianza

Oremos a Dios para que lo encontremos en su Hijo, Jesús.

(Pausa)
Oh Dios vivo de la Alianza,
nos has escogido para hacernos para siempre
parientes tuyos de sangre
y hermanos y hermanas unos de otros
por medio de la sangre de Jesús, tu Hijo.
Que te encontremos y nos unamos fuertemente a ti
por medio de Aquel que es nuestro alimento de unidad
y nuestra bebida de alegría,
Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos.

Primera Lectura: Éxodo 24,3-8: “Esta es la Alianza del Señor”

Como parientes de sangre de Dios, Él escoge para sí un Pueblo y comparte su destino. Lo une a sí mismo con lazos de sangre, comiendo y bebiendo con ellos.

 

En aquellos días, Moisés bajó del monte Sinaí y refirió al pueblo todo lo que el Señor le había dicho y los mandamientos que le había dado. Y el pueblo contestó a una voz: “Haremos todo lo que dice el Señor”.

Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor. Se levantó temprano, construyó un altar al pie del monte y puso al lado del altar doce piedras conmemorativas, en representación de las doce tribus de Israel.

Después mandó a algunos jóvenes israelitas a ofrecer holocaustos e inmolar novillos, como sacrificios pacíficos en honor del Señor. Tomó la mitad de la sangre, la puso en vasijas y derramó sobre el altar la otra mitad.

Entonces tomó el libro de la alianza y lo leyó al pueblo, y el pueblo respondió: “Obedeceremos. Haremos todo lo que manda el Señor”.

Luego Moisés roció al pueblo con la sangre, diciendo: “Ésta es la sangre de la alianza que el Señor ha hecho con ustedes, conforme a las palabras que han oído”.
 

Salmo Responsorial

Salmo 115, 12-13. 15 y 16bc. 17-18
R. (13) Levantaré el cáliz de la salvación.
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Levantaré el cáliz de la salvación,
e invocaré el nombre del Señor.
R. Levantaré el cáliz de la salvación.
A los ojos del Señor es muy penoso
que mueran sus amigos.
De la muerte, Señor, me has librado,
A mí, tu esclavo e hijo de tu esclava.
R. Levantaré el cáliz de la salvación.
Te ofreceré con gratitud un sacrificio
e invocaré tu nombre.
Cumpliré mis promesas al Señor
ante todo su pueblo.
R. Levantaré el cáliz de la salvación.


Segunda Lectura: Hebreos 9,11-15: Cristo es mediador de una Nueva Alianza

Derramando su sangre por nosotros, Cristo ha hecho transfusión de vida nueva al Pueblo de Dios. Ahora somos capaces de ser libres del pecado y de ser fieles a Dios con fidelidad duradera.

 

Hermanos: Cuando Cristo se presentó como sumo sacerdote que nos obtiene los bienes definitivos, penetró una sola vez y para siempre en el “lugar santísimo”, a través de una tienda, que no estaba hecha por mano de hombres, ni pertenecía a esta creación. No llevó consigo sangre de animales, sino su propia sangre, con la cual nos obtuvo una redención eterna.

Porque si la sangre de los machos cabríos y de los becerros y las cenizas de una ternera, cuando se esparcían sobre los impuros, eran capaces de conferir a los israelitas una pureza legal, meramente exterior, ¡cuánto más la sangre de Cristo purificará nuestra conciencia de todo pecado, a fin de que demos culto al Dios vivo, ya que a impulsos del Espíritu Santo, se ofreció a sí mismo como sacrificio inmaculado a Dios, y así podrá purificar nuestra conciencia de las obras que conducen a la muerte, para servir al Dios vivo!

Por eso, Cristo es el mediador de una alianza nueva. Con su muerte hizo que fueran perdonados los delitos cometidos durante la antigua alianza, para que los llamados por Dios pudieran recibir la herencia eterna que él les había prometido.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 6, 51

R. Aleluya, aleluya.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo, dice el Señor;
el que coma de este pan vivirá para siempre.
R. Aleluya.
 

Evangelio: Mateo 24,12-16.22-26: “Este es mi Cuerpo; esta es mi Sangre…”

Jesús renueva la Alianza con nosotros cuando comparte su Cuerpo y su Sangre en cada celebración eucarística.

