Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

23 Domingo Tiempo Ordinario

Description

Domingo 8 de Septiembre, 2024

(Natividad de María)

 

VIGÉSIMOTERCER DOMINGO AÑO B

 

“Señor, abre nuestros oídos y nuestros labios”

 

“¡Effetá!” “¡Ábrete!”

 

Saludo (Ver el Evangelio)

Bendito sea el Señor Jesucristo,

que “todo lo hizo bien”.

A los sordos los hizo oír

y a los mudos hablar.

Que él abra nuestros oídos a tu Palabra

y que esté siempre con ustedes.

 

Introducción

1. “¡Señor, abre nuestros oídos y nuestros labios!”

Vivimos en una era de explosión de múltiples formas de comunicación que nos hacen vivir en red y al mismo tiempo se multiplica el aislamiento y la soledad de tanta gente... Lo que la gente tiene de sobra es información y muchass veces información tendenciosa o falsa. Y lo que va perdiendo progresivamente son las relaciones personales. En esta eucaristía, le pedimos al Señor que abra nuestros oídos para que sepamos escucharnos unos a otros y también a Dios, que constantemente nos está hablando. Y que también aprendamos a hablarnos unos a otros cordialmente, de corazón a corazón.

 

2. “¡Effetá!” “¡Ábrete!”

La señal de que Jesús es el Salvador prometido es que se acerca con preferencia a los pobres, a los enfermos, a los marginados, porque lo necesitan más que nadie. No solamente nos referimos a la pobreza material. Nosotros somos los sordos y los mudos, los tartamudos y los que tenemos oído duro, porque nos volvemos sobre nosotros y nos cerramos con frecuencia a Dios y a los otros. Jesús viene a abrir nuestros oídos y nuestros corazones a las palabras y acciones de Dios, para que escuchemos su mensaje y respondamos a su Amor, y para que también oigamos a los pobres y les hablemos por medio de nuestro servicio y ayuda. Que Jesús, en la eucaristía, nos cure y nos dé la gracia de entregarnos generosamente a él y a su Pueblo.

 

Acto Penitencial

Le pedimos a Dios que nos perdone

por haber sido sordos a su Palabra

y a nuestros hermanos y hermanas

por no haberlos escuchado,

especialmente el clamor de los pobres.

 (Pausa)

Señor Jesús, toca nuestros oídos

y ábrelos a tu mensaje

y a las súplicas y solicitudes de los necesitados:

R/Señor, ten piedad de nosotros.

 

Cristo Jesús: Toca nuestra lengua

para que hablemos siempre palabras de cariño

a todos los que amamos.

R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

 

Señor Jesús, toca también nuestros ojos

para que veamos y sintamos las necesidades

de los que viven solos y abandonados.

R/Señor, ten piedad de nosotros.

Señor, tócanos con tu mano clemente y poderosa, ábrenos a tu Amor y a las necesidades de los que nos rodean y llévanos a la vida eterna.

 

Oración Colecta

1. “¡Señor, abre nuestros oídos y nuestros labios!”

Oremos para que el Espíritu de Dios

nos abra a todo lo bueno, justo y bello.

 (Pausa)

Oh Dios, Padre nuestro:

Tú estás esperando que nos abramos a ti, a la gente,

y a todo lo que es recto, bello y bueno.

Que el Espíritu Santo abra nuestros oídos

a la Palabra liberadora de tu Hijo Jesucristo.

Que abra nuestros corazones y nuestras manos

a todos los que nos necesiten.

Que abra nuestros labios

para que sepamos proclamar en todas partes

las maravillas que tú haces por nosotros.

Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

 

2. “¡Effetá!” “¡Ábrete!”

Oremos a Dios con corazón receptivo.

 (Pausa)

Oh Dios, Salvador nuestro:

Jesús, tu Hijo, hizo oír a los sordos

y hablar a los mudos.

Haznos tomar conciencia de que, con frecuencia,

nosotros también sufrimos tartamudez y sordera.

Abre nuestros oídos al mensaje de tu Hijo,

para que sacuda nuestros corazones

y cambie nuestras vidas.

