Liturgia viva

El calendario litúrgico anual

Gratitud

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Miércoles 13 de Noviembre, 2024

 

32 Semana en Tiempo Ordinario

 

GRATITUD

 

Oración Colecta

Señor Dios nuestro:

De ti procede todo lo que somos y tenemos;

te debemos sobre todo la vida, el perdón y el amor,

a través de tu Hijo Jesucristo.

Te pedimos hoy nos concedas un corazón agradecido.

Que seamos agradecidos por las cosas buenas,

no solamente por tener suerte en la vida

o por la felicidad de sentirnos realizados,

sino también por la alegría de que en Jesús

hasta el sufrimiento y la muerte tienen sentido.

Acepta nuestra acción de gracias, Padre Bueno,

por Jesucristo nuestro Señor.

 

Primera lectura: Tito 3,1-7: Íbamos fuera de camino, pero nos ha salvado

La Carta a Tito eleva a Dios una oración de intercesión por la comunidad cristiana reflejando la vida litúrgica de la joven Iglesia sobre la que el Espíritu Santo ha sido derramado abundantemente, al igual que sobre nosotros se derrama en el Bautismo.

Querido hermano: Recuérdales a todos que deben someterse a los gobernantes y a las autoridades, que sean obedientes, que estén dispuestos para toda clase de obras buenas, que no insulten a nadie, que eviten los pleitos, que sean sencillos y traten a todos con amabilidad.

Porque hubo un tiempo en que también nosotros fuimos insensatos y rebeldes con Dios; andábamos descarriados y éramos esclavos de todo género de pasiones y placeres; vivíamos una vida llena de maldad y de envidia; éramos abominables y nos odiábamos los unos a los otros.

Pero, al manifestarse la bondad de Dios, nuestro salvador, y su amor a los hombres, él nos salvó, no porque nosotros hubiéramos hecho algo digno de merecerlo, sino por su misericordia. Lo hizo mediante el bautismo, que nos regenera y nos renueva, por la acción del Espíritu Santo, a quien Dios derramó abundantemente sobre nosotros, por Cristo, nuestro salvador. Así, justificados por su gracia, nos convertiremos en herederos, cuando se realice la esperanza de la vida eterna.

 

Salmo Responsorial

Salmo 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6

R. (1) El Señor es mi pastor, nada me faltará.
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace reposar
y hacia fuentes tranquilas me conduce
para reparar mis fuerzas. R.
R. El Señor es mi pastor, nada me faltará.
Por ser un Dios fiel a sus promesas
me guía por el sendero recto;
así aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú estás conmigo.
Tu vara y tu cayado me dan seguridad. R.
R. El Señor es mi pastor, nada me faltará.
Tú mismo preparas la mesa,
a despecho de mis adversarios;
me unges la cabeza con perfume
y llenas mi copa hasta los bordes. R.
R. El Señor es mi pastor, nada me faltará.
Tu bondad y tu misericordia me acompañarán
todos los días de mi vida;
y viviré en la casa del Señor
por años sin término. R.
R. El Señor es mi pastor, nada me faltará.

 

Aclamación antes del Evangelio

1 Tes 5, 18

R. Aleluya, aleluya.
Den gracias siempre, unidos a Cristo Jesús,
pues esto es lo que Dios quiere que ustedes hagan.
R. Aleluya.

 

Evangelio: Lc 17,11-19: Ponte de pie y vete, tu fe te ha salvado

En el relato de la curación de los diez leprosos Lucas acentúa el contraste entre los nueve judíos que después de su curación van a cumplir con las regulaciones de la ley pero se olvidan de la gratitud, y el samaritano, que vuelve a darle gracias a Jesús. Nosotros también, con frecuencia olvidamos ser agradecidos por los dones recibidos. Quizás nos resulta un poco humillante el que nos recuerden nuestra dependencia de otros… No olvidemos que el amor de Dios llega a nosotros normalmente por medio de la gente que se preocupa de nosotros y nos ayuda. Por todo el bien inmenso que hemos recibido, sobre todo a través de Jesucristo, damos gracias especiales en esta eucaristía, que es por naturaleza “Acción de Gracias”.

En aquel tiempo, cuando Jesús iba de camino a Jerusalén, pasó entre Samaria y Galilea. Estaba cerca de un pueblo, cuando le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se detuvieron a lo lejos y a gritos le decían: “¡Jesús, maestro, ten compasión de nosotros!”

Al verlos, Jesús les dijo: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. Mientras iban de camino, quedaron limpios de la lepra.

Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó, alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias. Ese era un samaritano. Entonces dijo Jesús: “¿No eran diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios?” Después le dijo al samaritano: “Levántate y vete. Tu fe te ha salvado”.

 

Oración de los Fieles

  • Por el nuevo Pueblo de Dios, la Iglesia: Para que nuestro Dios bondadoso la bendiga por todo lo que ella nos ha dado: el amor de Dios, la vida de Dios, y la inspiración y la fortaleza del Espíritu Santo, roguemos al Señor.
  • Por nuestros padres y por todos los que han sido buenos con nosotros. Para que el Padre celestial los bendiga y los guarde en su Amor, roguemos al Señor.
  • Por nuestro país y nuestro pueblo. Para que Dios los bendiga por las riquezas de nuestra cultura transmitida hasta nosotros, y por la fe cristiana que nos han dejado en herencia, roguemos al Señor.

 

Oración sobre las Ofrendas

Oh Dios, Padre nuestro:

En esta eucaristía celebramos

la Acción de Gracias de Jesús, tu Hijo.

Señor, tenemos mucho que agradecerte.

Con este pan y vino

déjanos alabarte y darte gracias

porque por la Pasión de Jesús

podemos vencer en nuestras luchas,

y por su Resurrección conseguimos

el valor para vivir, para ser creativos

y para impregnar todo lo que hacemos

con la profundidad del Amor

de Jesucristo nuestro Señor.    

 

Oración después de la Comunión

Señor Dios, Padre nuestro:

Acepta nuestra gratitud

por las personas que has puesto en nuestro camino:

los que nos ayudan en tiempo de necesidad

o los que nos recuerdan que no podemos ser plenamente felices

mientras haya muchos hermanos y hermanas que sufren.

Que logremos la conciencia de tener que ser agradecidos

entregándonos a los otros como tú te entregaste a nosotros

por medio de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor.

 

Bendición

Hermanos: Hemos oído a Jesús decirle al ciego samaritano: “Levántate, vete; tu fe te ha salvado.” Que ojalá hayamos oído también nosotros esas mismas palabras del Señor mientras le dábamos gracias en esta eucaristía. Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y los acompañe siempre.

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