Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

24 Domingo Tiempo Ordinario

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Domingo 15 de Septiembre, 2024

 

VIGÉSIMOCUARTO DOMINGO Año B

 

¿Seguimos a Jesús?

 

¿Conocemos a Jesús?

 

Saludo (Ver el Salmo Responsorial)

Confiamos en el Señor, que nos libera de la muerte eterna,

que está a nuestro lado en la tristeza y aflicción,

y que guarda nuestros pies para no tropezar.

Que el Señor esté siempre con ustedes.

 

Introducción

1. ¿Seguimos a Jesús?

¿Qué es lo que andamos buscando en la vida? Buena salud, felicidad en nuestras familias, en nuestro trabajo, en nuestra fe, buenas relaciones con nosotros mismos, con la gente y con Dios. Cuando Jesús nos dice hoy que tenemos que seguirlo cargando las cruces que nos encontramos en la vida, ¿aceptamos eso como discípulos de Jesús hoy? ¿Lo tomamos como parte de nuestra fe o decimos: “Señor, cualquier cosa..., pero esto no”. Jesús nos asegura: “Quien pierda su vida por mí, la encontrará, la salvará.” Preparémonos para el encuentro con el Señor; él nos va a dirigir su palabra salvadora.

 

2. ¿Conocemos a Jesús?

Al recitar el Credo profesamos: “Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.” Afirmamos que conocemos quién es él, nuestro Señor y Salvador. Pero ¿lo conocemos realmente? Para conocerlo profundamente no solamente tenemos que escuchar lo que él dice, sino conocer cómo vivió y murió, dándose totalmente al Padre y a los hombres. Pero ni eso es suficiente: debemos seguir sus huellas entregándonos sin reservas ni condiciones a Dios y a los hermanos. Entonces conoceremos a Jesús por experiencia personal y profunda.

 

Acto Penitencial

1. ¿Seguimos a Jesús?

Normalmente, tenemos miedo a la cruz.

Pidamos perdón al Señor

por no haber aceptado siempre nuestras cruces.

 (Pausa)

Señor Jesús, tú sufriste fuertemente, sobre todo en la cruz,

y nos pides tomar nuestras cruces siguiéndote a ti.

R/Señor, ten piedad de nosotros.

 

Cristo Jesús, a ti te eliminaron dándote muerte

y nos pides que perdamos nuestra vida por ti.

R/Cristo, ten piedad de nosotros.

 

Señor Jesús, tú resucitaste al tercer día

y nos prometes que encontraremos vida contigo.

R/Señor, ten piedad de nosotros.

Señor, perdona todos nuestros pecados, sálvanos del mal y de la muerte y llévanos a una vida plena y eterna.

 

2. ¿Conocemos a Jesús?

Conoceríamos mejor al Señor

si lo imitáramos más y mejor

en su forma de amar.

Pidámosle que nos perdone nuestro egoísmo.

 (Pausa)

Señor Jesús, tú eres la verdad, tú eres nuestra vida;

los que esperan en ti nunca quedarán defraudados.

R/Señor, ten piedad de nosotros.

 

Cristo Jesús, tú eres el Ungido enviado por el Padre,

que te has entregado totalmente a nosotros.

R/Cristo, ten piedad de nosotros.

 

Señor Jesús, tú eres nuestro camino,

y nos dices que nos hemos de amar unos a otros

como tú nos has amado.

R/Señor, ten piedad de nosotros.

Ten misericordia de nosotros, Señor; cúranos de nuestra superficialidad y ayúdanos a seguirte generosamente mientras nos llevas a la vida eterna.

 

Oración Colecta

1. ¿Seguimos a Jesús?

Pidamos a Dios que nos enseñe

a cargar nuestras cruces con Jesús.

 (Pausa)

Señor Dios, confianza y esperanza nuestra:

Tú nos has hecho para la felicidad.

Ayúdanos a afrontar con madurez la realidad;

que, por tu cruz y Resurrección,

el dolor que debamos atravesar

lo podamos resignificar.

Enséñanos

el camino de tu Hijo Jesucristo,

que nos da nueva vida

y seamos definitivamente felices.

Te lo pedimos en el nombre del mismo Jesús, el Señor.

 

2. ¿Conocemos a Jesús?

Pidamos que nuestro conocimiento de Jesús

llegue a ser muy profundo y personal.

 (Pausa)

Oh Padre, lleno de amor:

Hoy tu Hijo Jesús nos pregunta

quién es él, qué significa él para nosotros.