Suelta nuestras lenguas para que podamos proclamar

las maravillas que haces por nosotros

por medio de Jesucristo, tu Hijo,

Señor y Salvador nuestro,

por los siglos de los siglos.

 

Primera Lectura: Isaías 35,4-7a: Los oídos del sordo se abrirán

A un pueblo sordo y ciego para con Dios, el profeta le anuncia la alegría de la Salvación: verán y oirán, y así llegarán a ser hombres nuevos.

Esto dice el Señor:
"Digan a los de corazón apocado:
'¡Animo! No teman.
He aquí que su Dios,
vengador y justiciero,
viene ya para salvarlos'.

Se iluminarán entonces los ojos de los ciegos
y los oídos de los sordos se abrirán.
Saltará como un venado el cojo
y la lengua del mudo cantará.

Brotarán aguas en el desierto
y correrán torrentes en la estepa.
El páramo se convertirá en estanque
y la tierra seca, en manantial".
 

Salmo Responsorial

Salmo 145, 7. 8-9a. 9bc-10
R. (1) Alaba, alma mía, al Señor.
El Señor siempre es fiel a su palabra,
y es quien hace justicia al oprimido;
él proporciona pan a los hambrientos
y libera al cautivo.
R. Alaba, alma mía, al Señor.
Abre el Señor los ojos de los ciegos
y alivia al agobiado.
Ama el Señor al hombre justo
y toma al forastero a su cuidado.
R. Alaba, alma mía, al Señor.
A la viuda y la huérfano sustenta
y trastorna los planes del inicuo.
Reina el Señor eternamente,
reina tu Dios, oh Sión, reina por siglos.
R. Alaba, alma mía, al Señor.

Segunda Lectura: Santiago 2,1-5: ¡No hay doble estándar! Dios ama a los pobres

Es una traición al sentido cristiano de comunidad honrar a los ricos y humillar a los pobres, dice Santiago. Dios ama a los pobres y los hace ricos en la fe.

Hermanos: Puesto que ustedes tienen fe en nuestro Señor Jesucristo glorificado, no tengan favoritismos. Supongamos que entran al mismo tiempo en su reunión un hombre con un anillo de oro, lujosamente vestido, y un pobre andrajoso, y que fijan ustedes la mirada en el que lleva el traje elegante y le dicen: "Tú, siéntate aquí, cómodamente". En cambio, le dicen al pobre: "Tú, párate allá o siéntate aquí en el suelo, a mis pies". ¿No es esto tener favoritismos y juzgar con criterios torcidos?

Queridos hermanos, ¿acaso no ha elegido Dios a los pobres de este mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del Reino que prometió a los que lo aman?
 

Aclamación antes del Evangelio

Cfr Mt 4, 23
R. Aleluya, aleluya.
Jesús predicaba el Evangelio del Reino
y curaba las enfermedades y dolencias del pueblo.
R. Aleluya.
 

Evangelio: Marcos 7,31-37: “¡Ábrete!”

El sordomudo representa a los que se cierran a Dios. Jesús vino a hacer que la gente se abra a Dios, de forma que puedan alabarlo por sus grandes obras. Su atención a los pobres es la señal de que el Reino ha llegado ya.

En aquel tiempo, salió Jesús de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la región de Decápolis. Le llevaron entonces a un hombre sordo y tartamudo, y le suplicaban que le impusiera las manos. Él lo apartó a un lado de la gente, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Después, mirando al cielo, suspiró y le dijo: "¡Effetá!" (que quiere decir "¡Abrete!"). Al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y empezó a hablar sin dificultad.

Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero cuanto más se lo mandaba, ellos con más insistencia lo proclamaban; y todos estaban asombrados y decían: "¡Qué bien lo hace todo! Hace oír a los sordos y hablar a los mudos".
 

Oración de los Fieles

Oremos con la máxima confianza al Padre en el cielo, quien siempre escucha lo que le pedimos en nombre de Jesús, y digamos: R|¡Escucha a tu Pueblo, Señor!

