Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

33 Domingo Tiempo Ordinario

Description

Domingo 17 de Noviembre, 2024

 

TRIGÉSIMOTERCER DOMINGO AÑO B

 

1. Esperanza de un mundo nuevo

 

2. “Mi plan para ustedes es la paz”

 

Saludo (Ver la antífona de entrada)

El Señor nos tranquiliza hoy:

“Para ustedes tengo designios de paz y no de aflicción.

Me invocarán y yo los escucharé

y los devolveré a su hogar.”

Que el Dios de la paz y la esperanza

esté con ustedes.

 

Introducción

1. Esperanza de un mundo nuevo

Algunas partes de la Sagrada Escritura, como las lecturas de hoy, hablan de calamidades y desastres, como signos de un mundo viejo que se desmorona, y de Jesús que viene como juez. Los medios de comunicación traen a nuestros hogares los desastres, la violencia y el sufrimiento del mundo entero; y la gente se pregunta: ¿A dónde nos va a llevar todo esto? Estos son para nosotros hoy signos de que el mundo en el que vivimos está en decadencia. Pero no deberíamos pasar por alto los signos positivos: deseos y esfuerzos de paz y de un mundo más justo, razonable y unificado, el derrumbe de tiranías a diestra y siniestra. Éstos son como brotes de las nuevas ramas en un árbol, signos de esperanza en un mundo nuevo que está creciendo, y de esperanza en la venida de Dios entre nosotros, su Pueblo. Celebremos esa esperanza en esta eucaristía.

 

2. “Mi plan para ustedes es la paz”

La liturgia de hoy nos habla del juicio de Dios y del fin de los tiempos. Sólo Dios sabe cuándo y cómo llegará el fin. Pero sí sabemos ciertamente que el tiempo final ha comenzado ya con Cristo, cuando se hizo uno de nosotros en su humanidad, murió y resucitó de entre los muertos. Con él en medio nosotros vivimos ahora nuestra fe sin temor, incluso en los sufrimientos de la vida, con la firme esperanza de que el amor y la justicia de Dios triunfarán y de que Cristo completará en nosotros, cuando Dios quiera, lo que intentamos construir al confiar en él. Porque somos gente de esperanza en un Dios que nos ama y nos salva. Expresemos esta esperanza en esta eucaristía.

 

Acto Penitencial

Si tenemos miedo, nuestro amor es todavía débil.

Pidamos perdón al Señor

por no haber guardado vivas nuestra esperanza

y nuestra vigilancia.

             (Pausa)

Señor Jesús, tú vendrás con gran poder y gloria.

Guárdanos del miedo y del desasosiego.

R/Señor, ten piedad de nosotros.

                                                              

 Cristo Jesús, tú vas a reunir un día a tus elegidos

desde los confines de la Tierra.

Guárdanos siempre fieles y vigilantes.

R/Cristo, ten piedad de nosotros.

 

Señor Jesús, tú estás cerca, esperándonos a la puerta

para hacernos entrar a tu fiesta.

Guárdanos en tu Amor.

R/ Señor, ten piedad de nosotros

 

Ten misericordia de nosotros, Señor;

perdona nuestros pecados,

y haznos comprender

qué cercano e íntimo estás a nosotros.

Y llévanos a la vida eterna.

 

Oración Colecta

Pidamos confianza en Dios y en su futuro esperanzador.

            (Pausa)

Oh Dios, Padre nuestro:

Por medio de tu Hijo nos aconsejaste

no preocuparnos por el día o la hora

en que el viejo mundo acabará,

porque sólo tú conoces cuándo sucederá.

Abre nuestros ojos a las señales de la venida de Jesús

y haz que lo veamos ya ahora caminando a nuestro lado.

Guárdanos fieles en esperanza,

vigilantes en nuestro amor a ti

y en nuestro interés y preocupación por los hermanos.

Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

 

Primera Lectura: Daniel 12,1-13: Dios resucitará a sus fieles

A los judíos fieles, disgustados por las persecuciones, el profeta les anuncia un mensaje de esperanza: Dios los salvará. Incluso si pierden su vida, Dios les dará vida eterna.

En aquel tiempo, se levantará Miguel, el gran príncipe que defiende a tu pueblo.