Ayúdanos a llegar a conocerlo personalmente

participando de su propia vida de entrega hasta el fin

y de su servicio generoso y desinteresado,

incluyendo su cruz.

Que lleguemos a ser sus amigos

sintiéndolo como vida de nuestra vida,

y con él seamos verdaderamente hermanos unos de otros,

y siervos tuyos, nuestro Dios viviente.

Te lo pedimos en el nombre de Jesucristo nuestro Señor.

 

Primera Lectura: Isaías 50,5-9: Sufriendo con Esperanza

En el tercer cántico del Siervo de Yahvé, el profeta Isaías expresa su confianza en Dios. Él y el Pueblo de Dios sufren, pero está seguro de que Dios está con él y de que le hará justicia.

En aquel entonces, dijo Isaías:
"El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras
y yo no he opuesto resistencia,
ni me he echado para atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban,
la mejilla a los que me tiraban de la barba.
No aparté mi rostro de los insultos y salivazos.

Pero el Señor me ayuda,
por eso no quedaré confundido,
por eso endurecí mi rostro como roca
y sé que no quedaré avergonzado.
Cercano está de mí el que me hace justicia,
¿quién luchará contra mí?
¿Quién es mi adversario? ¿Quién me acusa?
Que se me enfrente.
El Señor es mi ayuda,
¿quién se atreverá a condenarme?''
 

Salmo Responsorial

Salmo 114, 1-2. 3-4. 5-6. 8-9
R. (9) Caminaré en la presencia del Señor.
Amo al Señor porque escucha
el clamor de mi plegaria,
porque me prestó atención
cuando mi voz lo llamaba.
R. Caminaré en la presencia del Señor.
Redes de angustia y de muerte
me alcanzaron y me ahogaban.
Entonces rogué al Señor
que la vida me salvara.
R. Caminaré en la presencia del Señor.
El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo.
A mí, débil, me salvó
y protege a los sencillos.
R. Caminaré en la presencia del Señor.
Mi alma libró de la muerte;
del llanto los ojos míos,
y ha evitado que mis pies
tropiecen por el camino.
Caminaré ante el Señor
por la tierra de los vivos.
R. Caminaré en la presencia del Señor.

Segunda Lectura: Santiago 2,14-18: La fe exige obras

El apóstol Santiago sabe que una persona se salva por la fe. Sin embargo subraya que la fe debe hacerse visible en la vida y en las obras del cristiano.

Hermanos míos: ¿De qué le sirve a uno decir que tiene fe, si no lo demuestra con obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe?


Supongamos que algún hermano o hermana carece de ropa y del alimento necesario para el día, y que uno de ustedes le dice: "Que te vaya bien; abrígate y come", pero no le da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué le sirve que le digan eso? Así pasa con la fe; si no se traduce en obras, está completamente muerta.

Quizá alguien podría decir: "Tú tienes fe y yo tengo obras. A ver cómo, sin obras, me demuestras tu fe; yo, en cambio, con mis obras te demostraré mi fe".
 

Aclamación antes del Evangelio

Gál 6, 14
R. Aleluya, aleluya.
No permita Dios que yo me gloríe en algo
que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo,
por el cual el mundo está crucificado para mí
y yo para el mundo.
R. Aleluya.
 

Evangelio: Marcos 8:27-35: “Toma tu cruz y sígueme”

Pedro reconoce a Jesús como el Salvador prometido. Pero para ganar la vida para sí mismo y para nosotros, Jesús debe primero perder su vida. Nosotros, sus discípulos, tenemos que seguir con él el mismo camino de la cruz.

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a los poblados de Cesarea de Filipo. Por el camino les hizo esta pregunta: "¿Quién dice la gente que soy yo?" Ellos le contestaron: "Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que alguno de los profetas".

Entonces él les preguntó: "Y ustedes ¿quién dicen que soy yo?" Pedro le respondió: "Tú eres el Mesías". Y él les ordenó que no se lo dijeran a nadie.

Luego se puso a explicarles que era necesario que el Hijo del hombre padeciera mucho, que fuera rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que fuera entregado a la muerte y resucitara al tercer día.

Todo esto lo dijo con entera claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y trataba de disuadirlo. Jesús se volvió, y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro con estas palabras: "¡Apártate de mí, Satanás! Porque tú no juzgas según Dios, sino según los hombres".