  • Por la Iglesia, que somos nosotros. Para que no solamente amemos a los pobres y los cuidemos, sino que tengamos valor para denunciar la injusticia cuando los mismos pobres son injustamente pisoteados y oprimidos, roguemos al Señor.
  • Por los educadores en la fe –sacerdotes, religiosas, padres, catequistas, maestros–. Para que ellos mismos escuchen primero la Palabra de Dios y después la pasen a los hermanos con convicción y amor, roguemos al Señor.
  • Por los pobres, los enfermos y discapacitados. Para que en ellos reconozcamos y acojamos al mismo Jesús como Señor sufriente, roguemos al Señor.
  • Por los que se muestran sordos y ciegos hacia los hermanos necesitados, sobre todo de amor. Para que sus ojos y oídos se abran a amar y compartir como su mejor tesoro, roguemos al Señor.
  • Por todos nosotros. Para que nuestros corazones vacíos se vuelvan espaciosos y generosos, como puertas abiertas a todos y a todas sus necesidades, roguemos al Señor.

Dios, Padre nuestro, escúchanos con bondad, ya que te pedimos todo esto en nombre de Jesucristo, nuestro Señor.

 

Oración de las Ofrendas

Señor Dios nuestro, Padre misericordioso:

Tú preparas la mesa de tu Hijo

para ricos y para pobres, sin discriminación.

Por la fuerza de este Pan de Vida,

no permitas que permanezcamos sordos

a tu voz que nos grita

desde las necesidades de los pobres y oprimidos.

Enséñanos y ayúdanos a hablarles

no solamente verbalizando palabras de compasión,

sino realizando obras reales

de justicia, dignidad y amor.

Y que éste sea el signo

de que tu Hijo está vivo entre nosotros,

él ,que es nuestro Señor y Salvador

ahora y por los siglos de los siglos.

 

Introducción a la Plegaria Eucarística

Con un solo corazón y una sola voz demos gracias y alabanza a Dios nuestro Salvador. Él mostró el poder de su amor en Jesús, su Hijo, quien todo lo hizo bien. Él nos ha abierto nuestros oídos a su Buena Noticia de Salvación y nos ha capacitado para alabar a Dios en nombre de todo lo que vive.

 

Invitación al Padre Nuestro

Agradecidos por las grandes obras de amor de Dios

no podemos permanecer sordos o silenciosos.

Por eso nuestras lenguas se dirigen ahora a nuestro Padre

con las palabras de Jesús, nuestro Señor,

R| Padre Nuestro…

 

Líbranos, Señor

Líbranos, Señor, de todas nuestras debilidades:

De permanecer sordos a tu Palabra

y ciegos a las necesidades de nuestros hermanos.

Danos la gracia de ser sensibles a tu Amor

y ayúdanos a llevar tu alegría

a todos los que nos rodean,

mientras aguardamos con gozosa esperanza

la venida gloriosa entre nosotros

de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

R/Tuyo es el Reino…

 

Invitación a la Comunión

Éste es Jesús, el Señor,

que vino a curarnos de la ceguera del pecado

y a abrir nuestros oídos y corazones

a su Buena Nueva del Amor de Dios.

Dichosos nosotros que podemos oír su voz

mientras comemos y participamos

en éste su banquete de Salvación.

R| Señor, no soy digno…

 

Oración después de la Comunión

Oh Dios, Salvador nuestro:

En tu Hijo Jesucristo has escogido

lo débil y pobre en este mundo

para ser ricos en fe y amor

y para ser herederos de tu Reino.

Tu Hijo Jesús todo lo hizo bien.

Aunque antes éramos débiles y mudos,

habla por medio de nosotros

con obras de compasión y esperanza,

porque tú nos has curado y liberado a todos

por medio de Jesucristo nuestro Señor.

 

Bendición

Hermanos: Jesús ha estado con nosotros en esta celebración eucarística para sacarnos de nuestro aislamiento y para abrirnos, con respeto y amor, a Dios y a nuestro prójimo, es decir a todos. Que, como Jesús, estemos siempre disponibles, especialmente hacia los más pobres entre nosotros. Y que ellos sientan que, junto con Dios, también nosotros nos preocupamos. Que el Señor nos dé a todos esta apertura en el amor. Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca siempre.

 

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