Será aquél un tiempo de angustia, como no lo hubo desde el principio del mundo. Entonces se salvará tu pueblo; todos aquellos que están escritos en el libro. Muchos de los que duermen en el polvo, despertarán: unos para la vida eterna, otros para el eterno castigo.

Los guías sabios brillarán como el esplendor del firmamento, y los que enseñan a muchos la justicia, resplandecerán como estrellas por toda la eternidad.

 

Salmo Responsorial

Salmo 15, 5 y 8. 9-10. 11

R. (1) Enséñanos, Señor, el camino de la vida.
El Señor es la parte que me ha tocado en herencia:
mi vida está en sus manos.
Tengo siempre presente al Señor
y con él a mi lado, jamás tropezaré. R.
R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida.
Por eso se me alegran el corazón y el alma
y mi cuerpo vivirá tranquilo,
porque tú no me abandonarás a la muerte
ni dejarás que sufra yo la corrupción. R.
R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida.
Enséñame el camino de la vida,
sáciame de gozo en tu presencia
y de alegría perpetua junto a ti. R.
R. Enséñanos, Señor, el camino de la vida.

 

Segunda Lectura: Hebreos 10,11-14.18: El único sacrificio de Cristo nos salva

Al ofrecer su sacrificio de una vez para siempre, Jesús venció al pecado y recibió el poder de vivir la vida de Dios.

Hermanos: En la antigua alianza los sacerdotes ofrecían en el templo, diariamente y de pie, los mismos sacrificios, que no podían perdonar los pecados. Cristo, en cambio, ofreció un solo sacrificio por los pecados y se sentó para siempre a la derecha de Dios; no le queda sino aguardar a que sus enemigos sean puestos bajo sus pies. Así, con una sola ofrenda, hizo perfectos para siempre a los que ha santificado. Porque una vez que los pecados han sido perdonados, ya no hacen falta más ofrendas por ellos.

 

Aclamación antes del Evangelio

Cfr Lc 21, 36

R. Aleluya, aleluya.
Velen y oren,
para que puedan presentarse sin temor
ante el Hijo del hombre.
R. Aleluya.

 

Evangelio: Marcos 13,24-32: Vean los signos de la venida del Señor

Con misteriosas palabras, Jesús habla de la difícil venida de su Reino realizado completamente en este mundo. Jesús lo llevará a perfecto cumplimiento en nosotros.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando lleguen aquellos días, después de la gran tribulación, la luz del sol se apagará, no brillará la luna, caerán del cielo las estrellas y el universo entero se conmoverá. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad. Y él enviará a sus ángeles a congregar a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales y desde lo más profundo de la tierra a lo más alto del cielo.

Entiendan esto con el ejemplo de la higuera. Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las hojas, ustedes saben que el verano está cerca. Así también, cuando vean ustedes que suceden estas cosas, sepan que el fin ya está cerca, ya está a la puerta. En verdad que no pasará esta generación sin que todo esto se cumpla. Podrán dejar de existir el cielo y la tierra, pero mis palabras no dejarán de cumplirse. Nadie conoce el día ni la hora. Ni los ángeles del cielo ni el Hijo; solamente el Padre’’.

 

Oración de los Fieles

Oremos con la mayor confianza al Dios de paz y esperanza, que nos espera al final del camino de la vida, y digamos: R/ Señor, en ti confiamos.

  • Por la Iglesia. Para que el nuevo Pueblo de Dios proclame con confianza y alegría su fe inquebrantable en la vida eterna y en la dimensión eterna de todo lo que hacemos, roguemos al Señor.
  • Por los cristianos de todo el mundo. Para que, por su compromiso audaz por la justicia y la paz, logren unirse en una comunidad de fe y esperanza, y para que por su entrega a los demás preparen el camino para la completa venida de Cristo, roguemos al Señor.
  • Por los que temen a la muerte, a la edad avanzada, o a los problemas y sufrimientos de la vida. Por la gente desalentada o desesperada. Para que aprendan a confiar en Dios y para que nosotros sepamos apoyarlos y estar a su lado, roguemos al Señor.
  • Por esta nuestra comunidad, aquí y ahora reunida. Para que sirvamos de inspiración los unos a los otros, por nuestra fe viva y nuestra firme esperanza, y para que por nuestro amor y servicio el Señor él viva en medio de nosotros, roguemos al Señor.

