Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

10 Domingo Tiempo Ordinario

Description

Domingo 9 de Junio de 2024

 

Décimo Domingo en Tiempo Ordinario

 

Enfrentándose a la realidad del pecado

 

El pecado es el enemigo

 

Saludo

Nosotros creemos y proclamamos

que quien resucitó al Señor Jesús

también con Jesús nos resucitará

y nos colocará a su lado.

Por esto damos gracias y gloria a Dios.

Que este mismo Señor Jesús esté con ustedes.

 

Introducción:

1. Enfrentándose a la realidad del pecado

Cuando vemos la acción inescrupulosa del mal en el mundo ¿miramos también el mal en nosotros mismos? ¿Asumimos sin excusas nuestra responsabilidad por ello, y pedimos al Señor que nos perdone? ¿Reconocemos la parte de responsabilidad que quizás tengamos en el mal del mundo? Estamos llamados a poner nuestro grano de arena removiendo primero el mal en nosotros para hacer este mundo un poco mejor. En esta eucaristía, pidamos al Señor nos conceda esta actitud y esta fuerza interior.

 

2. El pecado es el enemigo

Con frecuencia el misterio del mal nos deja perplejos. ¿Por qué herí a esta persona que me es tan querida? No fue esa mi intención. ¿Por qué hay familias que se pelean y naciones que están en guerra? ¿Por qué hay gente que se niega a perdonar? ¿Por qué toda esta perversa maldad en nosotros y en torno a nosotros?

Como los escritores sagrados reflexionan, el mal ha estado presente desde tiempo inmemorial. Pero nosotros, los cristianos, sabemos que Jesús superó toda maldad y venció a todos los poderes que producen el mal, incluida la muerte. En él encontramos perdón, vida y paz. En esta eucaristía nos unimos a Jesús en su sublime victoria.

 

Acto Penitencial

Ciertamente, en mayor o menor medida,

nosotros participamos en la maldad del pecado.

Pidamos perdón al Señor.

            (Pausa)

Señor Jesús, tú mismo cargaste con nuestros pecados.

Sin embargo nosotros con frecuencia echamos la culpa a otros

por los pecados que hemos cometido.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Cristo Jesús, tú has compensado nuestros pecados.

Sin embargo nosotros a veces rechazamos

compensar por el mal que nosotros mismos hemos hecho.

R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

 

Señor Jesús, tú nos levantas de nuestro pecado.

Dispón nuestros corazones para levantarnos unos a otros

por medio del perdón mutuo.

R/ Señor, ten piedad de nosotros.

 

Señor, sé misericordioso con nosotros pecadores,

perdónanos y, una vez más, sánanos y renuévanos.

Llévanos a la vida eterna.

 

Oración Colecta

Roguemos para que podamos participar

con Cristo en su victoria contra el pecado.

            (Pausa)

Oh Dios, Padre nuestro,

dentro de nosotros y en nuestro entorno

experimentamos la lucha actual entre el bien y el mal.

Haznos reconocer el mal que hemos hecho,

danos fe en tu inconmensurable misericordia

y otórganos la alegría de tu perdón

que tu Hijo Jesús pagó con su vida.

Haz que nos levantemos de nuevo con él,

que de nuevo recobremos la libertad por medio de él,

y que con él superemos toda maldad

en nosotros y en el mundo.

Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

 

Primera Lectura: Génesis 3,9-15: El enemigo desde el principio - el pecado.

Desde el principio la humanidad ha experimentado que las fuerzas del mal son hostiles a Dios y son también nuestro fuerte enemigo.

 

Después de que el hombre y la mujer comieron del fruto del árbol prohibido, el Señor Dios llamó al hombre y le preguntó: “¿Dónde estás?” Éste le respondió: “Oí tus pasos en el jardín; y tuve miedo, porque estoy desnudo, y me escondí”. Entonces le dijo Dios: “¿Y quién te ha dicho que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer?”

Respondió Adán: “La mujer que me diste por compañera me ofreció del fruto del árbol y comí”. El Señor Dios dijo a la mujer: “¿Por qué has hecho esto?” Repuso la mujer: “La serpiente me engañó y comí”.

Entonces dijo el Señor Dios a la serpiente:
“Porque has hecho esto,
serás maldita entre todos los animales
y entre todas las bestias salvajes.