Después llamó a la multitud y a sus discípulos, y les dijo: "El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará".
 

Oración de los Fieles

Oremos a nuestro Dios de vida y amor, que nos ha creado para ser felices, que aprendamos a afrontar las responsabilidades y dificultades de la vida, y digamos: R/ Señor, escucha el clamor de tu Pueblo.

  • Por la Iglesia. Para que no sienta vergüenza de predicar a Cristo crucificado. Y que sea ante el mundo humilde y modesta como lo fue él, roguemos al Señor.
  • Por las víctimas de la injusticia y de la pobreza. Para que nosotros tengamos el valor de trabajar en su favor y llevarles justicia y amor, roguemos al Señor.
  • Por los rezagados en la vida, por la pobre gente que “no cuenta” a los ojos del mundo. Para que no sean inhumanamente pisoteados por los grandes y poderosos, roguemos al Señor.
  • Por los inadaptados a la vida y por aquellos cuyas ideas o conducta no compartimos. Que sepamos respetarlos y tener un corazón grande y siempre dispuesto para ellos, roguemos al Señor.
  • Por los enfermos y por las personas con capacidades diferentes. Para que la cercanía del Señor Sufriente sea su fuerza. Y que nosotros tengamos la sensibilidad y delicadeza de visitarlos frecuentemente y de cuidar cariñosamente de ellos, roguemos al Señor.

Señor Dios nuestro: Las cruces de este mundo son nuestras, ya que Cristo es nuestro. Hazlas tuyas también, Señor, para hacérnoslas más livianas, ya que Cristo cargó su cruz por todos nosotros. Él, que es Hijo tuyo y Señor nuestro por los siglos de los siglos. Amén.

 

Oración sobre las Ofrendas

Padre nuestro, que estás en el cielo:

Tu Hijo Jesús se entrega a sí mismo por nosotros

en el signo del pan nutritivo

hecho de granos de trigo triturados,

y del espumoso vino que da alegría

procedente de uvas exprimidas.

Con este alimento y bebida de Vida,

danos la mentalidad y las actitudes de tu Hijo,

para que sepamos morir a nosotros mismos

por tu Amor y por el de nuestros hermanos.

Que éste sea el mejor sacrificio que te ofrecemos

por medio de Jesucristo, nuestro Señor.

 

Introducción a la Plegaria Eucarística

Demos gracias y alabanza al Padre por habernos salvado y liberado, por la Pasión y la Resurrección de Jesús. Ahora nos unimos a él en su mismo sacrificio. Que él nos dé la fuerza necesaria para cargar nuestra cruz en la vida de cada día.

 

Invitación al Padre Nuestro

Con las palabras de Jesús, nuestro Salvador,

pidamos al Padre del cielo

el pan eucarístico

que nos da fuerza y vigor

para poder seguir sus pasos.

R/ Padre Nuestro…

 

Líbranos, Señor

Líbranos, Señor, de todos los males,

y de nuestro miedo a entregarnos generosamente

a ti y a todos los que tú amas.

Danos la actitud y el valor

para vencer y superar

la realidad del sufrimiento de la vida,

aceptándolo y transformándolo

en un regalo de amor y fidelidad,

en la ruta que nos lleva a la gloriosa venida

de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.

R/ Tuyo es el Reino…

 

Invitación a la Comunión

Este es el Cordero de Dios

que voluntariamente aceptó el sufrimiento y la muerte

para quitar el pecado del mundo.

Dichosos nosotros, invitados a tomar parte en este sacrificio,

y así participar también un día de su vida de Resucitado.

R/ Señor, no soy digno…

 

Oración después de la Comunión

Señor Dios nuestro:

Te damos gracias

Por dirigirnos tu Palabra de Vida

y sustentarnos con el Pan de la Eucaristía,

pan de fortaleza.

Envíanos al mundo para que todos nos ayudemos

a llevar nuestras cruces

y compartamos mutuamente nuestras alegrías.

Que no solamente admiremos a tu Hijo

por haber cargado animosamente su cruz,

sino que lo sigamos en el camino doloroso

que nos lleva a la vida y a la gloria.

Concédenoslo por el mismo Jesucristo nuestro Señor.

 

Bendición

Hermanos: Jesús no se desentendió ni se escapó de las dificultades y sufrimientos propios de su misión. Que Dios nos dé a todos la misma lealtad y fortaleza para cumplir nuestra propia misión como seguidores de Jesús. Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.

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