Señor, Dios de la vida y de la muerte, no sabemos la hora de tu venida, pero estamos seguros de que tu Amor no nos va a fallar. Guárdanos vigilantes en esperanza, y ayúdanos a acogerte ahora en los hermanos, para que tú nos acojas un día en tu casa eterna para siempre.

 

Oración sobre las Ofrendas

Señor Dios nuestro:

En este pan y en este vino nos ofrecemos

y estamos disponibles para ti.

No pedimos una vida sin riesgos ni problemas,

sino el valor de entregarnos a tu proyecto

de justicia y fraternidad para el mundo.

Cuando nos sintamos desanimados

porque esta misión sobrepase nuestras fuerzas,

recuérdanos que tu Hijo Jesús está con nosotros

para llevar tu Reino a buen término,

porque él es nuestro Señor y Salvador

por los siglos de los siglos.

 

Introducción a la Plegaria Eucarística

La plegaria eucarística habla de nuestra resurrección para la vida eterna y de nuestra entrada en la gloria de Cristo, cuando él venga a nuestro encuentro definitivo. Después de la consagración, aclamamos a Cristo como el Señor a quien aguardamos en esperanza.

 

Invitación al Padre Nuestro

Dios es nuestro Padre que nos salva.

A él nos dirigimos con toda confianza en oración

con las mismas palabras de Jesús.

R/Padre nuestro…

 

Líbranos, Señor

Líbranos, Señor, de todos los males

y concédenos plena confianza en tu futuro glorioso.

No permitas que retrasemos tus planes.

No permitas tampoco que nos volvamos amargos ni escépticos

cuando tu promesa de armonía, fraternidad y justicia

tarda en hacerse realidad,

sino más bien guarda vivo en nosotros el sueño

de que aun gente frágil y débil puede llevar a cabo tu proyecto,

mientras aguardamos con gozosa esperanza

la segunda venida gloriosa

de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.

R/Tuyo es el Reino…

 

Invitación a la Comunión

Éste es Jesucristo, el Señor, Cordero de Dios

que se sacrificó a sí mismo de una vez para siempre

para reunirnos a todos juntos como Pueblo de Dios.

Dichosos nosotros invitados

a participar en esta santa Cena

que nos prepara para la fiesta eterna

en el Reino de Dios.

R/ Señor, no soy digno…

 

Oración “Quédate con nosotros”

Esta paráfrasis de un texto de la Oración de la Noche de la Liturgia de las Horas la podrían rezar todos, si está impresa en la hojita parroquial, o bien un lector la lee despacio y de forma meditativa. El sacerdote concluye con la Oración después de la Comunión.

 

Quédate con nosotros, Señor,

cuando llega la noche y el sol se acuesta.

 

Quédate con nosotros y con nuestros hermanos.

Quédate con nosotros en la noche de nuestro día,

al atardecer de la vida, al anochecer del mundo.

 

Quédate con nosotros con tu amor y ternura,

con tu palabra y tus sacramentos,

con tu consuelo y bendición.

 

Quédate con nosotros cuando llega a nosotros

la noche de la aflicción y del temor,

la noche de la duda y de la tentación,

la noche de la muerte dolorosa.

 

Quédate con nosotros y con todos los que son tuyos

en tiempo y eternidad.

 

Oración después de la Comunión

Señor, Dios de esperanza:

Nos has salvado en el pasado,

nos das a tu Hijo en el presente,

y nuestro futuro está en tus manos;

sin embargo, tú nos lo confías a nosotros también.

Como fruto de esta eucaristía,

ayúdanos a buscar ese futuro

como reto para ser creadores

y para edificar un mundo mejor, un mundo nuevo,

por el poder de Jesucristo,

que completará y perfeccionará tu trabajo en nosotros

y que vive contigo y también con nosotros

por los siglos de los siglos.

 

Bendición

Hermanos: No tendríamos que esperar con temor y temblor la plena venida de Cristo, sino más bien con confianza y esperanza. Dios no nos acecha para sorprendernos en un momento de debilidad, ya que él es un Dios que nos ama y nos salva. Tampoco hemos de esperarlo con pasividad,

ya que nos ha dado un mundo que tenemos que transformar y edificar como nuevo, asentado en la justicia, la amistad y la paz. Es ciertamente una tarea que está por encima de nuestras fuerzas, pero que podemos llevar a cabo si, como comunidad, vivimos el Evangelio. Para ello imploramos que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.

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