Te arrastrarás sobre tu vientre y comerás polvo
todos los días de tu vida.
Pondré enemistad entre ti y la mujer,
entre tu descendencia y la suya;
y su descendencia te aplastará la cabeza,
mientras tú tratarás de morder su talón”.
 

Salmo Responsorial

Salmo 129, 1-2. 3-4ab. 4c-6.7-8
R. (7) Perdónanos, Señor, y viviremos.
Desde el abismo de mis pecados clamo a ti;
Señor, escucha mi clamor;
que estén atentos tus oídos
a mi voz suplicante.  
R. Perdónanos, Señor, y viviremos.
Si conservaras el recuerdo de las culpas,
¿quién habría, Señor, que se salvara?
Pero de ti procede el perdón,
por eso con amor te veneramos.  
R. Perdónanos, Señor, y viviremos.
Confío en el Señor,
mi alma espera y confía en su palabra;
mi alma aguarda al Señor.
mucho más que a la aurora el centinela.
R. Perdónanos, Señor, y viviremos.
Como aguarda a la aurora el centinela,
aguarda Israel del Señor,
porque del Señor viene la misericordia,
y la abundancia de la redención,
y él redimirá a su pueblo
de todas sus iniquidades.
R. Perdónanos, Señor, y viviremos.

Segunda lectura: 2 Corintios 4,13–5,1: Fe en el Señor Resucitado

El Señor Jesús ha resucitado. Por eso creemos en él, nos renovamos en él y lo proclamamos.


Hermanos: Como poseemos el mismo espíritu de fe que se expresa en aquel texto de la Escritura: Creo, por eso hablo, también nosotros creemos y por eso hablamos, sabiendo que aquel que resucitó a Jesús nos resucitará también a nosotros con Jesús y nos colocará a su lado con ustedes. Y todo esto es para bien de ustedes, de manera que, al extenderse la gracia a más y más personas, se multiplique la acción de gracias para gloria de Dios.

Por esta razón no nos acobardamos; pues aunque nuestro cuerpo se va desgastando, nuestro espíritu se renueva de día en día. Nuestros sufrimientos momentáneos y ligeros nos producen una riqueza eterna, una gloria que los sobrepasa con exceso.

Nosotros no ponemos la mira en lo que se ve, sino en lo que no se ve, porque lo que se ve es transitorio y lo que no se ve es eterno. Sabemos que, aunque se desmorone esta morada terrena, que nos sirve de habitación, Dios nos tiene preparada en el cielo una morada eterna, no construida por manos humanas.
 

Aclamación antes del Evangelio

Jn 12, 31-32
R. Aleluya, aleluya.
Ya va a ser arrojado el príncipe de este mundo.
Cuando yo sea levantado de la tierra,
atraeré a todos hacia mí, dice el Señor.
R. Aleluya.
 

Evangelio: Marcos 3,20-35: El poder de Jesús vence a Satanás

El mayor demonio, el más grande pecado, es negar la divinidad del Hijo de Dios. Los fariseos del tiempo de Jesús, en su soberbia muchos, y quizás con buena fe otros, como nosotros hoy, fueron incapaces de reconocer al Señor, de ver su rostro, de experimentar su poder de transformación. Con todo, Jesús siempre vencerá al mal y nos manifestará su Amor.

 

En aquel tiempo, Jesús entró en una casa con sus discípulos y acudió tanta gente, que no los dejaban ni comer. Al enterarse sus parientes, fueron a buscarlo, pues decían que se había vuelto loco.

Los escribas que habían venido de Jerusalén, decían acerca de Jesús: “Este hombre está poseído por Satanás, príncipe de los demonios, y por eso los echa fuera”.

Jesús llamó entonces a los escribas y les dijo en parábolas: “¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Porque si un reino está dividido en bandos opuestos, no puede subsistir. Una familia dividida tampoco puede subsistir. De la misma manera, si Satanás se rebela contra sí mismo y se divide, no podrá subsistir, pues ha llegado su fin. Nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y llevarse sus cosas, si primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa.