 

El primer día de la fiesta de los panes Azimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le preguntaron a Jesús sus discípulos: “¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?” Él les dijo a dos de ellos: “Vayan a la ciudad. Encontrarán a un hombre que lleva un cántaro de agua; síganlo y díganle al dueño de la casa en donde entre: ‘El Maestro manda preguntar: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?’ Él les enseñará una sala en el segundo piso, arreglada con divanes. Prepárennos allí la cena”. Los discípulos se fueron, llegaron a la ciudad, encontraron lo que Jesús les había dicho y prepararon la cena de Pascua.

Mientras cenaban, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciendo: “Tomen: esto es mi cuerpo”. Y tomando en sus manos una copa de vino, pronunció la acción de gracias, se la dio, todos bebieron y les dijo: “Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, que se derrama por todos. Yo les aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios”.

Después de cantar el himno, salieron hacia el monte de los Olivos.
 

Oración de los Fieles

Oremos con la máxima confianza a Dios, nuestro Padre, porque nos ha elegido como sus socios en la vida; nos ha hecho libres por la sangre de su Hijo. A cada petición responderemos: R/ Señor, hazte cercano a nosotros, tu Pueblo.

 

  • Por el Papa, los obispos, los sacerdotes, los religiosos y todos los laicos consagrados. Para que sepan dar a su Pueblo no solamente el pan de la Palabra de Dios y el pan de la Eucaristía, sino también el pan de sí mismos,
  • Por todas la Iglesias cristianas. Para que un día puedan llegar a la auténtica unidad en torno a la mesa eucarística del Señor,
  • Por las naciones que tienen más abundancia de bienes en alimentos y en recursos humanos. Para que consideren como una tarea de justicia el compartir generosamente con otros pueblos que tienen menos y promover su desarrollo integral,
  • Por nuestras comunidades cristianas. Para que los ricos y los pobres, los de alto nivel social y los de nivel bajo, arrendatarios y propietarios de tierras, patronos y obreros, hagan comunión en la eucaristía y lleguen a ser responsables los unos de los otros en un fuerte convenio de justicia, amor y paz, roguemos.
  • Por todos nosotros, para que la eucaristía llegue a ser cada vez más la fuente de nuestra fuerza y unidad y de nuestro compromiso fraterno,

Señor, Dios Padre, hazte efectivamente cercano a nosotros. Sigue nutriéndonos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, de tal forma que crezcamos hacia la vida eterna, ahora y por siempre. 



Oración sobre las Ofrendas

Señor Dios nuestro, tú te haces presente
dondequiera que haya hombres y mujeres que te acojan
y te permitan ser uno de ellos.
Danos la gracia de encontrarte en tu Hijo.
Que él sea hoy para nosotros nuestro pan de fidelidad
y el vino de nuestra alegría,
para que tú seas nuestro Dios y nosotros seamos tu Pueblo,
ahora y por siempre.

 

Introducción a la Plegaria Eucarística

Expresemos nuestra gozosa gratitud al Padre por danos a Jesús en la Eucaristía. Esta es la manera maravillosa de Dios de estar hoy con nosotros, su Pueblo querido.


Invitación al Padre Nuestro

Antes de recibir el Pan de Vida,
bendigamos al Padre por su bondad
y recemos la oración de la mesa
que el Jesús mismo nos enseñó:

R/ Padre Nuestro...

Líbranos, Señor

Líbranos, Señor, de todo mal
por Jesucristo, el Cordero de Dios,
que derramó su sangre por nosotros.
Únenos en el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo
como tu Pueblo elegido.
Prepáranos para la venida gloriosa
de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
R/ Tuyo es el Reino...

 

Oración después de la Comunión

Oh Dios, Padre nuestro,
tú nos has unido a ti
por el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo
en un destino común.
Acepta nuestra acción de gracias
y, ya que somos uno en tu Hijo,
haznos compartir los unos con los otros
el pan de nosotros mismos
y escanciar entre todos
el vino del sano compañerismo y de la esperanza;
así podremos peregrinar juntos hacia ti
como hermanos y hermanas de Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro
por los siglos de los siglos.

 

Bendición

Nuestro Señor encontró una forma maravillosa de permanecer siempre a nuestro lado y acompañarnos en el camino de la vida. Él se hizo Pan de Vida para el mundo en la Eucaristía. Encontremos también nosotros caminos para apoyarnos unos a otros en días oscuros y para alegrarnos juntos en días luminosos. Y que Dios vaya siempre y totalmente con ustedes
y los bendiga el Padre, y el Hijo y el Espíritu Santo.

 

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