Yo les aseguro que a los hombres se les perdonarán todos sus pecados y todas sus blasfemias. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo nunca tendrá perdón; será reo de un pecado eterno”. Jesús dijo esto, porque lo acusaban de estar poseído por un espíritu inmundo.

Llegaron entonces su madre y sus parientes; se quedaron fuera y lo mandaron llamar. En torno a él estaba sentada una multitud, cuando le dijeron: “Ahí fuera están tu madre y tus hermanos, que te buscan”.

Él les respondió: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?” Luego, mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dijo: “Éstos son mi madre y mis hermanos. Porque el que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”.

 

Oración de los Fieles

Somos conscientes de que hay todavía mucha maldad en nosotros y en el mundo. Porque Jesús ha vencido al mal por su muerte y Resurrección, le pedimos a Dios nuestro Padre que la bondad salga siempre victoriosa. Respondamos a cada petición: R/ Señor, escucha a tu Pueblo.

  • Que la Iglesia llegue a ser una comunidad dedicada a otorgar perdón a todos sus miembros, y sea signo y mensajera de reconciliación para todos los pueblos del mundo,
  • Que todas las Iglesias que creen en Cristo superen sus divisiones y se unan en el Señor, que nos trajo perdón y paz,
  • Que las naciones aprendan a vivir juntas en armonía y a dar a todos igual acceso a los bienes del mundo,
  • Que el Espíritu del Señor toque el corazón de todos los que están endurecidos por el pecado, para que se arrepientan y cambien sus vidas,
  • Que nuestras familias no experimenten la discordia y división, sino que sepan encontrar profunda unidad con respeto mutuo, perdón y amor comprensivo,
  • Que nuestras comunidades sepan aceptar y acoger a aquellos que andan errados, defender a los débiles y a las víctimas de la injusticia y dar testimonio de la misericordia de Dios,

     Oh Dios, Padre nuestro, con tu poder de sanación sigue curándonos de todo mal, y que tu bondad resplandezca siempre en nosotros por el poder de Jesucristo nuestro Señor.

 

Oración sobre las Ofrendas

Oh Dios misericordioso,

con tu Hijo Jesús te ofrecemos este sacrificio

por el perdón de los pecados.

Que él nos traiga la alegría de tu perdón

y nos dé la voluntad y la fuerza

para perdonar a otros como tú nos perdonas,

con alegría de balde y sin ninguna reserva.

Te lo pedimos en el nombre de Jesucristo nuestro Señor.

 

Introducción a la Plegaria Eucarística

Demos gracias al Padre de toda Misericordia porque siempre nos ofrece su perdón y su reconciliación por medio de Jesucristo, su Hijo, nuestro Señor.

 

Invitación al Padre Nuestro

 Con Jesús,

 rogamos para que sepamos perdonar

 a nuestros hermanos

 como Dios perdona nuestros pecados.

 R/ Padre nuestro…

 

Líbranos, Señor

Líbranos realmente, Señor, de todo mal,

especialmente de la maldad del pecado,

que nos convierte en menos humanos y menos cristianos.

En cambio, haz que seamos tu Pueblo libre,

libre para amarte y servirte incondicionalmente,

libre para comprometernos en favor de los hermanos

y para construir un mundo mejor entre nosotros..

Que con esta clase de libertad preparemos

con alegría y esperanza la venida gloriosa

de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.

R/ Tuyo es el Reino…

 

Invitación a la Comunión

Este es Jesús nuestro Señor,

que venció al pecado, a la muerte y a todo mal

cuando murió por nosotros

y resucitó de entre los muertos.

Dichosos y felices nosotros

invitados a comer el Pan de Vida

que nos hace participar en su victoria.

R/ Señor, no soy digno...

 

Bendición

Deberíamos aprender a apreciar mucho más

el hecho gozoso de ser un Pueblo

rescatado y redimido

por el Cordero de Dios.

Dios nos ha perdonado

todas nuestras debilidades, disparates, pecados;

todo el mal que hemos hecho.

Por medio de la Reconciliación y la Eucaristía

ojalá Dios nos comunique siempre la fuerza necesaria

para seguir esforzándonos por conseguir amor y paz.

Que el Señor nos guarde en esta paz

y nos bendiga: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

BibleClaret

Hong Kong

Síguenos

Copyright © Bibleclaret 2025. All Rights Reserved.